Cecilia Gutiérrez de Moreno sabía que tengo en mi poder el expediente clínico de los archivos del Dr. Juan Farril, de quien había sido yo su ayudante en una de las últimas operaciones practicadas a Frida Kahlo: la amputación de una pierna. Cecilia me sugirió que revisara los documentos y que escribiera una nota al respecto. Al principio me negué, pero después reflexioné y comencé a estudiarlos.
Otros médicos estuvieron más en contacto con Frida; tal es el caso de Gonzalo Vázquez Vela G., quien recurriendo a su memoria y conocimientos podría aportar algunos datos o impresiones personales sobre ella.
En fin, expondré mis reflexiones. Al revisar sus antecedentes se deduce que su infancia pudo haber sido difícil, ya que el padre, de origen alemán, era epiléptico y la madre mexicana a cierta edad demostró inestabilidad emocional pues tuvo ataques similares a los que padecía su esposo, sin razón aparente. Dos tíos maternos murieron de tuberculosis pulmonar.
Frida fue la cuarta de una familia de cinco hermanos. El único hombre, tercero en línea, murió a los pocos días de nacido, según dice la información, de neumonía. Sólo la hermana menor de Frida tuvo descendencia.
Vivió una vida normal y ordinaria hasta los 8 años de edad (1918).1 Entonces recibió un golpe importante en el pie derecho y a raíz de eso aparecieron desviación del mismo y atrofia de la pierna. El golpe pudo haber sido lo que llamara la atención sobre el problema, del que nunca se hizo diagnóstico con certeza y los puntos de vista oscilaron entre tuberculosis y poliomielitis. Posiblemente esto explique su tendencia a usar faldas largas.
Desgraciadamente en 1926 sufrió un accidente en la vía pública que le produjo múltiples lesiones: fractura del pie derecho, luxación del codo izquierdo, herida penetrante del abdomen producida por un tubo de acero que entró por la cadera izquierda y llegó hasta la vulva rompiendo el labio. A consecuencia de lo anterior peritonitis aguda y cistitis por los sondeos repetidos. Estuvo internada en la Cruz Roja tres meses.
Posteriormente fueron diagnosticadas las fracturas de columna y la pintora fue atendida por el Dr. Alfonso Ortiz Tirado, quien le indicó el uso de un corsé de yeso varios meses. Al quitárselo reanudó su vida normal pero le quedaron una sensación de gran cansancio y dolores en la columna y la pierna derecha. Haré un paréntesis para decir que hubo muchos médicos en su vida y algunos le ayudaron y otros la hicieron sufrir.
Se casó en 1929 con Diego Rivera y se embarazó durante el primer año de matrimonio pero el médico que la atendió, cuyo nombre omito, con el pretexto de que tenía una deformidad pélvica, le produjo un aborto, como si no hubiera cesárea desde hace 20 siglos. Los que han estudiado su vida saben que una de sus obsesiones fue tener hijos. Cabe agregar aquí que las reacciones de la sífilis fueron negativas.
Dos años después, en San Francisco, California, fue atendida por el Dr. Leo Eloesser, quien encontró dichas reacciones ligeramente positivas y le recetó un tratamiento con Salvarsán, que no terminó. Sin embargo, al pasar unos meses las reacciones se volvieron negativas. Puede que hayan sido falsas positivas. Aún le hicieron un estudio de líquido cefalorraquídeo que no aportó ningún dato.
Por esa época, le apareció a Frida una úlcera en el pie derecho y persistía con la sensación de cansancio. En 1932, en Detroit, durante un segundo embarazo tuvo un aborto espontáneo a los cuatro meses a pesar de haber sido tratada y mantenida en reposo. Volvió a embarazarse en 1934 y después de tres meses, en México, le provocaron otro aborto arguyendo razones médicas. Fue operada del vientre y se le practicó una apendicectomía y le diagnosticaron que tenía infantilismo de los ovarios, como si no hubiera tenido ya tres embarazos.
