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Por: RFI/Aída Palau 

La deforestación aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades de la fauna silvestre al hombre, al entrar más fácilmente en contacto. Hay estudios que muestran una relación directa entre la malaria y la deforestación en Brasil.  En el caso del coronavirus que surgió en China, todo apunta a una explotación de la fauna salvaje.

Los ecologistas advierten de que la tala y la deforestación de los bosques aumentan el riesgo de contagio por virus, bacterias y otros microorganismos.

Para Carlos Zambrana Correlio, vicepresidente de la organización EcoHealth Alliance en Nueva York, no hay duda: la alteración de los ecosistemas provoca la emergencia de virus que estaban dormidos o confinados en especies determinadas.

“Si estamos abriendo una cantera, por ejemplo, en el medio del Amazonas o en África, inmediatamente después viene gente, y los animales que quedan entran en contacto con los humanos, o pueden llegar nuevos animales que no había en la región”, explica Carlos Zambrana.

La deforestación también influye en la cantidad de mosquitos, por lo que “hay trabajos que muestran que hay una relación entre la malaria y la deforestación en Brasil, por ejemplo. (…) La mayoría de los casos que conocemos de enfermedades que aparecieron en un momento están relacionados a la deforestación”.

“Pensar en el futuro”

En el caso del coronavirus que surgió en Wuhan, China, Carlos Zambrana sostiene que según las evidencias que se tienen hasta el momento, el virus salta al humano por otra alteración del ecosistema: los mercados de animales silvestres.

“Estamos extrayendo animales de sus hábitats naturales, los traemos a estos centros de acopio y los mezclamos con otros animales, que nunca antes habían estado en contacto: murciélagos, pangolines, perros, gatos, probablemente roedores se mezclan ahí donde aparecen estos nuevos virus. ¿Qué pasa? Si matan un murciélago, le cortan la cabeza, tiene sangre ese cuchillo, y por accidente esa persona se corta la mano, hay un contacto directo de sangre de murciélago con sangre humana”, detalla el experto.

Para el ecólogo no hay tiempo que perder: hay que replantear la forma en la que interactuamos con el planeta. “Siempre vamos a estar expuestos a estos virus, pero tenemos que minimizar el contacto, empezar a planificar cómo vamos a usar el planeta en los próximos 50 o 100 años, de lo contrario vamos a ver más de estos brotes, más seguidos y con más consecuencias que no vamos a poder controlar. Entonces es importante empezar a pensar en el futuro”, concluye Carlos Zambrana Correlio.