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Uno de los temas más difíciles de abordar es la sexualidad, pues siempre que la palabra sexo está de por medio en la comunicación hay curiosidad, morbo, expectativa, interés, etcétera. Pero más allá de esto, ¿por qué es tan difícil hablar de sexualidad? Si no es a través del chiste, el albur o las indirectas ¿por qué nos cuestan tanto hablar abiertamente de este tema?

Algo implícito en la sexualidad son los misterios, las sensaciones y los saberes que le conforman, puede afirmarse incluso que hay confusión al utilizar la palabra sexualidad, o más simplemente, sexo, pues dependiendo del contexto va a tener diferentes significados. Por ejemplo, en el caso de un documento oficial, la palabra sexo nos designa como hombres o mujeres; por otro lado, la misma palabra se puede ocupar como sinónimo de coito; o utilizarse en frases como “las labores propias de su sexo”, esto es un indicio de que en realidad la sexualidad se conforma a partir de los referentes sociales y culturales.

Como referente general vamos a examinar las primeras sociedades humanas, es decir las sociedades del paleolítico, periodo en el que el ser humano se empezó a establecer en aldeas, la distribución inicial del trabajo se desarrolló a partir de las diferencias sexuales, pues los hombres, por sus características físicas, se ocupaban de cazar y proteger, mientras que las mujeres, por su capacidad natural de procrear, se encargaban del cuidado de los hijos y actividades de recolección de frutos. Posteriormente con mayor desarrollo cerebral y civilizatorio empezó a vivirse la sexualidad de maneras distintas pues el alejamiento del mundo natural a un mundo artificial y tecnológico trajo cambios en todas las esferas del quehacer humano.



En este sentido, una herramienta de utilidad es la visión que el psicoanálisis propone de la sexualidad pues, partiendo de la biología, comenzó a descubrir los “secretos” de la sexualidad en el ámbito psicológico. Para empezar, es necesario clarificar como manejó el Dr. Sigmund Freud el concepto de sexualidad; desde su experiencia como neurólogo y una persona dedicada a tratar el malestar que aquejaba su tiempo (la histeria), Freud creó una teoría de la mente que le ayudó a entender como dentro de la mente se gesta el malestar psíquico. Estableció haciendo una diferencia entre lo sexual y lo genital, resumiendo de manera general lo genital al coito, mientras la sexualidad se aprecia como un proceso de desarrollo humano –proceso que es inconsciente- que influye en nuestro ajuste en el mundo.

Es a partir de la forma en que los sujetos nos vinculamos a nuestra propia sexualidad que surgen diferentes maneras de desarrollo humano, pues la cultura juega un papel muy importante respecto a lo que está permitido y no, pues a partir de estas restricciones se crean instituciones que rigen la vida social. Hasta ese punto, la explicación es clara y hasta simple, pero a continuación entra un factor que hace la diferencia y complica las explicaciones respecto a la mente humana: la subjetividad.

Literalmente “cada cabeza es un mundo” y lo interesante, desde la línea que estamos explicando, es que en cada mundo existe una interpretación; esta palabra es clave, pues dependiendo de la interpretación se crea un discurso y ese discurso determina la realidad.

Anexando a esto la cuestión biológica de la estimulación referente a lo sexual, hay de por medio una variable que es de vital importancia, el placer, que incluso en nuestros días genera mucha polémica y apunta a una cuestión que el psicoanálisis estudia y explica: la relación del sujeto con su deseo.

Hay que comprender que la sexualidad es un tema complejo que involucra nuestra mente, nuestro desarrollo y nuestra cultura, y que a la vez tiene que ver con el potencial humano y la forma en que nos adaptamos al mundo, re-entender la sexualidad es re-entender la vida cotidiana y la forma en que existimos, pues es inevitable que la sexualidad al estar vinculada con el deseo y las demandas culturales/sociales pongan en un estado de tensión al sujeto.

Tan complejo es el tema, que el mismo Freud escribió: “si amas sufres, si no amas enfermas”

El lado positivo es que una comprensión más profunda del tema gesta un nuevo modelo de educación que permite que las nuevas generaciones puedan re-entender la sexualidad y vivirla de una forma distinta, más saludable y más feliz.