Georgia O’Keeffe

La observo y encuentro al menos un punto de coincidencia. Su rostro invoca el dolor universal de las heridas. Me pregunto porqué esa fuerza creadora, de recepción natural, tiene que ser utilizada en contra del amor propio, convenciendo a la mujer de mantenerse al margen de su libertad.

Esa mujer que notamos es el reconocimiento de nuestra angustia. Recordamos sentirnos incomodas por alguna situación. Ya sea por nuestra ocurrencia de vestir, por nuestra apariencia, por nuestra forma de pensar, por nuestros errores, por querer desplazarnos libremente o por el hecho de haber nacido mujer

Me pregunto cuántas han nacido en nombre de encontrar al hombre. De haber sido procreadas por jugar al azar hasta encontrar al heredero, ese que promete tanto, aún sin conocerlo. Así muchas crecen como símbolo del desatino y su permanencia en el mundo se convierte en esclavitud. 

La condición del movimiento parece extinguir nómadas. Lo que se presenta sugiere una soledad acompañada. Salir de nuestras casas implica prepararse a una posible guerra; de acoso, discriminación y abuso. El tiempo de experimentar el viaje con emancipación se ve acotado por la soberbia de unos cuantos.

Pero la violencia no solo proviene de quien nace hombre. Se han juzgado a miles por sus errores y a veces las más tajantes son otras mujeres. Hay enunciados que justifican la violencia y se van normalizando a través de la inconsciencia.

Al leer un artículo que refería un caso de tentativa de feminicidio por parte de la ex pareja de la víctima, una mujer respondió que es triste pero que de algún modo se lo buscó por meterse con un hombre casado. Lo cual encuentro cruel y triste. No comulgo con una persona que justifique actos atroces como los golpes, las quemaduras, la ridiculización o la muerte.

La dignidad de las personas; y sobre todo el de las mujeres hoy en día, es un tema que debe meditarse a cada hora, a cada minuto, y a cada segundo de ser necesario. Hasta convertirse hábito en esos corazones que se han descompuesto.

Muchos deben conectar con la generosidad de ver al otro como un ser libre. Deben detenerse y encontrar el origen de su molestia. Deben dejar de ser presas de sí mismos y de la ignorancia.

Necesitamos fervor para recordar y sentir. Respetémonos desde los detalles, esos que a veces pensamos no impactaran. Y sigan la idea de Gramsci que acertadamente decía: “Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.”