Como una flor nos iremos secando

Aquí sobre la tierra

Nezahuacóyotl

(www.eloriente.net, México, 8 de Febrero, por Juan José Consejo).- En un país megadiverso como es México, Oaxaca es probablemente el estado con mayor riqueza biológica y étnica. En la entidad se ha dado una larga relación, de al menos doce mil años, entre los grupos humanos y su entorno. En esta relación el agua ha tenido siempre un lugar central. Podemos ver el ejemplo de la Cuenca del Río verde Atoyac, de la que hemos hablado en otras ocasiones, pues en ella desarrollamos la iniciativa de Un plan común para un bien común.

La cuenca abarca una gran extensión, casi la quinta parte del estado, y va desde los Valles Centrales y la Mixteca hasta la Sierra sur y la Costa. Este gran espacio que comparte el agua es asiento de seis grupos etnolinguísticos, además de poblaciones afroamericanas en la costa, como se ilustra en el mapa.

 

Foto Juan José

 

En la cuenca se ha dado una larga relación entre el territorio, el agua y la gente. Los Valles Centrales han estado habitados desde hace más de 10 mil años. Las primeras especies de plantas domesticadas tienen unos ocho mil años. Alrededor de 1000 a 900 a. C. se desarrollaron sociedades complejas en los Valles Centrales y en el Valle de Nochixtlán, que intensificaron la agricultura. Hoy día, En el sentido expresado por Eckart Boege, una parte muy importante del patrimonio biocultural de los pueblos originarios está en estrecha relación con el agua, y en general las zonas de recarga de agua, que son por ejemplo las áreas boscosas de las montañas, corresponden a territorios indígenas. Esto se refleja en el patron de tenencia de la tierra: más de 80% de la extension total de la Cuenca está bajo el regimen communal o ejidal. El bagaje cultural de los pueblos que han habitado la cuenca, incluyendo valores tradicionales como el respeto al agua y el tequio, se mantiene en buena parte, y parece haber no sólo una correlación positiva entre los territorios indígenas y los sitios con vegetación original, sino que el carácter sagrado que se suele asignarse a mantiales y otras fuentes de agua representa todavía un mecanismo muy efectivo de protección.

Desafortunadamente esta riqueza natural y social se ha visto amenazada, especialmente en los últimos treinta o cuarenta años, por serios y acelerados procesos de transformación y deterioro, en particular los cambios de uso del suelo que implican deforestación y erosión consiguiente, el rápido crecimiento poblacional, y la desintegración social y productiva de los pueblos que se ubican en ella, entre otras razones como consecuencia de la migración a las ciudades y fuera del estado. No sólo se trata del aumento en sí, sino de la tendencia asociada de concentración poblacional, abandono del campo y cambios en las formas de vida y las percepciones de la gente.

Esto es especialmente dramático en los Valles Centrales, donde la zona conurbada  ya casi concentra a la mitad a habitantes de la cuenca.

La contaminación apareció de manera consistente como el más grave de los problemas en casi todos los talleres, reuniones regionales, consultas y otros ejercicios de percepción que realizamos durante la elaboración del plan común.  Es casi nulo el tratamiento de aguas servidas: si bien tenemos al menos 58 plantas de tratamiento, cuya ubicación se muestra en el mapa, 90 por ciento de ellas no funciona y en general se han convertido en fuentes de contaminación de las ciudades.

Los sistemas de conocimiento tradicionales van siendo sustituidos por la aplicación indiscriminada de modos de pensar y producir modernos, como el “paquete”  de la revolución verde, la producción intensiva de animales, los transgénicos y los biocombustibles o el manejo industrial de agua que ilustran las megapresas. Estas, junto con varios megaproyectos de riego y minería significan también peligros para los pueblos indígenas, que muy probablemente se acentuarán a consecuencia del cambio climático.

Finalmente, las modificaciones de la Ley de Aguas Nacionales, que desvinculan para efectos de títulos de concesión al agua y los territorios y alientan la privatización, representan una amenaza adicional.

Ante la condición crítica los pueblos y sus aliados han puesto en marcha muchas estrategias, que incluyen la resistencia cultural y la protesta pacífica pero alcanzan también novedosas formas organizativas y productivas.  En este aspecto hay que destacar la lucha notable de las comunidades indígenas de la parte baja de la cuenca para evita la construcción de la presa de Paso de la Reina.  Es imprescindible articular estas iniciativas y repensar nuestras percepciones y actitudes. Es absurdo seguir considerando nuestro origen indígena, la ruralidad y la dispersión poblacional como problemas o signos de atraso.  En cambio, tendremos que modificar la manera en que nos relacionamos con el agua y su ciclo. En ello va no sólo la sobrevivencia de los pueblos originarios, sino la de  la sociedad entera.

*Instituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca, A.C. (INSO)

jjconsejo@hotmail.com

Presa Miguel de la Madrid CC Luis Felipe Balderas Cruz

 

Foto: Luis Felipe Balderas Cruz

La ciencia de la ecología

La ciencia de la ecología

La ciencia es una estrategia, una manera de atar la verdad… Luis Eduardo Aute (www.eloriente.net, México, 28 de diciembre 2014; por Juan José Consejo*).- Actualmente, el término ecología se usa con al menos tres significados: uno lo hace sinónimo de naturaleza (cuando se nos recomienda “cuidar la ecología”, por ejemplo); otro alude a un conjunto […]

 

 

Energía: Notas para el Debate

Energía: Notas para el Debate

eloriente.net/INSO 2 de febrero de 2015 Por: Juan José Consejo* La energía es delicia eterna. William Blake Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón y me aventan la garganta. Miguel Hernández De gran actualidad es sin duda el tema energético. A nivel nacional se discute la llamada reforma […]