@FILOaxaca. 4 de noviembre de 2017. Apertura.

(www.eloriente.net, México, a 6 de noviembre de 2017. Por: Juan Pablo Vasconcelos @JPVmx).- Te ha pasado que la vida va en sentido contrario de lo que has planeado.

Mientras tú avanzas por un rumbo, ella se desvía por otras sendas: se aleja, se oscurece, se oculta. A veces logras entreverla en un paisaje vespertino o en la sonrisa de alguien. Aunque es siempre a veces e inesperadamente, porque no da la cara, porque solo concede pistas e insinuaciones.

Pero de pronto, te la topas de frente.

Con toda su fuerza y con una claridad insoportable para los ojos humanos, te detiene e increpa. Agarra los planes que habías bordado laboriosamente y los echa al cesto de basura más cercano.

Entonces sabes que nada está bajo tu control, salvo la querida fantasía de que un día tuviste todo bajo control.

Eso es el pasado: el tiempo cuando hiciste los planes que ahora sabes que han fallado.

En el año 2002, unos días antes de iniciar la Feria del Libro de Oaxaca en el mes de noviembre, fallecía el maestro Ventura López Sánchez. Una de las personas más queridas e influyentes en la comunidad. Influyentes en el mejor sentido del término, pues de alguna manera todos fuimos tocados por su labor, habiendo fundado el 6 de diciembre de 1949 la Proveedora Escolar, junto con otros profesores de la época.

Allí, las familias de la ciudad han acudido desde entonces a surtir las listas de útiles o a saciar el gusto por la letras. Ignoro si aquella oficina en la Proveedora —que recuerdo haber visitado­ en la adolescencia—­ era su despacho habitual, pero uno debía subir a la segunda planta y caminar hacia el oriente, al fondo, subir por una angosta escalera y evadir montañas de papeles y libros para llegar hasta él.

Su amable disposición le ganó un lugar en el corazón de sus amigos. Tanto, que las personas que lo ayudaron a construir ese sitio emblemático, aún continúan auxiliando a sus herederos y familiares en la tarea de educar.

La feria de aquel 2002 estaba ya casi lista cuando fallece. Por eso, nada se detuvo. Los miembros de la asociación de libreros —entre quienes recuerdo al querido Rafael García Pinacho y a su familia— continuaron el evento.

Guillermo Quijas, su nieto, con 19 años de edad para entonces, no recuerda haber asistido a aquella edición de la feria, pues la familia se encontraba concentrada en los funerales del profesor Ventura, quien había llegado muy jovencito de su tierra natal, San Sebastián Yutanino —en la sierra sur de Oaxaca—, luego de haber caminado cuatro días con sus noches hacia la capital, animado por la idea de continuar sus estudios.

De alguna forma, la vida se topaba de frente con Guillermo. E hizo con sus planes lo que hace con los planes de todos.

Él volvía de un año de intercambio educativo, luego de concluir la preparatoria. Ahora se veía de lleno en la línea de la tradición: esa línea, como vena.

Se haría cargo de las tareas en La Proveedora y, para 2003, de la organización con los agremiados de la edición anual de la feria del libro en el emblemático noviembre en Oaxaca.

Y hacerse cargo quiere decir también efectuar el viacrucis burocrático del caso: a los libreros, les es negado aquel año el permiso para realizar el evento en la Alameda del León y son enviados al Parque Juárez (El Llano). Simbólicamente, la determinación de la autoridad tocó un nervio sensible de los organizadores de la feria, pues la idea de instalarla en pleno centro guardaba el sentido de ubicar con nueva potencia la actividad editorial en el estado.

Sin embargo, ante la negativa de las autoridades, Guillermo y el equipo buscaron y encontraron nuevos aliados. Por un lado, el pintor Francisco Toledo, cuya voz fue, es y será siempre escuchada por propios y extraños. Por el otro, el escritor Leonardo Da Jandra, quien entonces volvía de una estancia en la costa de Oaxaca, pero que antes había sido maestro de numerosos escritores y pensadores de diversos sitios.

Ambos, fueron personajes de primera línea para lanzar en aquel año una feria renovada, ahora con la presencia de escritores y artistas reconocidos nacional e internacionalmente. Elena Poniatowska, Helguera, Ríus y muchos otros más, se dieron cita en la ciudad e iniciaron —aún sin saberlo— el nuevo recorrido de este acontecimiento literario.

En 2017, habrán pasado 15 años del fallecimiento del profesor Ventura y 14 de aquella feria del 2003.

Lo que se ha construido es absolutamente meritorio. Guillermo Quijas, Vania Reséndiz, Andrea León y todo el equipo han logrado desarrollar una Feria Internacional, quizá la más importante en su tipo del sur de México.

Un contexto, un territorio extraordinario en cuanto a creatividad y expresividad cultural y artística, aunque aún con severas carencias formales en materia educativa y en fomento a la lectura.

Oaxaca tiene una Feria Internacional del libro y todos quisiéramos que la Feria se extendiera a todo el año y a la mayor cantidad de hogares y familias. Más que un evento excepcional, agradeceríamos un fiesta cotidiana, donde la literatura conviviera con la niñez y se mirara a los ojos con los adultos, haciéndose cómplices de una vida en común.

Para 2017, en la Feria se impulsa un proyecto adicional: “Tejamos Oaxaca”, con el cual se pretende recaudar fondos para ayudar a los damnificados por los sismos y desastres del pasado mes de septiembre (S-17), pero desde la perspectiva artística y cultural, para instalar y beneficiar a espacios de este tipo en la regiones afectadas, así como a artesanos y creadores locales.

La meta es fondear con 5 millones de pesos, entre cosas, una agenda cultural para todo 2018, que pueda luego permanecer en los años venideros, siendo su manejo un ejemplo de transparencia y buena administración.

Con los sismos, la vida nos dio una nueva lección.

Tampoco los terremotos estaban en el guión que se había preparado.

Sin embargo, es posible que estos 14 años (y más aún los 37 que tiene organizándose la Feria), hayan servido para consolidar una organización y un equipo ahora capaz de colaborar con las zonas en emergencia.

Uno nunca puede saber hacia dónde van a parar las buenas tareas, las intenciones positivas, las acciones culturales: se lanzan a la marea sin conocer nunca con certeza cuál será su destino final.

La vida nos topará de frente en algún momento e, implacable, nos lo hará saber. En su momento.

@FILOaxaca. 4 de noviembre de 2017. Apertura.
@FILOaxaca. 4 de noviembre de 2017. Apertura.