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22/noviembre/2014

Por razones de linderos y vías de comunicación, desde la época colonial se dio un intenso tráfico comercial entre los estados de Puebla y Oaxaca. Desde entonces y hasta hace apenas medio siglo, el movimiento fue principalmente promovido por los más acaudalados negociantes extranjeros, sobre todo nativos de España, y por sus hijos y nietos, criollos de primera y segunda generación. En ese vaivén destacaron desde luego las respectivas capitales, junto con algunas importantes plazas del interior, como Tehuacán en el estado de Puebla y Huajuapan en el de Oaxaca, aunque también pueden mencionarse Chalchicomula o Ciudad Serdán, San Juan de los Llanos y Tecamachalco en el primero de ellos, lo mismo que Silacayoapam, Tlaxiaco, Putla y Pochutla, en el segundo.

Leticia Gamboa Ojeda, Doctora en Historia Social por la Universidad de París VIII y Profesora-investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, hace un completo análisis sobre las relaciones empresariales que establecieron personajes radicados en Puebla y Oaxaca en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX, quienes se dedicaban principalmente a la industria textil. También expone cómo sus avances en el ámbito empresarial los llevó paulatinamente a tener control en el sector bancario y con esto consolidarse en la élite de los empresarios de la época.

Entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, un importante segmento del tráfico mercantil entre Puebla y Oaxaca se debió a un activo grupo de «poblanos» y «oaxaqueños», identificados entre sí por su origen geográfico en el norte de España y por hallarse, además, frecuentemente emparentados. El núcleo más fuerte de ese grupo lo formó un puñado de familias cuyos pioneros llegaron a establecerse en tierras oaxaqueñas, para después, en algunos casos, cambiar a a Puebla su residencia. La única familia de este núcleo que no era de España, ni llegó primero a Oaxaca, fue la que fundó el comerciante Tomás Grandison, inicialmente avecindado en el estado de Veracruz.

El núcleo de este grupo empresarial, formado por las familias Rivero Quijano, Quijano y Gómez de Rueda, Solana Castillo, Zorrilla, Trápaga y Grandison, tuvo tanta importancia que llegó a controlar buena parte de la actividad comercial, industrial y financiera de las ciudades de Puebla y Oaxaca. No es exagerado decir que entre 1879 y 1915 sus miembros se hallaron en la cima de la economía de los dos estados, extendiendo el comercio de sus productos -y en algunos casos otras actividades- a la ciudad de México y a diversos estados (Tlaxcala, Veracruz, Guerrero, Chiapas y Yucatán). En esta porción del país vendían los productos de sus empresas, al tiempo que fungían como principales intermediarios en la realización de los productos de los miembros del grupo amplio. También vendían productos propios y ajenos en algunas plazas del extranjero.

Aún más importante fueron para este núcleo sus intereses bancarios, básicamente concentrados en el Banco Oriental de México, S..A., fundado en 1900 en la ciudad de Puebla, y en sus cuatro bancos satélites: los Bancos de Chiapas y de Oaxaca, fundados en 1901 y 1902 y absorbidos por el Oriental en 1909, el Descuento Español de México, fundado en 1904 con domicilio en la capital del país, y el Banco Español Refaccionario fundado en 1911 en la capital poblana. Algunos de estos «oaxaqueños» también se volvieron principales banqueros, esto les permitió extender sus intereses a los distritos del estado donde se abrieron sucursales y a otros lugares de Puebla, Tlaxcala y Chiapas.

Colocaron muchos productos en mercados nacionales y extranjeros, y a través de los demás bancos multiplicaron por varias veces sus aportes de capital, mediante la colocación de conos de caja en el mercado financiero regional, pero sobre todo mediante la emisión de billetes en los primeros catorce años del siglo XX.

El ejercicio de todas estas transacciones financieras podría explicarse al inicio de nuestro periodo de estudio por la ausencia de bancos en Puebla y Oaxaca, y al final del mismo por el colapso de los sistemas porfirianos de banca, aunque es más cierto que se trataba de una extendida y viejas práctica de los grupos empresariales más poderosos. Si en el caso del núcleo que examinamos la banca formal les ayudó notoriamente a expandir sus intereses y a multiplicar sus relaciones comerciales en los dos estados y en una región inmediata más amplia, no menos debe haberles servido la banca informal que calladamente operaba en sus dinámicas de casas de comercio.

Para consultar el artículo completo, visita el siguiente enlace: Cuadernos del Sur, Revista de Ciencias Sociales, marzo 2003, Oaxaca.

Puebla - commons.wikimedia.org

Imagen: commons.wikimedia.org

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