Por: Adrián Ortiz Romero

+ Discrecionalidad, en pactos para ejercer el poder

Ahora que estamos unas cuentas semanas de que la administración del gobernador Gabino Cué Monteagudo cumpla sus dos primeros años, debiera ser un imperativo lanzado desde la sociedad hacia los partidos y hacia el poder público, el de conocer qué costos y qué implicaciones ha tenido la manutención de la alianza gobernante en los tres poderes del Estado. Esta debiera ser una necesidad democrática, que sin embargo se olvida y se oculta ante la necesidad de mantener en la discrecionalidad ese asunto que debería ser del conocimiento de todos.

En efecto, en Oaxaca, como en el país, vemos cómo casi todos los días se forman y se rompen las alianzas entre los partidos, gobernantes o de oposición, o las que también se hacen entre algunas facciones partidistas con quienes ejercen el poder del Estado. A todos siempre nos dicen que esas son alianzas en pro de la democracia. Pero nunca nos dicen cuál es su contenido, cuáles son sus alcances, y cuál es el costo que éstas tienen no sólo para el poder o la autonomía de los partidos, sino para todos los ciudadanos. Eso es algo que, sin embargo, todos deberíamos saber.

El caso de Oaxaca es paradigmático, y aunque seguramente todos lo conocemos, lo cierto es que nadie sabe bien a bien qué límites tiene la alianza que aquí gobierna. Conocemos, por ejemplo, que la historia de la conformación de esa coalición de partidos tuvo fundamentalmente como objeto la expulsión del poder del PRI, y particularmente la terminación del régimen del gobernador Ulises Ruiz.

También conocemos aquella otra historia en la que se dijo que la alianza en el ejercicio del poder significaba pluralidad y que ésta traería como objeto la gobernabilidad. E incluso, en el caso del Poder Legislativo, los partidos coaligados intentaron construir una agenda común, que ni ha sido respetada, ni ha sido ponderada, y mucho menos ha sido priorizada por las fuerzas políticas que gobiernan, ante la avidez que han demostrado por las posiciones, por los recursos y por las cuotas de poder que todos los días reclaman al gobierno del que quieren dividendos, pero en el que no asumen responsabilidades.

Los reclamos, y la inmovilidad por el chantaje mutuo de los partidos que gobiernan, los vemos a diario. En el primero de los casos, hemos visto con toda claridad, cómo sin ningún pudor tanto el PAN, como el PRD (el PT y Movimiento Ciudadano no lo hacen, no porque no quieran, sino porque ni para eso tienen la fuerza suficiente) han manifestado con toda puntualidad que están inconformes con la alianza porque no se les han dado todas las posiciones y los recursos que merecen.

En el caso de los chantajes, hemos visto exactamente lo mismo: Quienes tienen posiciones en el gobierno, como cuota por el acuerdo del Gobernante con un partido en específico, sin ninguna consideración se dedican a entorpecer la labor pública porque en ella también están incluidos supuestos compañeros de alianza, a los que en realidad ven como adversarios. Como no quieren que aquellos avancen, éstos entorpecen la labor pública, o incluso fungen por la mañana como funcionarios, y por las tardes como luchadores sociales. Si en la mañana dizque resuelven problemas, por las tardes se dedican a crearlos. Y con ello no hacen otra cosa que boicotear un proyecto de cambio, al que ellos mismos se comprometieron, pero que no llevan a cabo porque no sienten que hayan tenido la retribución suficiente del poder al que se supone que ellos también se deben.

 

RETRIBUCIONES, ¿CUÁLES?

Hablamos con toda normalidad de las retribuciones, de las ganancias, de los espacios, de las cuotas e incluso del botín que, respectivamente, ha conseguido cada uno de los partidos por participar en la alianza que hoy gobierna en Oaxaca. Sin embargo, más allá de lo que conocemos por filtraciones o por estimaciones, nadie en nuestro estado puede decir —ni se atrevería a hacerlo, desde el poder del gobierno o desde los partidos— qué implicación exacta tuvo la alianza, cuánto nos costó, qué espacios se cedieron y qué proyecto político se defiende con ello.

Sobre todo lo primero no puede decirse, porque hacerlo implicaría la necesidad de transparentar una alianza que es profunda y particularmente discrecional. Lo último, relativo al proyecto, tampoco pueden transparentarlo, porque ha quedado perfectamente claro que esta alianza sirve para proteger y preservar intereses, pero no para defender o cristalizar un proyecto político, un programa de gobierno e incluso una visión ideológica de lo que debe ser el Estado, el gobierno o la administración pública.

Ese es un problema grave. Pues de esa discrecionalidad y falta de nociones y puntos de referencias (es decir, de compromisos contraídos y firmados a la vista de todos) parten muchos de los graves problemas que hoy tiene la administración. Aunque surgió y se supone que gobierna con una coalición, lo único cierto es que los mayores problemas y a los mayores adversarios los tiene ahí dentro, en donde se supone que todos deberían ser compañeros.

En este sentido, es impensable el hecho de que un gobierno como el actual de Oaxaca, que tiene enfrente a una oposición priista invisible, obtusa, codiciosa e inoperante, tenga también tantos problemas para cumplir sus objetivos y para materializar las acciones que intenta. Tiene todos esos problemas, sí, porque tiene muchos adversarios. ¿Y dónde están esos adversarios? En esa misma alianza, en la que las cesiones son del todo por nada. Y en la que todos gozan de los beneficios pero nadie asume los compromisos, porque nadie sabe cuáles son ni cuánto nos costaron.

Por eso, mientras aspectos como esos sigan estando en la opacidad la alianza seguirá costándonos, a todos, hasta lo que no imaginamos. Y además seguirá siendo una patente de corso para que todos sigan haciendo de ella un botín y no el compromiso por el que la mayoría de los oaxaqueños votó por el cambio. Esto es un idealismo. Es cierto, pero es así no porque una alianza no pueda transparentarse, sino porque todos los que hoy se benefician del poder prefieren la opacidad, para hacer lo que quiera a total discreción, y para no rendir cuentas a nadie.


CONDOLENCIAS

A través de estas líneas hacemos patente nuestra solidaridad y afecto hacia nuestro amigo Enrique Ceballos Bustamante, y su apreciable familia, ante la lamentable pérdida de su señor padre, el ingeniero Galdino Joel Ceballos Contreras. Los acompañamos en este profundo dolor, y hacemos votos por su pronta resignación. Descanse en paz.