Ventanilla, Leo Bodenstedt, 21dic22
Ventanilla: «Llegamos antes de que los danzantes con plumas en la cabeza, tambores y sonajas, rodearan el fuego que recibió de tantas almas tabaco como ofrenda»



La Pirata del Oriente

por: Eva Bodenstedt

Antes que nos despertara el canto silvestre del gallo de la montaña, sonó la alarma del telefonito. 4:20 AM.

—¡Bushka, comienza a despabilarte!, le dije a mi hija para comenzar la travesía hacia Ventanilla, en donde hace unos siete años, el chamán Aldo Fogazza y los nativos del vientre de la tierra de esta parte de la costa de Oaxaca, terminaron de descubrir dónde estaba el punto exacto desde donde, el círculo perfecto del sol, abre el solsticio de invierno.

Mucho buscaron hasta topar con esa misteriosa y bella ventana por la cual se asoma quien da vida para orquestar este espectáculo que roba el aliento. Desde entonces, la ceremonia crece.

Llegamos antes de que los danzantes con plumas en la cabeza, tambores y sonajas, rodearan el fuego que recibió de tantas almas tabaco como ofrenda, peticiones y deseos. Caminaron mucho tiempo sumándose al preludio del amanecer mientras loas que ahí llevaban ya toda la noche, rodeando un grande tambor, hendían en su aura las baquetas para sacarle a la membrana de cuero un sonido que semejaba al de muchos corazones latiendo al mismo tiempo dentro de esa misma caja de resonancia para, claro, como lo hacen los gallos cada mañana antes de las aves, sumarse a la obertura del nuevo ciclo de vida, que Aldo Fugazza explicó: “es la semilla que en el equinoccio de primavera, vamos a sembrar”.



Ventanilla, Leo Bodenstedt, 21 de diciembre de 2022.

Aldo estaba sentado frente al fuego sobre un petate con un altar entre el abuelito fuego que nació a la media noche bajo un cielo inmensamente habitado de estrellas.

Antes del astro apareció la sonrisa de la luna apenas niña, apenas joven, apenas como esa pirata del cielo que se cubre su único ojo jugando con exactitud y sin prisas a lo largo de 28 días, con la tierra como un parche.

Cuando llegaron los danzantes seguidos de muchas siluetas, Bushka se levantó porque ellos no se sentaron entre ella y el fuego, y fue así como tomó esta foto más cerca de  la Ventanilla, y ya suficientemente lejos del tumulto que crecía en bendiciones, cantos y voces que pedían consciencia y respeto a la humanidad para con la madre tierra.

Luego, a todos aquellos que no éramos parte de la danza de plumas y  brazos y manos con sonajas y tambores, nos invitaron a separarnos para desde atrás de ellos, y dentro del punto señalado con banderas, recibir el espectáculo original que “enmarcaron” —suponen el Profesor Óscar Olivo, Aldo Fogazza y los del Lagarto Real—, los ancestros mixtecos y zapotecos, 8 Venado Garra de Jaguar, en esa Ventanilla que semeja el perfil de un ente con gorrita o pico de águila, en cuyo centro se asoma esa bola de fuego que sabe pintar el nacimiento y la despedida de cada día, cada día, cada día…, tan bien y diferente.

 Bushka se volvió hacia el lado opuesto antes de que todos llegaran a moverse para descubrir en el espejo del amanecer a la madre de la hija de Aldo como una aparición del alma levitando aún sembrada en la arena, exactamente entre el mar y el manglar, el manglar, repito: el vientre de la tierra.

Amor y paz para todo el mundo, incluida la naturaleza y sus habitantes, a quienes los homúnculos estamos sin piedad robándole la vida.

Cambia, es posible, todo cambia, susurra la canción dentro del abrazo de una Pirata más del oriente.

Feliz Navidad y Año Nuevo.

Más videos en el Canal de Youtube de El Oriente: