Indicio Esmeralda, por Jarumy Méndez
Dicen que lo último que se pierde es la esperanza. Pensar en ello nos lleva a pensar en el futuro, también dicen que la felicidad consiste en vivir el presente porque el pasado no se puede cambiar y el futuro es incierto, o que de poco sirve hacer planes porque no sabemos lo que va a pasar. Pensar en el futuro genera a menudo ansiedad.
En el futuro de la humanidad aparecía lejano y distante el Cambio Climático. Cuando tenía ocho años, unas personas llegaron a darnos una plática a la primaria donde estudiaba sobre el cuidado del agua, nos pusieron un video donde para 2021 el agua era comercializada como una joya y solo algunas personas podían acceder a ella, el resto de las personas junto con plantas y animales padecían gravemente el no tener ese líquido vital. Desde entonces nació en mí el miedo al cambio climático y mi motivación para hacer algo, aunque en ese entonces solo fuera lavarme los dientes con la mitad del agua de mi vaso.
Ese futuro llegó, estamos en 2021 y la justicia climática no aparece. Por todos lados vemos noticias, informes científicos y casos de una depredación natural abrumadora. El cambio climático está en el vocabulario cotidiano escondiendo una preocupación ¿Cuándo es el fin del mundo?
En mi trato con personas a menudo aparecen frases como “de qué sirve que uno separe la basura si el camión la vuelve a juntar”, “de qué sirve no tirar basura en la calle si la autoridad no hace nada cuando mi vecino la quema”, ¿Acaso la humanidad ha perdido la esperanza en la propia humanidad?. Es muy fácil caer en el desánimo y la desesperanza, pensar que este mundo nos lo vamos a acabar y comenzar a buscar otro planeta en la galaxia para colonizar.
Por eso a los ambientalistas nos han estigmatizado como románticos e ingenuos, pensar que nuestros hábitos y estilos de vida sustentables podrán contra el sistema social, económico y político es motivo de un escepticismo burlesco.
Pero quienes trabajamos desde colectivos ambientales avivamos la esperanza entre nosotros, si el cambio es reversible o inevitable sigue siendo materia de discusión científica, pero perseguir la visión de un mundo diferente, armónico y sustentable, nos vuelve seres humanos empáticos, solidarios, pacíficos y en consecuencia más amables, dispuestos a escuchar, a dialogar y a ser propositivos. Por supuesto que vale la pena seguir intentándolo y buscar generar ese cambio cultural.
Todos los días tomamos decisiones por nuestro futuro, pero pensemos que ese futuro nos es arrebatado por decisiones ajenas. Pensemos en los casos de personas que han desarrollado algún cáncer por consumir agua contaminada o por exposiciones a la contaminación atmosférica, o en las desigualdades que enfrentan sectores vulnerables ante un desastre natural. Pensar desde las intersecciones implica aspirar a un mundo más sustentable.
El sistema político no puede arrebatarnos esa esperanza. Sus decisiones no pueden arrebatarle a la humanidad ese futuro. Si creemos que apartándonos de las decisiones publicas no dañamos a nadie, estamos equivocados. La apatía y el desinterés de la ciudadanía son la raíz de la impunidad ambiental y climática, lo segundo es la desinformación.
Por eso este proceso electoral 2021 es tan importante, no solo son las elecciones más grandes de la historia por el número de cargos que se renuevan, sino por la trascendencia de elegir perfiles con visiones “sustentables”. En el voto de los quinientos diputados federales, por ejemplo, está la aprobación de la visión del desarrollo nacional y la aprobación del presupuesto para la protección ambiental. Es decir, si queremos seguir con la visión de producción de energía mediante combustibles fósiles y gasolinas frenando la inversión en energías limpias y renovables o cambiamos el rumbo. Además, la asignación de presupuesto al sector ambiental, pues han sufrido un recorte cerca del 65% entre dependencias como PROFEPA, CONANP, CONAGUA, CONAFOR y CONABIO.
Elecciones por el futuro es además de un estilo de vida, un movimiento de carácter nacional integrado por diferentes ONG´s y colectivos primordialmente de jóvenes que compartimos la esperanza de un mundo mejor y tomamos acción por la justicia climática. Un movimiento plural que actuará como un observatorio ciudadano de las agendas de candidatos sobre la visión sustentable que ofrecen durante las campañas, con la finalidad de incidir en la decisión de las personas el próximo 6 de junio.
Estas elecciones serán diferentes, la información será la clave para valorar el nivel de compromiso con la agenda ambiental porque esta generación está clara de que “cada voto es un voto por el clima”.
@jarumymendez
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