Pura López Colomé, Noticias 22

La poeta y traductora ha publicado un extenso poemario dedicado a los sentidos y la memoria, que entra en diálogo con los poemas de otros autores, con la intensión de generar un diálogo sin tiempo con lo humano




 

Huemanzin Rodríguez / Ciudad de México/ Canal 22*

Poeta y traductora, merecedora del Premio Xavier Villaurrutia en 2007, Pura López Colomé ha dedicado su vida a la poesía, su música y su oralidad; y a través de ella, se ha hecho las grandes preguntas de la vida. Recientemente ha publicado en el Fondo de Cultura Económica el libro Borrosa: Imago mundi, un volumen extenso que busca generar un diálogo con otros poetas y con los lectores a través de la poesía.

El libro está dividido en seis partes, una dedicada para cada sentido, que nos permiten entender aquello que nos rodea. Además, el libro es un diálogo con los seres amados que perdimos.

«Ha sido una inquietud permanente la exploración del vehículo que nos fue concedido para comprender el sentido de nuestra vida, tanto en lo particular como en lo general. Estoy segura que el cuerpo es el vehículo, y los territorios son como hace siglos se nombró el Imago mundi (la imagen del mundo), los cinco sentidos. Los cinco sentidos comparten el uso de la metáfora como percepción de la realidad. Mi “telescopio” para observar borrosamente este imago mundi es la memoria. Por ello el libro está dividido en seis partes, una parte para cada sentido y al final está el poema como epílogo dedicado a la memoria. La conclusión es que sin la memoria no hay nada.

»El que considero mi sentido más desarrollado es el oído, más allá de que soy una música frustrada, todos los poetas aspiramos a la música en la poesía. No me refiero a las formas preestablecidas o a las tradiciones dadas, no. Me refiero a una música identificable, a una cadencia, a un ritmo que haga único eso que estás leyendo y que abra las posibilidades del sentido y significado que contiene la poesía, lo que la caracteriza, lo que la hace única e indefinible.

»Este libro pretende ser un canto a la poesía con mayúsculas, a la poesía en grande. Porque no contiene sólo mis poemas inspirados en los sentidos, también quiero éstos entren en diálogo con poemas escritos por autores de otras latitudes e idiomas que yo he traducido —y que creo fueron inspirados de manera semejante—, así como con poetas de nuestra tradición mexicana de todas las generaciones.

»Una vez que el libro estuvo terminado, ese diálogo entre mis poemas y los poemas de otros citados aquí, han creado un tercer poema, el que queda adentro del lector producto de ese diálogo interior propiciado por el libro.

Digamos que, la piedra arrojada al centro del estanque de la poesía, genera círculos concéntricos que nunca sabes bien si van del centro a la periferia o al revés. Así quisiera que fuera entendido este libro».



Estamos en un período donde la pérdida es evidente, ya sea vinculada directa o indirectamente por la pandemia. Aunque este libro no fue escrito precisamente en los últimos dos años, ¿qué te decían del mundo tus sentidos mientras terminabas este libro?

Estos poemas corresponden a nuestra realidad en un sentido más amplio, porque casi desde que comencé a escribir estoy hablando de la muerte, de la pérdida, de la orfandad; y sigo dialogando con la misma persona de mi primer poema, ausente de mi vida que se me fue volando, que me dejó solamente esta forma de responder a la realidad. Desde luego que también refleja el confinamiento y el dolor que ha provocado esta pandemia, no sólo el haber padecido esta enfermedad, también todas las pérdidas que ha provocado. La poesía es la que tiene las respuestas, cada vez me doy más cuenta de eso.

Hay varios poemas en el libro, hablan del riesgo y la vulnerabilidad de mi hermano menor, que tenía un año menos que yo y que perdí en esta pandemia. Él no los leyó, el libro no estaba listo todavía. Sin embargo, yo ya había entrado en diálogo con él, como preparándome un poco para prescindir de su presencia física.

En ese sentido, nunca hay que desestimar la característica oracular de la poesía, si la alimentas con preguntas te responde de maneras indescriptibles, que no son un juego, son respuestas de verdad. No lo estoy diciendo en un sentido banal, no tiene que ver con esa “banalidad del mal”. Me refiero a que la poesía ahí está, por eso hay que tratarla con un enorme cuidado, con cautela, con trabajo constante. En mi caso es la única tabla de salvación que tengo en la vida.

Este diálogo con la poesía a través de un libro para hablar del mundo y de la vida me hace pensar en la mutabilidad de las palabras, esa que encontramos en libros primigenios como el I Ching, cuyas respuestas a través de la poesía pueden llegar a ser duras o crueles.

La poesía nos hace observar la arrogancia con la que podemos proceder creyendo que hemos domesticado un medio expresivo. Eso nunca ha sido posible en la poesía, ni siquiera en épocas en las que la poesía se concebía como una destreza dentro de ciertas formas preestablecidas. Tu analogía con el I Ching es totalmente a lo que me refiero, es un libro poético como enigmático que revela el misterio de la verdad.

En una de las partes de tu libro te refieres a la catábasis, ese viaje al inframundo de la tradición grecolatina que podría ayudar a revelar algo del presente. ¿A ti que te ha dicho ese viaje?

En el libro hay un momento en el que hablo de manera resumida del descenso de Eneas al inframundo y todo el trayecto que tiene que recorrer con tal de encontrar a su padre una vez más. Pero no sigue los lineamientos de la gran diosa de la poesía y se va con lo humano, con el calor que necesita. Al estar frente a él lo abraza y su padre se transforma en humo. Yo sé que, si creo estar percibiendo una respuesta concreta, práctica hacia mi vida y mi destino, y el sentido que tiene, me equivoco. Eso lo leo en todo el diálogo sin palabras que mantengo con mis personas ausentes recreado en términos poéticos. Es esa hybris (desmesura, soberbia) en la que no podemos caer abrazando al padre perdido en el Inframundo. Y Averno significa “el lugar sin aves”, ¡te lo imaginas!, ¿quedarnos sin aves?, ¿sin sonido?, ¿descender hasta allá y no tener la música del verso que lo va a decir todo? ¡Dios, santo! Eso sí que es el Infierno.



Otro elemento del que hablas es el Eco ¿Qué tanto lo que se repite cambia su sentido con ello? ¿La palabra repetida construye memoria?

Hay poemas en este libro que producen un eco en otro poema de algún autor que cito, que regresan y cierran un círculo expresivo que probablemente se quedan en la memoria, pero no hay ninguna seguridad en ello. Y hay otros poemas que propongo que no resultan en un eco, sino una reverberación, cuya definición es un sonido que no sólo llega al otro lado y rebota, sino que se transforma en algo irreconocible que ya nada tiene que ver con el sonido original. Creo más en los poemas que están en esa línea y que pongo en el libro, porque ese poema irreconocible es el que se creó gracias a los otros poemas y a la atención del lector.

El lector memoriza un poema o que quizá lo interpreta en su mejor de las maneras. Las dos opciones se pueden instalar en la memoria. Como lo veo yo, un poema se fija por la oralidad. La lectura silenciosa nunca es igual a cuando lees con tu voz propia. Los ecos situados en la memoria, es lo que quiero proponer como aquello que dispara la pluralidad de sentido de la poesía.

¿Por qué borrosa?

Mi imagen del mundo es borrosa. He vivido una vida llena de duda y confusión, que cuando he tenido certeza de algo se me desmoronan entre los dedos. Todo es borroso. Y creo que en lo borroso está la posibilidad de que sea no sólo lo que tú percibes, si no muchas cosas más que están en juego. Y lo borroso, también es una apuesta.

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