Juan Pablo Vasconcelos

“Atrapados en el pasado, agitados ante el ahora, ansiosos por el futuro.

Así permanecemos en el mundo. Y quienes pretenden algo de nosotros, lo saben.

Por eso, crean los otros mundos y nos seducen”.

Los otros mundos

(www.eloriente.net, México, a 29 de enero de 2018, por: Juan Pablo Vasconcelos @JPVmx).- Lo importante es nunca dejarte estar en el momento correcto. Permitir que la mente se mueva por las dimensiones como un cometa —si va hacia el futuro— o se parezca a un filme de cine mudo —si va hacia el pasado—. Es decir, apelar a la urgencia o la nostalgia, al miedo o la tristeza, con tal de no consentir que poses tus ojos en este instante y lo observes con el corazón, lo expliques con la inteligencia.

De pronto, yo mismo he puesto imágenes aquí, como el cometa, cuya realidad es tan distinta a la de todos los días, que seguramente al leer esa palabra, también escapaste por unos instantes del texto y del entorno. Esa luz fue viajando de izquierda a derecha en tu imaginario. Durante ese lapso, todo se trató de un cometa surcando el oscuro telón del infinito, en tu cabeza.

Pues precisamente así funciona la evasión de este mundo y la construcción de otros, practicada por la inmensa mayoría de los seres humanos, minuto a minuto.

No lo critico. De hecho, pensaba en su inmensa utilidad ante situaciones extremas y violentas, cuando es imposible escapar de ellas si no es mediante el viaje de la mente. Al enfermo, por ejemplo, le supone escapar a las arenas de un mar futuro sin dolencias, sin el molesto síntoma, sin la sonda que lo ata como a un animal peligroso.

Al secuestrado, soportar el encierro y la tortura, fortaleciéndose con los recuerdos de hijos, familiares, campos abiertos, travesías por la libertad que ha perdido.

Por eso, la construcción de otros mundos es una facultad humana extraordinaria. Los artistas logran de alguna forma concretarlos y comunicarlos a través de sus obras y por eso resultan seres geniales, porque en los mejores casos provocan a otros a subirse con ellos al barco de su imaginación, haciendo el milagro: dos (o más) que atraviesan por un mundo inexistente a simple vista, compartiendo ciudades, olores, personajes por la calle, paisajes. Ambos en la ficción. Ambos, en ese otro tiempo, lejos.

También es verdad que una vez sabiendo estas condiciones, haya quienes edifiquen otros mundos sin las mejores intenciones, quienes nos lancen rumores, chismes o inclusive teorías más sofisticadas, con tal de echar a andar esa maquinaria cuyo encendido suele ser automático y cuyos límites a veces son insospechados. Así, con una mínima insinuación, el perverso sabe las grietas abiertas en la mente de su destinatario, se deleita con los cambios de humor, la angustia, la traducción a acciones que éste efectúa encendido apenas por una mínima indirecta.

Porque la mente no requiere más que un mínimo elemento para crear un universo.

Ni qué decir, por otro lado, de quienes aportan ese mínimo y muchos más elementos para conseguir, también con premeditación y ventaja, una percepción más elaborada y duradera de esa otra realidad. Esto, en sí mismo, tampoco resulta una intención negativa. La conquista amorosa, por ejemplo, se basa precisamente en la construcción de un otro mundo lleno de promesas, visualizaciones dichosas, realizaciones esperadas, que pretenden convencer a una persona a ceder voluntariamente su cariño, su tiempo, su interior.

Pero el conquistador es el menos peligroso de los simuladores.

Quizá el riesgo más severo está en quienes pretenden engañar a pueblos enteros, con estrategias bien elaboradas, para luego terminar por desenmascararse y decepcionar irremediablemente. Como los ejemplos sobran, no entraré en detalles. Porque además, el punto no es centrarse en señalar los casos, sino demostrar el inmenso poder de creación de otros mundos, con el cual hemos sido dotados todos los seres humanos y no solo una clase en exclusiva.

Poder que puede utilizarse, en cambio, con generosidad al servicio de las mejores causas, despertando los talentos ocultos de las personas, propiciando la buena intención colectiva, la puesta en la práctica de valores humanos y, algo muy importante en nuestro tiempo, hacer resurgir motivaciones positivas en el interior de las personas para seguir adelante sin miedo, sin dificultades artificiales, sin convertirnos en lobos.



Este poder es inmenso y puede usarse bien.

En esto pensaba, y de alguna manera así confío, cuando supe de dos recientes nombramientos en áreas sustantivas del gobierno de Oaxaca: en la Secretaría de la Mujer, con Ana Isabel Vásquez Colmenares, y en la Secretaría de Cultura, Ignacio Toscano Jarquín.

En el primer caso, Ana Isabel tiene un reto importantísimo: representar al 52% de la población total del estado. Ella tiene ahora la posibilidad de hablar por y para ‘todas’ las mujeres, lo cual en nuestro tiempo es una responsabilidad mayúscula.

Antes que ella, numerosas activistas, académicas, estudiosas, artistas, entre otras, han ido logrando la visibilización de retos muy concretos a los cuales deberá dar respuesta.

Pero lo más relevante es que estará en sus manos resaltar la dignidad, valor, potencialidad, capacidad e inteligencia de las mujeres de Oaxaca, en las ocho regiones y en los más diversos sectores, desde el económico hasta el rural, el artístico al científico. Si Vásquez Colmenares logra construir una institución que garantice la formación, participación y desarrollo de las mujeres en la igualdad, entonces la secretaría puede convertirse en un elemento de gran influencia para la gobernabilidad y el bienestar de Oaxaca.

En el segundo caso, Nacho Toscano tiene 40 años dedicado a la administración y difusión de la cultura.

Cuando el cambio de siglo, en el año 2000, fue el encargado del programa federal de la conmemoración, poniendo en juego lo que antes como director de ópera, director de danza del INBA y director del Festival Cultural de Sinaloa había abrevado. Comento este pasaje en particular, porque fue muy significativo el reconocimiento que incluso la cadena televisa ABC le hizo en aquel momento, por el grado de innovación logrado en México bajo su dirección.

Este factor, luego consolidado durante su paso en la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes y en Instrumenta Oaxaca, deberá ser un hilo central de su gestión ahora en la administración local. La innovación en el diseño e implementación de las políticas culturales deberá sacar a Oaxaca de una inercia enfocada en las manifestaciones tradicionales, para influir en la puesta en valor de lo contemporáneo.

Poner a Oaxaca en el tiempo del mundo, parece ser su reto.

El de ambos, abonar a la construcción de una realidad distinta, distanciada de la frivolidad y tendiente a la humanidad. Serán los responsables de dotar a la vida pública los ingredientes de una visión diferente.

 

Los otros mundos son posibles.

Si éste que vivimos fue posible, otros también lo son. Y todo comienza siempre, sin excepción, en la mente de alguien.