La Pirata del Oriente

Por Eva Bodenstedt

Que si peras o manzanas

La semana pasada abrí un paréntesis: en eloriente.net leí que estaban apoyando a los presos de una cárcel en el estado y me devolví al pasado de 1991-1996, cuando dentro del Programa Social de Gobierno, llamado entonces Solidaridad, ofrecieron a lo largo de toda la República la enseñanza de oficios dentro de las cárceles.

Hice un reportaje en la de Guelatao de Juárez. Allí estaba ubicada la cárcel dentro de una especie de redondel, según mi memoria, y dentro de uno de sus espacios habían instalado lo básico para crear una carpintería. Había tres presos, uno de ellos había asesinado a una mujer.

En el artículo de eloriente.net hablaban de algo semejante, lo cual me lleva a compartirles un análisis sobre estos detalles del estado y la sociedad.

Cuando trabajé como reportera en la Gaceta de Solidaridad, el órgano informativo que era escrito y publicado para que las comunidades compartieran entre sí a partir de una pluma y una cámara, (reporter@), sus experiencias, realidad, historia, leyendas y necesidades. La Gaceta iba a todas partes a donde llegaba el programa, que estaba presente en lugares a donde de verdad ni los antropólogos habían llegado.

Aposté al inicio a que con este ejercicio solidario entre sociedad y gobierno, México iba a salir adelante, pero, ¿qué sucedió? Me voy a enfocar en este “puerto pirata” en una exacta falla del programa, que continúa hasta hoy en día siendo una especie de ADN del Gobierno y sus apoyos. En un alto porcentaje los apoyos de escritorio no están entretejidos, ni bordados, ni con equilibrio ni sin él, con el contexto de la región y/o comunidad, excluyendo así las fichas que por sentido común, deben de estar dentro del marco del proyecto para que éste tenga un éxito real, y no uno en turno.



En el libro de Guillermo Bonfil Batalla, “México Profundo”, se describe con absoluta claridad cómo desde la “conquista-invasión-imposición” de creencias y formas de hacer las cosas y vivir la vida, los de “afuera”, los “blancos, pura sangre” (las comillas son mías), creen creer con certeza y plenitud lo que necesita el otro (“los indios”) para desarrollarse, progresar, tener un nivel de vida “digno y estable”; y ello con tanta “inquebrantalidad”, que la gente que recibe, no participa, es decir, es receptora de una otredad ajena a su deseo, costumbre, cultura, modo de vida.

En el gobierno de Fox, por ejemplo, se pusieron a una gran cantidad de casas, pisos de cemento; siendo el cemento frío, y, no siendo así la tierra, las familias, sobre todo en comunidades de climas fríos en invierno, se vieron gravemente dañadas en su salud, ¡pero ojo!, como el “español-blanco-no indio” vive en piso firme, pues pongamos piso firme a una población cuyos pies desconocen el calzado.

Observando en general el fracaso del “progreso”, se deja al descubierto que no hay un trabajo en conjunto con la sociedad de parte de las Secretarías y o Institutos del Estado, antes de ofrecer un apoyo, observar las vertientes, actividades, costumbres, cultura de la comunidad a apoyar, se lanzan a decir lo que hay que hacer.

La diversificación, por ejemplo, de las actividades en el campo, podrían servir para que en una misma comunidad la gente que en ella tiene campo, cultive, siembre, tenga ganado, gallinas, etc., para que exista el A, B, C, y así sucesivamente, se complete el círculo y exista dentro del mismo lugar, tienda o tiendas con A, B, C y Z; así mismo, que existiese dentro de la comunidad gente con oficios, mismos que frenaran la hacedora en máquina de zapatos, por ejemplo, de camisas, blusas, etc., y que dentro de cada región, existieran sastres, qué se yo, darle sentido a la vida de cada uno y evitar con ello que se viva lo que hoy se está viviendo, un caos violento, individual, sin historia, y con un estado patético, y gobernantes corruptos, individualistas, lejos de saber querer trabajar para los demás.

Flor

En la comunidad chatina[1], Flor, madre de dos criaturas, fue violada y asesinada por sus agresores, así no más, el pasado jueves.

Estamos desbordados, desvertebrados, denostados por un Estado cuyo Ejecutivo se preocupa por desenmascarar cuánto gana un “periodista” que le sacó los trapos al sol a su hijo, cuando el mismo Estado podría recaudar millones a sus amistades-empresarios para pagarle a personas con inteligencia y sentido común para de verdad sembrar en nuestro país un desarrollo hecho con la misma participación de los involucrados, y sobre todo, re-educar a las sociedades que están desraizadas de todo respeto a la mujer, a los niños, a sí mismos.

Soy utopía, sí, y la utopía es posible.

[1] https://oaxaca.eluniversal.com.mx/sociedad/mujeres-indigenas-chatinas-de-oaxaca-exigen-justicia-para-flor-asesinada-en-la-costa