(www.eloriente.net, México, 25 de enero de 2019, por beek).- Si eres un aficionado de la lectura, esta lista de novelas clásicas en formato audiolibro te encantará. Audiolibros que son considerados joyas de la literatura universal, títulos clásicos que están en todas las bibliotecas y lugares de antaño. Si no has leído alguno, esta es la oportunidad, con su versión en audio los podrás disfrutar en cualquier momento del día, en cualquier lugar.
Romeo y Julieta de William Shakespeare
La historia narra el amor prohibido entre dos adolescentes, Romeo Montesco y Julieta Capuleto, miembros de dos familias rivales de Verona, en la Italia del renacimiento. Shakespeare da vida a la historia de estos dos adolescentes, cuya incontenible pasión coloca al amor por encima de la muerte, en el marco dramático y absurdo del odio que se profesan dos familias. La obra, que fascinó a lectores de todas las épocas, emociona profundamente en esta nueva versión.
Los Miserables de Victor Hugo
Jan Valjean, que después de ir a la cárcel por robar un pedazo de pan, es inmisericordemente perseguido por un agente de la autoridad, Valjean, que trata de mostrar que el pasado ha convertido al hombre en un criminal.
El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde
Dorian es un joven muy atractivo y refinado a quien su amigo y pintor, Basil, retrata en un cuadro. Lord Henry, otro joven, amigo de los dos, asegura que el cuadro es el mejor que ha pintado Basil, ya que ha sido capaz de plasmar a la perfección la juventud y lozanía de la belleza de Dorian. Al ver ese perfecto reflejo de sí mismo en el cuadro, Dorian siente pánico de perder esa belleza y juventud, que sabe que inevitablemente se irán marchitando con el implacable devenir del tiempo. Dorian se enamora de Sibyl, una jovencísima e inocente actriz que cada noche le fascina más con su arte. El hermano de Sibyl, antes de viajar a Australia, advierte a todos que si alguien le hace daño a su hermana, le matará.
El viejo y el mar de Ernest Hemingway
Santiago es un viejo pescador cubano que ya lleva ochenta y cuatro días sin coger un solo pescado. Sólo tiene un amigo, el joven Manolin su aprendiz, a quien sus padres sin embargo fuerzan a que dejen de ir con el viejo Santiago porque dicen: ya no tiene suerte.Sin embargo Manolin sigue ayudando a su amigo Santiago todos los días cuando llega de su infructuosa pesca.En el día que hace ochenta y cinco Santiago sale con su pequeño esquife y se adentra en el mar, alejándose de las aguas costeras. Entrando ya en la corriente del Golfo, prepara los sedales y tras haber conseguido carnaza los deja que desciendan casi cien brazas. A mediodía siente que ha picado un gran pez y está seguro de que es un hermoso pez espada. Usando de la experiencia de toda una vida comienza una lucha entre Santiago y el pez que dura cerca de tres días.Santiago es la personificación de la lucha contra el fracaso. Nunca se da por vencido. Deberíamos aprender de él.
El Príncipe Y El Mendigo de Mark Twain
Una novela sobre hipocresía social e injusticia. El increíble parecido entre el heredero de la corona inglesa y un mendigo, permite que por un azar del destino, al encontrarse los niños de dos mundos tan opuestos, el príncipe pueda cumplir con su deseo de ver cómo vive y sufre la otra mitad, mientras que el mendigo se ve inesperadamente envuelto en las intrigas palaciegas. Esta es la base del apasionante relato de Mark Twain, llevado en varias oportunidades al cine y que es una novela que en el fondo es un ataque a la hipocresía social y la injusticia, llena de episodios de aventuras que se suceden el uno al otro, todo con la maestría del autor, quien quiso mostrar que era capaz de escribir sobre temas diferentes de los del pueblo americano y logró así un increíble relato, que tiene suspenso, ternura y un acertado retrato de una época tempestuosa dentro del imperio británico.
El Gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald
Cuando F. Scott Fitzgerald escribió El Gran Gatsby al principio de los años veinte, el sueño americano ya estaba en decadencia. Originalmente estaba basado en la idea de que la búsqueda de la felicidad no solo involucraba el éxito material sino también el crecimiento moral y espiritual. Para el tiempo de Fitzgerald el sueño se había enfocado increíblemente en el dinero y el placer – un fenómeno que le era muy familiar al rico escritor.
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