Yurugu, exposición en Querétaro

(www.eloriente.net, México, a 27 de septiembre de 2018, por Luis Alberto Osorio Ochoa).- Yurugu, una exposición de obra gráfica y escultura en madera y bronce del Dr. Lakra, así como una recopilación de René Bustamante de máscaras y esculturas de uso ceremonial de diversas culturas se presentará en el Museo de la Ciudad de Querétaro.

Cada pieza que conforma la exposición están cargadas de de símbolos y conceptos que buscan mostrar lo invisible. La exposición permanecerá en dicho recinto del 29 de septiembre al 25 de noviembre de 2018, y podrá visitarse de martes a domingo de 11:00 a 19:00 horas.

Yurugu, cartel de exposición en Querétaro

YURUGU

Yurugu es el nombre con el que los dogon, grupo étnico de Mali, designan a una entidad que no es humana, ni tampoco un dios o un animal. Dentro del pensamiento y cosmovisión de esta cultura antiquísima de África, Yurugu es responsable de implantar el desorden en el universo. Fue concebido para negar el supuesto orden en la naturaleza. Promueve el caos y el conflicto entre los humanos y con los elementos naturales.

La presente muestra consta de dos partes: por un lado, la escultura en madera y bronce de Dr. Lakra, y por el otro, una recopilación de René Bustamante –con su correspondiente documentación– de máscaras y esculturas de uso ceremonial de muy diversas culturas. 

Cada una de las obras, tanto las contemporáneas como las rituales, está cargada de símbolos y conceptos que buscan mostrar lo invisible. Su fuerza e impacto visual y estético provienen de esa carga simbólica, precisamente porque transmiten ideas y conceptos que van más allá de lo cotidiano y utilitario. La vitalidad de la propuesta estética de Dr. Lakra reside en la yuxtaposición de iconos de muy diversas culturas, creando un diálogo que cuestiona nuestra percepción sobre la sacralidad de los objetos rituales. 

En estos tiempos de constante innovación tecnológica, con su prisa y su pragmatismo, hemos ido perdiendo de vista la función estética de una gran parte de las imágenes simbólicas del pasado. Desde una perspectiva psicológica, respondemos de forma muy diferente a las ideas y conceptos del pasado. Ya no tomamos en cuenta muchos aspectos relacionados con las religiones y los rituales que nos hicieron posibles como humanidad. Hemos quedado desprovistos de esos impulsos profundos de las sociedades nativas, que continúan conversando y relacionándose cotidianamente con los dioses y el medio ambiente. Aun así, la obra de Dr. Lakra trae a cuenta, con sentido crítico y humor, esta enorme cualidad humana de conferirle significado y vigencia a los símbolos antiguos. 

La diversidad cultural y geográfica contenida en esta exposición, y sus muchas posibilidades estéticas, lo mismo en lo contemporáneo que en lo tradicional, transmiten la ilimitada capacidad humana para crear y contener objetos rituales, decorativos y utilitarios, cada uno cargado de un rico vocabulario simbólico y estético.

En su gran mayoría, las esculturas y máscaras aquí exhibidas apelan espontánea y directamente a la sensualidad. Cuerpos desnudos, deformaciones faciales por el uso de sustancias, a causa de enfermedades o como resultado de la decoración, junto con rostros que expresan los muy diversos estados de ánimo de los seres humanos… La muestra comprende figuras de mujeres y hombres que abren sus cuerpos y rostros a la alegría del sexo y la fertilidad. La sensualidad las hermana, creando diálogos inesperados. 

La desnudez de rostros y cuerpos, hermosa en sí misma, es atractiva y seductora en su totalidad. Y la desnudez de las cosas del mundo y de la vida, de la creación humana y del espíritu, posee siempre la misma cualidad –la ausencia total de cualidad–, que las preserva de ser cosas conocidas. 

Echamos una mirada con la intención de obtener algún conocimiento, alguna clave o algún mensaje que descifrar, como si, en su desnudez esencial, los cuerpos y las máscaras pudieran comunicarnos alguna cosa del mundo. Por eso, el ámbito de las máscaras y los cuerpos es el silencio: nada saben del mundo y de la vida o de las cosas que pasan en ellos. Por eso, la creación artística y el impulso estético incorporan también ese silencio. No hay explicación, o no debe haber siquiera el intento de justificar su existencia con palabras. Las esculturas expuestas ponen un freno necesario a esa actitud condescendiente de Occidente de hacer una separación abusiva y racista entre pueblos y conceptos culturales, así como los modos en que excluye las vías voluptuosas de la creación y la fertilidad, y cómo estos se manifiestan a través del arte. 

Es probable, sin embargo, que ni los artistas anónimos de tantas culturas ni Dr. Lakra vean al mundo únicamente como cuerpos desnudos y rostros deformados. La mirada del arte establece puentes para entender que, en realidad, el mundo se compone esencialmente de cuerpos abandonados por el amor y el deseo, y al final, por la muerte. Las obras de todos ellos están llenas de sorpresa, alegría, generosidad y gratitud. De forma privilegiada, son dueñas de un vocabulario que abarca muchas posibilidades estéticas y exploran nuevos territorios visuales para expandir nuestro horizonte creativo. 

Aun cuando estas obras están separadas por la geografía y el tiempo, podemos percibir en ellas una gran libertad de expresión y una necesidad de comunicarse entre sí y de transmitirnos que hay otras formas posibles de ver y crear. 

Ahora bien, la máscara está entre los objetos y vehículos más antiguos de transmisión de conocimiento. Desempeña, además, muchas funciones, en especial la de transformar o borrar la personalidad de quien la usa, para así absorber y convertirse en el ser o deidad representado, sin contar con que libera al individuo de sus responsabilidades cotidianas.

La máscara funciona también como intermediario entre el individuo, las fuerzas sobrenaturales y otros elementos que escapan del control humano. Es primordialmente un símbolo con significados diversos. Lo que se ve tiene capas y códigos que la comunidad va descifrando. La máscara hace visible el principio de la paradoja, permitiendo al público ver y oír a sus muertos, a sus deidades y espíritus, a sus animales, pero siempre negando el rostro de quien la porta. El personaje representado, que vacía el físico y el alma del actor o danzante, puede entonces encarnar lo soñado. 

Pensamos que la máscara solo oculta el rostro, pero, paradójicamente, también lo revela. Entonces, la máscara tiene la clave de esa última transformación que amplifica una aspiración secreta de realmente ser otro en el tiempo y el espacio. Tal transformación se convierte simplemente en otra vida posible, quizás más verdadera por ser más anhelada, al margen de la representación del momento. La dualidad y la otredad, los diablos que no podrían existir sin los dioses, el uno impensable sin el otro. 

Los artistas, los danzantes y los creadores apenas dejan huella con sus vidas, pero hacen posible nuestra existencia. Llevan a cuestas la impresionante carga histórica de sus culturas y nos muestran cómo vivir cada día.

 

Entrevista: René Bustamante