Flores. Por Vania Rizo

Observar la sonrisa de una mujer, enmarcada de flores, siempre será un éxito.

Hay una conexión entre lo sutil de una flor y la naturaleza delicada de una mujer, ambas divinamente cíclicas. El lenguaje de las flores es milenario, hay una diversidad de formas y colores, cada una de ellas lleva un mensaje especial y puede mejorar estados anímicos.

Hoy en día existe una extensa oferta de posibles obsequios para dar. Sin embargo, considero que si hay la oportunidad de acompañar un acto o un objeto con unas hermosas flores, sería encantador. Regalar vida con consciencia tiene una vibración única, elevada, que sin duda confirma y realza la belleza de quien las recibe, aparte de animar a los espacios, en donde se decidan cuidarlas.

Las flores inspiran; nos mueve su magia, su trazo, sus tonos, su karmática beldad. Nos recuerda el compromiso del cuidar, de procurar una vida, esa bondad que nos regresa al origen, que nos enternece.
Las flores y su dulce simbiosis, encantan a las personas, estimulan los sentidos, potencializan la alegría. Mujeres pero también hombres, se han sumado a la experiencia de recibirlas y dejarse tocar por ellas.

Yo la última vez que recibí flores fue hace años, me las mandaron de sorpresa, eran preciosas y la manera en la que iban envueltas también ayudó. En aquel entonces las personas que supieron del regalo me daban las mejores esperanzas, todos estábamos emocionados, reconociendo sus efectos.

Las flores desde que hay registro, han contribuido a diversas formas de expresión. Tratemos de acompañar nuestros sentimientos positivos de símbolos etéreos y como dijo Croft Pentz, “todas las flores, de todas las mañanas, están en la semilla de hoy”.