Calle de la Fuente, hoy 1a calle de Quetzalcoatl, en el barrio del Carmen Alto, al fondo el Cerro del Fortín, Oaxaca. Gabriel Sánchez




ADOLESCENCIA Y JUVENTUD DE BENITO JUÁREZ EN EL BARRIO DEL CARMEN ALTO DE OAXACA

*En vísperas del 215 aniversario del natalicio del Benemérito
Por: Gabriel Sánchez
Sucedió un miércoles 17 de diciembre, del año del Señor de 1818. Un niño zapoteco de 12 años de edad, pletórico de deseos de llegar a ser «alguien en la vida», azuzado por la educación impartida por su tío Bernardino, decide fugarse, decide dejar atrás a su pueblo y a su gente e ir en busca de nuevos derroteros. Tras penosa caminata descendiendo las montañas de la Sierra Norte, por fin llega a Oaxaca.
Don Genaro V. Vásquez, quien conoció y acompañó en sus discursos de campaña para Gobernador de Oaxaca a don Benito Juárez Maza, hijo del benemérito, precisamente por los pueblos de la Sierra Juárez, escribe:
«Sin conocer la ciudad, entró por la calle llamada entonces de Santa Lucía, y preguntando llegó cerca del Convento de La Merced, donde encontró la casa de don Antonio Maza en la que su hermana María Josefa prestaba servicios de confianza. Grande debe haber sido para la hermana la sorpresa de verlo, a la vez que pena por llegar a casa ajena; de todos modos, consternados por el gusto, deben haberse explicado en su idioma la causa del arribo.
Al siguiente día, 18 de diciembre, fecha de la gran fiesta Titular de la Soledad, María Josefa le encontró trabajo en la Casa de La Grana, que es la misma que se halla al frente del actual Hotel Francia en la ciudad de Oaxaca, para mover bultos, ganando dos reales diarios para comer y vestir, mientras le hallaba algo mejor que fue el 7 de enero del siguiente año, 1819, como mozito (sic) en la casa del Padre don Antonio Salanueva, encuadernador de la orden Carmelita, y con casa frente al Convento del Carmen, a cambio de vestido, comida y escuela».
Aquí cabe detenernos para señalar que la «Casa de la Grana» ubicada en la calle 20 de noviembre (que entonces recibía el nombre de calle de «La Cochinilla») era el negocio que pertenecía a don Antonio Maza, hombre generoso de origen genovés, avecindado en el barrio de La Merced, en la actual calle de La Independencia, entonces denominada calle de Santa Lucía y después calle de San Juan Nepomuceno.
Casa del Padre Antonio Salanueva que diera abrigo a Benito Juárez entre 1819 y 1828. García Vigil 609, Barrio del Carmen Alto, Oaxaca. Gabriel Sánchez


Don Antonio Salanueva era amigo de los Maza y solía visitarlos con frecuencia. María Josefa y los Maza le presentaron a Benito, y Salanueva, hombre piadoso y miembro de la orden seglar de San Francisco no dudó en recibirlo en su casa, convirtiéndose en su padrino y tutor, pues muy pronto llevó a Benito a confirmar en la fe católica.
La adolescencia y la juventud son las etapas más bellas de la vida, y es en el barrio del Carmen Alto donde Juárez vivió momentos inolvidables, pues no todo en la vida es disciplina y estudio, también existen momentos de esparcimiento y diversión.
Así, vemos a un joven que lejos de ser tímido, era un zagal audaz, que hizo amistades rápidamente en el barrio, y con ellos se iba a nadar a las pozas zarcas en el vecino barrio de Xochimilco.
Calle de la Fuente, hoy 1a calle de Quetzalcoatl, en el barrio del Carmen Alto, al fondo el Cerro del Fortín, Oaxaca. Gabriel Sánchez
Dicen que cuando su padrino dormía la siesta, algunas veces, el joven Benito aprovechaba para brincarse la barda del Convento del Carmen, para dar cuenta de los mangos y granadas maduras del huerto carmelita. Comía hasta el hastío.
Bajo el amparo de las sombras de la tarde-noche, se reunía con la muchachada, quienes llevaban cada quien su «parque», que consistía en tejocotes o capulines, y escondidos los arrojaban sobre los transeúntes que bajaban hacia la Plaza de la Constitución por la calle del Viacrucis, hoy la 5a calle de García Vigil, incluso algunas veces, escondidos tras las bancas del templo del Carmen Alto arrojaban amablemente el proyectil sobre algún rezandero que mirando al techo se preguntaba de dónde había caído la milagrosa fruta.
Con estos apuntes nos damos cuenta que Juárez tuvo una juventud y adolescencia normales, como todo ser humano, por supuesto que cumplía al pie de la letra con todas sus obligaciones, desde muy temprano, pues se levantaba a las 5 o 5:30 am para sacar agua del pozo, regar las plantas, regar y barrer la calle, el patio de la casa, se bañaba y se presentaba puntual delante del Padre Salanueva para que le diera la lista de lo que iba a comprar en la Plaza Grande para el desayuno, (ubicada donde hoy se encuentra el mercado Benito Juárez Maza).
En una ocasión, el destino le jugó una mala pasada, pues, regresando del mercado con un canasto en un brazo y un jarro de atole en una mano, se tropezó en la calle del Salto (hoy Jesús Carranza) y cayó de bruces, rompiendo el jarro de atole y provocándose una herida en el labio superior con uno de los tepalcates que brincaron. Se cuenta que la cicatriz que le quedó, fue aún visible en la máscara mortuoria del Benemérito.
Sabemos muy bien que cuando se trataba de estudiar, Benito tenía una capacidad de concentración increíble y una memoria muy privilegiada que se reflejaba en sus calificaciones, tanto en el Seminario, como en el Instituto de Ciencias y Artes.
¡Quién iba a imaginar que aquél joven zapoteco iba a ser un gran presidente!
Pará todo había tiempo, y Juárez siempre llevó en su corazón los momentos inolvidables que vivió en el barrio del Carmen Alto, de nuestra bella ciudad de Oaxaca.
Calles de La Concha y del Viacrucis, al fondo el templo del Carmen Alto. Oaxaca. Gabriel Sánchez.
Fuentes:
Niñez y juventud de Benito Juárez
Genaro V. Vásquez
Selección de estudios y conferencias de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. México. 1965.
El Coloso de Guelatao
Carlos Velasco Pérez

5a edición especial del Centenario del fallecimiento de Benito Juárez, 1972.