Indicio Esmeralda, por Jarumy Méndez

El debate sobre mujeres y medio ambiente es reciente, comienza a mediados de la década de los años 70 cuestionando, por un lado, la participación de las mujeres en los movimientos ambientalistas y por otro, el impacto de las políticas económicas y rurales al sector forestal y a la agricultura, las cuales tenían efectos negativos sobre las mujeres por el desconocimiento del importante rol que juegan en la agricultura.

Este debate colocó a las mujeres como las principales víctimas del deterioro ambiental que enfrentaba el sector y en sus comienzos se apeló a reconocer su rol como soporte ambiental y educadoras ambientales.

Sin embargo, en la evolución de esta discusión distintas concepciones ideológicas respecto a los vínculos entre las mujeres y el medio ambiente han surgido cuestionando estos roles asignados a la mujer como cuidadoras sin considerar otras formas directas de gestión de los recursos naturales. Aparece el ecofeminismo, con diferentes matices, pero en esencia sostiene que el dominio de la naturaleza y de las mujeres ha sido un proceso integrado y paralelo, conectado históricamente. La idea de que el hombre -con la literalidad que excluye al género femenino- es la medida de todas las cosas, justificó la dominación de la naturaleza y de las mujeres, agudizando las desigualdades y vulnerabilidades de género y de medio ambiente.

Vandana Shiva, una de las principales expositoras del ecofeminismo explica que, a lo largo de la historia, las mujeres han actuado como guardianas de la  “herencia genética de las semillas” y han “suministrado alimento y nutrientes a todo el planeta”. Sus conocimientos, sin embargo, son “invisibilizados” porque quedan fuera de la “frontera de producción”, según la cual “si consumes lo que produces, no estás produciendo”

La tierra no es de quien la trabaja. Las desigualdades de género en los derechos a la tierra son generalizadas. No solo las mujeres tienen menor acceso a la tierra que los hombres, sino que también están restringidas en sus derechos secundarios, lo que significa que poseen estos derechos a través de miembros masculinos de la familia.

Según FAO, menos del 20% de los propietarios de tierras a nivel mundial son mujeres y en la región, el 8,4% de las mujeres se encuentran en situación de inseguridad alimentaria, en comparación con el 6,9% de los hombres.

Hoy por hoy, reconoce que las mujeres han sido «administradoras invisibles» y cotidianas del medio ambiente y en este contexto, son urgentes políticas agrícolas diferenciadas.

Es por ello que organismos multilaterales han orientado sus esfuerzos en que los gobiernos impulsen políticas medioambientales con perspectiva de género.



Las dos pandemias más urgentes

Violencia y desigualdad de género y cambio climático encierra las dos pandemias más urgentes a atender en el mundo post COVID. Si bien el Foro Económico Mundial estimaba que la igualdad de género se alcanzaría en 140 años, la pandemia por COVID llevó esta estimación hasta los 240 años.

Recientemente, ONU-Medio Ambiente emitió un informe preliminar sobre el análisis de brechas y oportunidades y concluyó que las mujeres tienen limitados espacios para la toma de decisiones y el acceso al agua, la energía, la seguridad alimentaria, los bosques, el consumo y la producción sostenibles; además de ser las más afectadas y vulnerables a los efectos del cambio climático.

Una de las consecuencias del cambio climático que comenzaremos a ver con mayor intensidad en las siguientes décadas, son los desplazamientos de comunidades por la falta de recursos naturales como agua, energía o alimento. Son estos desplazamientos, un foco rojo de alarma para la protección de las mujeres, pues se agudiza la situación de inseguridad, violencia sexual y violencia por parte de grupos criminales de trata.

La labor que realizan diferentes activistas y académicas, abogadas ambientalistas, para visibilizar y atender las problemáticas dentro de este binomio mujeres-medio ambiente, es sumamente importante.

El pasado once de marzo, tuve la oportunidad de compartir panel con abogadas ambientalistas de Iberoamérica en el programa “Por un Derecho Ambiental Eficaz” de radio UNAM en el que se reflexionó sobre los retos que se enfrentan en la materia y cómo los liderazgos locales de mujeres son la clave para reducir la brecha de desigualdad, la vulnerabilidad de las mujeres ante el cambio climático y su empoderamiento en la gestión de los recursos naturales.

Comprender el nexo género‐medio ambiente, no solo es clave para analizar las desigualdades sociales y ambientales y las barreras al desarrollo sostenible, sino también para desbloquear opciones para la acción transformadora.

Lo personal es político.

@jarumymendez