eloriente.net

21/julio/2014

Por: Adrián Ortíz Romero

Guelaguetza: de todos modos los ciudadanos pagamos

Guelaguetza oficial vs la magisterial: dos de lo mismo

Por noveno año consecutivo, la Sección 22 del SNTE presenta su propia edición de la fiesta de la Guelaguetza, en un intento por convencer a la ciudadanía de que ese es un esfuerzo genuino, auténtico y alternativo en contra de las decisiones comerciales del gobierno del estado, pero guardando silencio respecto al lucro en el que ellos también incurren frente a toda la ciudadanía por insistir en presentar una fiesta espejo —con vicios y desviaciones, incluidos— de los Lunes del Cerro, que en realidad no aporta ni rescata nada de la cultura de Oaxaca.

En efecto, la llamada “Guelaguetza magisterial” nació al calor de la refriega popular del 2006, cuando los maestros boicotearon la festividad de los Lunes del Cerro, y a cambio de eso montaron, por su capricho, una representación alternativa de la que se presentaba en el Auditorio Guelaguetza, para que el pueblo asistiera gratuitamente a admirar los bailes y las representaciones culturales de las comunidades indígenas de nuestro estado.

En aquella ocasión los cuestionamientos contra los maestros se centraron en el boicot a la Guelaguetza, pero no en la insistencia de su propia representación. Y en los años siguientes la ciudadanía olvidó preguntarse cómo logró subsistir la Guelaguetza magisterial, y qué interés persigue en realidad, al margen de ser una actividad “disidente” a las festividades oficiales.

Vale la pena preguntarse, por ejemplo, qué aportaciones culturales tiene la Guelaguetza magisterial, qué tradiciones y expresiones originarias de los pueblos ha rescatado, qué elementos comerciales ha eliminado, y, sobre todo, cómo se financia y cómo habría conseguido tomar distancia de los Lunes del Cerro que organizan los tres niveles de gobierno en Oaxaca.

Comenzar por el tema de las tradiciones no es irrelevante: se supone que los maestros son quienes tienen una capacidad mucho mayor de palpar las verdaderas expresiones culturales en los pueblos, a partir de que son un gremio que tiene presencia en la inmensa mayoría de las comunidades de la entidad, incluso las más alejadas. Si los profesores de verdad tuvieran una vocación de rescate cultural de los pueblos indígenas, para ellos sería muy fácil corroborar que en verdad lo que viene a Oaxaca a presentarse es lo auténtico de los pueblos, porque ellos seguramente tendrían representantes permanentes en los mismos. Sin embargo, nada de eso ha sido relevante para el magisterio, que más bien ha venido haciendo presentaciones muy similares a las que organiza el gobierno en el Auditorio Guelaguetza.

Asimismo, hoy como cada año, la dirigencia de la Sección 22 pretende hacer creer a la sociedad oaxaqueña que con la llamada Guelaguetza oficial “se lucra con la cultura de nuestros pueblos”, y a partir de ello invita a que la ciudadanía acuda a la Guelaguetza magisterial, que se presenta en los campos deportivos del Instituto Tecnológico de Oaxaca, y que es gratuita.

¿De verdad el solo hecho de que la Sección 22 no le cobre a quien quiera ir a ver sus representaciones, le quita a su Guelaguetza el elemento del lucro económico y la hace ser una festividad cercana al pueblo? Aunque en apariencia podríamos afirmar que sí, para poder dar una respuesta cabal habría también que preguntarse de dónde salen los recursos con los que la Sección 22 costea todos los gastos que implica esa representación, y si para ello recibe ayuda gubernamental o sólo lo costea a partir de las cuotas de apoyo que le impone a cada uno de sus agremiados.

Lucro, similar

Cada año, el presupuesto de egresos de la federación dispone de fondos para que el gobierno municipal de Oaxaca de Juárez, el gobierno del estado de Oaxaca y el gobierno federal, a través de la Secretaría de Turismo, organicen y dispongan todo lo necesario para las festividades de la Guelaguetza. El objetivo es que el gobierno organice la celebración, pero que toda la derrama económica que genera en turismo, en impuestos y en comercialización de ciertos aspectos de la festividad, convierta ese gasto en inversión y genere ganancias, no para el gobierno, sino para todos los sectores de la economía que tienen movilidad a partir de esos eventos.

Frente a todo esto, demos por hecho que la Guelaguetza oficial le cuesta al pueblo porque la fiesta es costeada con impuestos, y luego, además, debe pagar por asistir a verla. ¿Y la Guelaguetza magisterial no tiene ninguno de esos elementos? Pues para empezar, el gobierno estatal y la dirigencia magisterial debían dejar bien claro si utilizan o no fondos públicos para llevar a cabo dicha celebración que, a su vez, está diseñada para ser una contracara de la Guelaguetza oficial, y que con ello intenta contrarrestar los efectos que busca la inversión hecha en la celebración de los Lunes del Cerro, para generar movilidad económica e impuestos.

Es claro que si en esto no hay claridad (pues cada año, desde el gobierno de Ulises Ruiz y hasta la fecha, se habla de los recursos que le facilita el gobierno a la Sección 22 para que pague su celebración, porque ésta así lo exige y lo hace parte de su pliego anual de demandas), sí debiera haberla en la forma en cómo el gobierno se boicotea sólo en sus fines, con tal de cumplir el capricho del magisterio, el cual además sí le cuesta a la ciudadanía porque el dinero que les da el gobierno proviene de impuestos que pagamos todos los oaxaqueños.

Lo más lamentable de todo es que en estos nueve años la 22 se ha dedicado a hacer una celebración espejo de la oficial. En este año, para comprobarlo no hace falta más que ver cómo anuncian su Guelaguetza: con monumentales lonas impresas colocadas en las fachadas de sus edificios sindicales, que son exactamente iguales —sólo cambian algunos colores y tipografías— a las que cada año manda a hacer el gobierno del estado y el municipio de Oaxaca de Juárez para promocionar las festividades que ellos organizan.

¿Qué aporta la Guelaguetza magisterial? Nada. ¿Cumple su función de no lucrar con la cultura de los oaxaqueños? No. ¿Cuánto nos cuesta a todos? Es alarmante que el gobierno y el magisterio guarden silencio respecto a ello.

Todo o nada

Los maestros no van a dejar de protestar. Ellos quieren todo, sin cortapisas. Quieren, pues, una rendición incondicional del Estado —como ha sido en los últimos lustros— en favor de sus intereses. El jaloneo por la ley educativa tiene, pues, muchos capítulos pendientes. La 22 se juega todo. Vienen, reiteramos, días muy difíciles para Oaxaca.

 

Guelaguetza magisterial 2012. Foto: guerillagrrl

 

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