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15 de diciembre de 2012

eloriente.net (Oaxaca, Oax. a 15 de diciembre/2012).- The New Yorker es una de las publicaciones de mayor prestigio en los Estados Unidos de América, tanto por el tiempo que lleva en circulación -que data de los años veinte del siglo pasado- como por la calidad de las plumas que allí escriben, pues por sus páginas han pasado escritores de la talla de Raymond Carver, Elizabeth Bishop o Julian Barnes.

Oaxaca no ha sido la excepción. A comienzos de este diciembre de 2012 (el 3 para ser precisos), apareció en The New Yorker un artículo firmado por Calvin Trillin denominado ‘Land of the Seven Moles’ (Tierra de los Siete Moles), que efectúa un interesante recorrido por la gastronomía oaxaqueña, aderezado con anécdotas de caracter personal.

El autor destaca la vocación artesanal de Oaxaca. Pero sobre todo pone énfasis en el patrimonio cultural que representa la gastronomía para el estado, donde «se utilizan ingredientes y  métodos tradicionales de su población indígena, formando una cocina que es ícono de la comida americana en el mundo».

Como es de suponerse, Trillin repara en la preparación de los tradicionales chapulines de Oaxaca, la forma en que cocina el mole amarillo y la sopa de flor de calabaza. Destaca, a diferencia de otros comentaristas en estos casos, la variedad de lugares que el autor visitó, pues lo mismo acudió a restaurantes en la zona del Jardín Conzatti de Oaxaca, hasta la Central de Abastos, el Barrio de Xochimilco o diversos restaurantes de comida istmeña en el norte de la ciudad, como La Teca.

Calvin Trillin es un colaborador asiduo en The New Yorker desde 1963 donde ha publicado cerca de 300 artículos. Fue colaborador de Time Magazine y ha escrito más de 19 libros incluyendo novelas como ‘Runestruck’ en 1977 y ‘Remembering Denny’ en 1993.

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