Por: Miguel Carbonell

Primera idea

Si la democracia supone la existencia y la concurrencia de los ciudadanos, debemos preguntarnos dónde están hoy esos ciudadanos. Los datos disponibles nos permiten advertir que cada vez un mayor número de personas pasa una parte considerable de su tiempo frente a una computadora. De ellos, un porcentaje muy relevante tiene acceso a Internet. Alrededor del mundo, más de 2 mil millones de personas utilizan Internet. Casi 900 millones tienen un perfil en Facebook y más de 600 millones utilizan Twitter. Para 2015 se estima que habrá en el planeta 3 mil 500 millones de persnas que usarán Internet. En 2017 serán 5 mil millones de seres humanos los que estén en la banda ancha.

El discurso público hace décadas que ya no está solamente en las plazas y en las calles. Desde hace tiempo se trasladó hasta los medios de comunicación tradicionales. Ahora las nuevas generaciones están abandonando a toda prisa el uso intensivo que sus mayores hicieron de esos medios. Hoy la gente se informa y se relaciona a través de Facebook, Twitter y Youtube. Si queremos construir un debate democrático e inclusivo tenemos que acercarnos a esas redes, para comprender cómo funcionan y de qué manera podemos hacer que la democracia sea un tema de interés para sus usuarios.

Segunda idea

Las redes potencian la comunicación al permitir la construcción de una suerte de “ágoras virtuales” que tienen ciertas características que las hacen diferentes a los medios tradicionales de comunicación. Las redes son: a) abiertas (en el sentido de que cualquiera puede entrar y de que siempre son accesibles: están disponibles las 24 horas del días, los 365 días del año); b) gratuitas (basta con que se cuente con una conexión a Internet para acceder a las redes); c) horizontales (es decir, todas las personas parten de una situación de igualdad; en general y salvo el caso de algunas celebridades, nadie puede abrir su cuenta de Twitter y tener en ese mismo momento miles de seguidores, sino que los mismos se irán sumando en la medida en que se haga un mejor uso de esa red).

Tercera idea

Las redes sociales son una extraordinaria herramienta para construir un tejido ciudadano más sólido al hacer fluir más información y mayor pluralidad de puntos de vista. En comparación con los medios tradicionales, las redes permiten incorporar un abanico de puntos de vista mucho más amplio y enriquecedor. Frente al enorme alud de opiniones e informaciones que circulan por las redes, el gran reto es el de construir “credibilidad” respecto de cada uno de los usuarios, así como derrotar al “odio anónimo” que tanto vuelo ha tomado gracias a Internet. Se trata del odio que proyectan individuos que hacen del insulto su modus vivendi y que suelen esconderse tras el anonimato. Tales sujetos potencian las actitudes vejatorias, por encima de la aportación de las ideas. Lo mejor es ignorarlos. Esa es su derrota.

Cuarta idea

Las redes pueden y deben dar lugar a sociedades más politizadas. Nadie duda de que en el mundo de las redes hay muchísimo espacio para el entretenimiento más banal (como el que durante décadas ha caracterizado a la televisión y al radio), pero tampoco cabe dudar de que a través de las redes la exposición de ideas, debates y teorías de todo tipo puede lograr un nivel de exposición inédito. Contando con una herramienta tan poderosa, el reto es aprovecharla para difundir los valores democráticos, para hacer más deliberativa la búsqueda de soluciones de nuestros grandes problemas, para exigir una mejor rendición de cuentas, para organizarnos como ciudadanos dispuestos a tomar las riendas del país en aquello que nos corresponda. Nunca antes en la historia habíamos tenido tanto poder de incidencia en el debate público. No debemos desaprovecharlo. Las redes son un gran factor de nivelación del poder: lo han trasladado desde las grandes burocracias gubernamentales hasta las mesas y los ordenadores de todos nosotros.

A partir de las cuatro ideas anteriores, creo que podemos extraer otros tantos puntos, que sirvan para ir pensando en una especie de ruta crítica para las redes en relación con el sistema democrático:

1) Construir contenidos para las redes. No hay que flaquear frente al pensamiento débil que todo lo banaliza. Las redes también deben servir para la difusión de pensamientos rigurosos, de teorías novedosas, de propuestas sustantivas de cambio social. En la medida en que su espacio sea ocupado con contenidos pertinentes para la defensa y consolidación de la democracia, podrán cumplir mejor con su tarea de construcción de ciudadanía.

2) Hay que adaptar más actividades deliberativas y académicas al nuevo lenguaje que requiere el entorno de las redes. Hasta hace muy poco la tarea de transmisión del pensamiento se hacía a través de libros y artículos. Hoy esa tarea sigue siendo muy valiosa, pero debe complementarse con comentarios a través de Twitter, con observaciones y fotos subidas a Facebook, Flickr, Instagram, etcétera y con videos en Youtube. Cada una de esas redes sociales tienen su propia lógica, a las que hay que saber adaptar el nuevo conocimiento de frontera.

3) Debemos abocarnos a la generación de productos multimedia horizontales, en los que en un único espacio se puedan combinar textos, imágenes, sonido y video. Los e-books ya permiten trabajar de esa manera. El reto es modificar las pautas de trabajo de muchos intelectuales, que durante décadas se han centrado en la producción de textos. Es probable que los filósofos, juristas, economistas y politólogos deban trabajar de forma cercana a partir de ahora con diseñadores gráficos e ingenieros en computación, para darle forma a su producción intelectual. No es en modo alguno imposible; al contrario, es una oportunidad para el mejoramiento de lo que hacemos desde el terreno académico. Se trata de un cambio impostergable.

4) Hay que advertir la naturaleza plural de las redes sociales. No es lo mismo Youtube que Twitter. No es lo mismo Pinterest que Flickr. No es lo mismo Google que Linkedin. Hay que a-prender a darle un uso correcto o bien puede elegirse una y centrarse en ella para desarrollar la tarea de construcción democrática. Si ese fuera el caso, quizá habría que elegir Twitter, por su capacidad de difusión por un lado, pero sobre todo porque se centra mucho en textos escritos y menos en imágenes. Pero lo ideal sería poder participar de alguna manera en varias redes a la vez, o incluso en todas.

 

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