Por entonces, se operó del pie derecho en el que desde hacía dos años presentaba una ulceración. Tuvo una cicatrización muy lenta. Al año siguiente volvió a operarse y tardó seis meses en cicatrizar y, una vez más, se sometió a cirugía en 1936. En 1938 consultó en Nueva York a muchos especialistas y el diagnóstico permaneció igual: úlcera en pie, fatiga, nerviosismo. Al poco tiempo le cerró la úlcera. Se insistió en buscarle a Frida rastros de sífilis que nunca se encontraron.
En 1939, en París, tuvo una infección urinaria con fiebres altas, regresó a México y comenzó a beber hasta una botella de cognac diariamente. Le aumentaron los dolores de la columna. La atendió el doctor Farril quien le prescribió tracción pélvica hasta con 20 kilos. La revisaron otros médicos y coincidieron en que necesitaba una operación de columna del tipo Albee. Incluso se consultó por carta al propio Albee, quien estuvo de acuerdo, pero el médico de cabecera de Frida y el Dr. Eloesser, se opusieron a la cirugía.
Después a la pintora le apareció dermatitis en los dedos de una mano por hongos. Para esto a través del tiempo nunca se consultó a un dermatólogo. Hoy, a la luz de los conocimientos actuales ¿no sería una neurodermatitis que iba y venía? Al año siguiente en San Francisco bajo la égida de Eloesser mejoró un poco. La puso en reposo y le quitó el alcohol. Se le hizo una mielografía con lipiodol. Regresó a México y se le trató con hormonas.Desaparecieron los trastornos menstruales y también la dermatitis de los dedos.
En 1944, le volvieron el cansancio y los dolores de columna. En esa ocasión consultó al doctor Velasco Zimbrón, quien le puso un corsé de yeso con el que disminuyeron los dolores y pudo caminar mejor. Perdió mucho peso y algunos de los médicos tratantes se inclinaron por el diagnóstico de tuberculosis que fue descartado por el médico Cosío Villegas. Por otra parte, el doctor Ramírez Moreno la trató como sifilítica pero no mejoró. También fue su médico Gea González.
En 1946 por recomendación de un médico de la ciudad de México, se trasladó a Nueva York y fue operada por el Dr. Philip Wilson. Le practicaron una fusión vertebral que abarcó las vértebras lumbares cuatro y cinco; las sacras uno y dos. Recuérdese que el problema principal era entre las lumbares tres y cuatro. Frida usó corsé y mejoró, pero le aumentó la angustia y bajó de 54 a 42 kilos.
Farrill le recomendó otra operación para abarcar las lumbares tres y cuatro. Cirugía que se realizó el 23 de marzo de 1950. En ese mismo año entre marzo y noviembre fue operada cinco veces pues apareció una infección que no cedía, se le practicó una cirugía más en enero de 1951 y otras dos más en el siguiente mes de septiembre.
A los estudiosos de la Estética les queda comparar las fechas de sus pinturas y sus diferentes manifestaciones de angustia y dolores, con las épocas de las operaciones. Posteriormente, le fue amputada la pierna derecha en agosto de 1953; operación que no resolvió del todo el problema pues continuó con trastornos de cicatrización en el muñón y hubo necesidad de poner tracción. Volvió en mayo de 1954 a internarse, pues tenía escaras en un muslo y una aguja rota cerca de la articulación de la cadera. Al final tuvo morfinomanía y trastornos mentales, así como dislalia. Sufrió mucho pero produjo, y en su producción expresó su dolor. Los médicos la ayudaron, y ella inmortalizó a Farrill en sus cuadros, pero también la hicieron sufrir. Pudo haber sido madre.
Cierto es que desde el punto de vista médico nunca se llegó a un diagnóstico con certeza de sus problemas, aparte del trastorno estático de la columna. Pudo haber tenido una neuropatía degenerativa pues nunca se demostró compresión nerviosa. Se insistió mucho en la sífilis, posiblemente por la vida azarosa de Diego, pero nunca se comprobó. Si hubiera tenido hijos sus obras ¿hubieran perdido su fuerza? ¿Tendrían más ternura?
Cita completa:
Zamudio, Leonardo. (2010). Reflexiones médicas sobre la doliente vida de Frida Kahlo. Crónicas. El Muralismo, Producto de la Revolución Mexicana, en América; No 10-11. Recuperado de https://repositorio.unam.mx/contenidos/46662