- En Indonesia, tomar el sol se pone de moda tras las falsas noticias sobre la eficacia de la vitamina D contra el coronavirus.
«No mata al virus»
«Antes siempre evité el sol porque no quería estar bronceada, pero espero que fortalezca mi sistema inmunológico», afirma Theresia Rikke Astria, una ama de casa de 27 años en Yogyakarta.
Los médicos reconocen que una exposición al sol durante 15 minutos por la mañana puede ser beneficiosa: «Exponer el cuerpo a la luz solar directa es bueno para obtener vitamina D, no para prevenir directamente la enfermedad», explica el médico Dirga Sakti Rambe, del Hospital OMNI Pulomas de Yakarta.
La vitamina D que aportan el pescado, los huevos, la leche y la exposición al sol es importante para el sistema inmunitario, añade, pero «tomar el sol no mata al virus que causa la COVID-19».
Piel clara
Este repentino interés por salir al aire libre ha llevado al gobierno indonesio a advertir sobre los peligros del cáncer de piel y recomendar la protección solar. Una advertencia inusual para un país poco dado a tomar el sol y donde los anuncios de productos de belleza elogian la piel clara.
En toda Asia, la tez clara se ha vinculado durante mucho tiempo con la clase social alta y los productos para aclarar la piel se venden como pan caliente. «Tengo un tono de piel asiático que se oscurece fácilmente, así que con frecuencia uso productos para aclarar la piel», afirma Río Zikrizal, un habitante de Yakarta.
Nabillah Ayu, quien vive en las afueras de la capital, comienza con su nueva rutina de tomar el sol sobre las 10 de la mañana, a la hora en la que solía estar en la oficina, con la esperanza de evitar la enfermedad de la COVID-19, que puede ser mortal. «La luz solar no puede matar directamente al coronavirus, pero puede reforzar el sistema inmunológico y evitar que lo contraigas», afirma la joven de 22 años.
Algunas unidades militares y policiales han incorporado las sesiones de bronceado, con el torso al aire, a sus rutinas de ejercicios matinales. Y en las principales ciudades, los habitantes salen de los barrios con callejuelas estrechas y oscuras en busca de zonas despejadas, incluso las vías del tren donde pueden tomar el sol sin obstáculos. Allí se mezclan mujeres remangadas pero con el velo islámico, hombres jóvenes sin camisa y jubilados.