Atrapada en la novela “Cinco Esquinas” de Mario Vargas Llosa, me descubro con las ganas de revolver como él lo hace en el Capítulo XX Un remolino, todo aquello que La Pirata del Oriente ha registrado en la última semana, comenzando con la impresión de que aquella bahía hermosísima de Zihuatanejo que vió por última vez hace dos décadas, está habitada por una diversidad tan grande de construcciones, que aquella que fue inmensa una vez: “El Partenón” de Arturo Durazo, es hoy apenas un lunar más, eso sí, fuera de lo común entre todas las demás edificaciones, siendo la vecina, la más agresiva, el bodrio que los militares construyeron como base y como departamentos de retiro de militares a un lado de aquella copia griega construida de mármol. Ambas segaron el cerro sin respeto en absoluto ni a la naturaleza ni al gusto arquitectónico. La nueva es una colmena, la anterior una copia fuera de lugar, y lo demás alrededor, una especie de cajas de zapato de bonitos colores, unas encima de otras, con vista a esta bahía que sencillamente lo deja a uno con la boca abierta por su hermosura y generosidad. Hay muchas más de millonarios y empresas con buen gusto, pero en principio sobresale la ambición del ser humano de tener, el verbo tener, acaparar, poseer.

Mario Vargas Llosa aborda en las “Cinco Esquinas”, como en el libro “La Fiesta del Chivo”, cómo los ciudadanos viven en una Dictadura y cómo ésta se infiltra en la sociedad. En las “Cinco esquinas” utiliza el periodismo como el leitmotiv de una historia, por cierto, muy cachonda, iniciando con la relación sexual de dos mujeres que enseguida atrapa al lector.

Abordo la labor del periodista en este caso como la única o la principal forma en que la sociedad se defienda informándose, claro, de periodistas verosímiles, sobre lo que sucede detrás de las bambalinas. Por desgracia están siendo asesinados y amenazados por su entrega a ese objetivo que es desvendarle los ojos a la humanidad, a una que lleva más de un año y medio paralizada de miedo por el mentado mentado.

A lo largo de las horas de la vacación me he chutado una cantidad de reportajes escritos y videados que abren una ventana hacia un futuro de la humanidad que ya ha sido escrito por plumas que tampoco quiero aquí nombrar, pero que mucha gente conoce, y películas, también, que muestran cómo los de arriba encuentran la forma de controlar a la masa, por ejemplo, para seguir siendo “ellos” los que mueven a la masa a su antojo, ésta encerrada, sin fin de ser, sin control de sus propias mentes. Está cañón el solo creer que sí, que lo están logrando, que lo pueden lograr con las nuevas anteniux que nos permiten estar aún más enchufados al mundo de la pantallita. Por otro lado escucho y leo todo lo contrario, y al final me descubro en un remolino del cual me escapo escuchando de nuevo las olas del mar.

No sé qué va a ser de nosotroas, de loas piratas, de loas campesinoas, de loas empresarioas, de los as y los os, de las las y los los. Sólo navego en una lancha para descubrir que desde lejos, el primer hotel de esta bahía que se construyó en 1945, más o menos, es el único que verdaderamente está entretejido con la naturaleza como un ejemplo para convivir con ella de forma equitativa. Se llama Catalina, y lo compró una alemana que también se llama Eva, en 1956.

Humanidad, antes de que loas venden los ojos por completo, vean esta imagen y díganse si están de acuerdo en que no sólo es encontrar equidad entre nosotroas loas humanoas, sino con la naturaleza de forma inmediata. Ya sabemos que estamos en semáforo rojo, dejé usted del mentando mentado, sino de la ecología.