Por: N22/Ireli Vázquez

Este sistema de enseñanza-aprendizaje mediado por pantallas plantea nuevos retos y hace más evidente la desigualdad social y económica de los estudiantes del país

Con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se hizo posible el intercambio de ideas, experiencias y conocimientos entre millones de seres humanos alrededor del mundo.



Si se hablara de educación, es fácil pensar en el aprender, pero ¿qué pasa cuando a ésta se le agrega el termino “distancia”?, esto suena más complejo. El término educación a distancia responde a un modelo de formación donde se separan físicamente los agentes que intervienen en este proceso educativo, como lo sería el profesor y el alumno. Dependiendo los avances tecnológicos es como se ha moldeado la educación a distancia, y también dependiendo del alcance que tiene la gente de estos medios de comunicación, como puede ser el radio, la televisión y el internet.

Actualmente la educación en México se está llevando de esta manera. La Secretaría de Educación Pública (SEP), desde el pasado 23 de marzo, suspendió las clases de manera presencial en las instituciones, implementando el modelo “Aprende en casa”, una forma de llevar la educación a través de la televisión, así como la utilización del internet y diferentes plataformas para el cumplimiento de sus actividades escolares. Sin embargo ¿esta es una buena manera de aprender y de enseñar?.

Luz María Garay, investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), mencionó en entrevista que «ha sido mucho más fácil habilitar plataformas digitales para resolver las clases. Si pensamos en otro tipo de población con otro tipo de condiciones, lo digital no necesariamente es lo que les está funcionando mejor. La SEP implementó programas de televisión, en donde están lanzando varias cosas, que están ayudando a los maestros, sin embargo también es cierto que hay una iniciativa de la SEP de promover el uso de ese tipo de materiales pero también están descansando mucho lo digital y ahí creo que hay un problema, porque más allá de la conectividad, del acceso, etcétera, están las habilidades y las condiciones reales que tienen los maestros para poder trabajar.»



Asimismo, Mireya Acosta, especialista en tecnología educativa, explica qué, la manera en cómo se están desenvolviendo los profesores en estos momentos es a través de un “error y aprende”, «te puedo asegurar que lo que está pasando, lo que todas las instituciones educativas estamos haciendo es plan A, plan B, plan C.» Ella, como Luz María, coincide en que es importante después de la emergencia sanitaria, ver los registros de los docentes, saber qué recursos utilizaron los profesores para poder desarrollar su trabajo y de igual manera saber cómo fue el alcance los niños.

«Lo que si se tiene que hacer es un buen proceso de formación, planteando un proyecto de formación para los docentes, un proyecto para revisar y evaluar los modelos educativos y buscar estas tendencias de tecnología para que sean unos aliados en el proceso de formación», explicó Mireya Acosta.

Una de las problemáticas que se ha desatado a través de la implementación de la educación en casa, es el hecho de cómo realmente están aprendiendo los estudiantes, quién hace la labor del profesor y quiénes los ayudan.

Luz María Garay, piensa que es importante primero plantearse “condiciones de contexto”, saber dónde están pasando las cosas, y las condiciones en las que se encuentra cada persona. «Los papás están involucrados porque resulta que mientras más pequeños los niños pues más apoyo requieren para realizar tareas, atender lecciones, etcétera, sí claro, pero también pensando en el ideal de que los papás puedan estar en la casa, de que los papás tengan también ciertas habilidades digitales que les permitan estar con los chicos trabajando y que los papás además tengan la capacidad, la paciencia de estar trabajando con ellos. Vemos que esa no es la realidad de millones de mexicanos en muchas casas, hay estrés, hay preocupaciones por los ingresos económicos, por la salud, porque estamos pasando por una pandemia donde la gente se está muriendo, y al mismo tiempo nos estamos pidiendo como sistema educativo trabajar en una “normalidad” que sabemos que no es la normalidad.»



Aunado a esto, se ha sumado la carga excesiva de tareas.

«Ahorita se están quejando mucho los alumnos de esta carga que tienen de actividades. […] Los profesores están teniendo mucha ansiedad en dejar demasiadas actividades pensando que se puede perder la calidad académica y lo que deben de tomar en cuenta es saber qué tipo de actividades dejar. Entonces, sí creo que sería importante comenzar a pensar en programas de alfabetización digital para los docentes, más allá, de la estrategia instrumental, sino pensar cómo generar rápidamente adecuaciones a los contenidos escolares y llevarlos al terreno de lo digital, eso implica por supuesto replantearse qué tipo de educación se está persiguiendo», comentó Mireya Acosta.

Este es un planteamiento para unos cuántos, pero ¿qué está pasando con los estudiantes a quienes les es imposible tener acceso a la red o a un tipo de tecnología?, ¿qué pasa con la educación de aquellos jóvenes de comunidades alejadas que no tienen acceso a sistema de luz eléctrica? O simplemente ¿qué va a pasar con aquellos jóvenes que su situación económica se verá desfavorecida? Es importante pensar que existen personas que se encuentran en condiciones totalmente desfavorables.

«A mí lo que me preocupa de esto, más allá de lo que aprendan o no los niños, porque es claro que no están aprendiendo lo mismo, son las brechas de desigualdad y de exclusión que se están dando con todo este proceso, si de por sí ya vivimos en la precariedad, con esto estamos generando otro tipo de exclusión más. ¿Cuántos de esos niños regresarán a las aulas el año que entra?, no lo sabemos, no sabemos en qué condiciones materiales reales de vida van a regresar, en función de lo que suceda en sus casa, si perdieron el empleo los papás y entonces los niños o adolescentes se tendrán que sumar al trabajo, para salir de la crisis económica, entonces la escuela pasa a otro nivel, no porque no sea importante, sino porque en las prioridades de muchas familias la escuela de los niños va a ser lo menos relevante. Eso lo vamos a ir viendo más adelante, el precio que se va a pagar por eso, desde un punto de vista muy claro, muy real de lo que puede suceder con muchas familias en México», concluyó Luz María Garay.