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15 de diciembre de 2017

Lo que le fue dicho a la rosa

para que floreciera

me fue dicho a mí también

aquí en mi pecho
-Rumi

 

De repente me sentí atrapada entre dos dimensiones, como si luchara en salir de una o entrar en otra. Todo se vivía en una espiral poco clara hasta que la nitidez se apropió de un lugar. No recordaba nada, era un recién nacido que tiene la certeza de haber estado en un hogar pero que en el lugar que ahora despierta, lo asusta y lo sorprende a la vez.

Nací en una realidad en la que ya había estado hace cinco minutos o menos. Ya no era la misma. Dios me había colocado en el piso, dejándome un símbolo recordatorio en forma de golpe rojizo en la cara. Todo era increíble para mi. Me levanté, casi, como un rocinante recién parido y seguí.

Luego, un regazo recibió mis dolencias, confusiones, mi llanto. Después comenzaron a llegar los estudios ambulatorios, los dictámenes, las recetas. Junto a ellos, la re valorización de temas, de prioridades. Enfoque de lo que sí y de lo que se debe dosificar.

Pasaron los días y con ellos llegó una auto compresión preciosa; me sentí desde la energía femenina, de su belleza única. Pude observar la valentía, la herida, la fragilidad, la fuerza y la resilencia. Todas las mujeres de mi vida esparcieron en mi la consciencia del mensaje poderoso, femenino. Se me dio la oportunidad de no olvidar jamás, que nada ni nadie está por encima de mi. Que no debo entregar mi bienestar en manos de una meta o de alguien. Recordé que quiero estar en donde haya espacio para mi, donde me escuchen, sea bienvenida y me valoren.



Y es que sentirse impulsada por la comprensión y el cariño de quienes nos rodean -o decidimos tener cerca- es importante para contribuir a la buena salud, más aún, cuando se tiene una base fuerte de autoestima; seguridad, equilibrio, amor. Pero que al estar tan vulnerables a muchas distracciones colapsamos en culpas, en excesos, violencia y aceptamos lo más pobre.

Al aceptar lo más carente, te vas apagando, enfermando con malos pensamientos. El cuerpo, receptáculo por excelencia, va absorbiendo ese dolor, esa angustia, esa tristeza y termina activando o potencializando enfermedades.

Entre la ciencia, el azar y la naturalidad cíclica de romperse para el cambio que te hace crecer, viene a bien ser paciente: calmándose y mostrándose imperfecto. Ante realidades que se están convirtiendo en simulaciones de convivencia, de supuesta conexión, cuando en realidad te exigen una engañosa imagen que cumpla para el entretenimiento, descuidando el aire más puro en las montañas de cada uno.

Ante eso y para que ese tipo de realidades no nos superen, coloque la prevención en el área que lo sienta necesario y evítese un sincope, experiencia horrible y dolorosa.

En twitter e instagram: @vaniarizo

foto vania. Mujer