Por: Adrián Ortiz Romero

+ Redes sociales: son un cambio de época

Las redes sociales implican un cambio de época en la historia de la humanidad, y por tanto este conjunto de herramientas de comunicación no pueden continuar la carrera desbocada que llevan hasta el momento. En México hemos visto cómo las “ladies” y los “gentleman” han acaparado muchas de las discusiones más importantes no sólo de las redes sociales sino de los medios informativos, aunque ello implique dejar a un lado la reflexión de fondo para darle paso al insulto, al imperio del escándalo, y a la banalización de ciertos temas que son los que debían ocupar el centro del debate público en México.
En efecto, la semana que hoy termina estuvo marcada por la ruidosa aparición de la senadora por el estado de Quintana Roo, Luz María Beristáin, a quien personal de una aerolínea la captó en video en medio de un altercado con una empleada, derivado de que había llegado tarde a la terminal aérea y no alcanzó a tomar un vuelo que la llevaría a la capital del país. El video fue reenviado de forma masiva en las redes sociales por el hecho de que se capta a la Senadora en un franco acto de prepotencia. Esto desató la furia de miles de usuarios de redes como Facebook y Twitter, que demostraron no sólo su capacidad de sarcasmo y de crítica, sino sobre todo de insultar y de evadir, con ello, los verdaderos temas de fondo en un asunto tan notorio y ruidoso como ese.

¿Cuáles eran esos temas? A nuestro juicio, era el hecho de que ver la actitud de la senadora más allá de la etiqueta que le endilgaron como #LadydelSenado. Es decir, respecto a la forma tan convencida en que la legisladora federal se equivoca de fondo en las funciones, naturaleza y alcance del cargo legislativo que ostenta, y sobre todo al hecho de que públicamente (y eso quedó claro en las entrevistas que dio a medios informativos a lo largo de la semana, en las que la tundieron de forma abrumadora) reconoció haberse equivocado no por tratar de usar sus “influencias” como senadora, sino por no haberlas utilizado correctamente tomando los aviones privados que sus amigos le prestan, o haciendo uso del derecho preferencial que dice que tienen los políticos en sitios como los aeropuertos.

Pero además, de eso somos corresponsables los medios informativos, que en su gran mayoría le dieron sentido “periodístico” a la información relacionada con la senadora Beristáin únicamente abonando a la tunda que de forma unánime le ponían en todos los medios informativos del país. Fueron poquísimas las voces que alcanzaron a distinguir algunos de los puntos finos de esa situación, y todos se fueron como cargada a tratar de sacar algún provecho, o rating, sumándose a los ataques que se profirieron a la legisladora.

¿Qué salió de bueno con eso? Acaso una lección para que otros políticos eviten ser prepotentes en lugares públicos, o que eviten esgrimir argumentos sin sentido como los vertidos por la senadora Beristáin. Pero fuera de eso no quedó otra cosa más que el escarnio. No hubo otro efecto porque pocos pudieron distinguirlo. Y porque al final el escándalo pudo más que la posibilidad de sacar lecciones más positivas de un asunto como este.

MUNDO SIN REGLAS
Esto revela otra cuestión: que las redes sociales siguen siendo un mundo tan anárquico que por eso fácilmente pueden ganar quienes insultan, por quienes hacen alarde de mordacidad, y por los que rebajan el discurso, sobre aquellos que pretenden pensar. Sobre esto, el escritor Roberto Saviano escribía en el periódico español El País, lo siguiente:

“Ha nacido un nuevo derecho. El derecho a las redes sociales. El derecho de poder tener una cuenta, de poder publicar, de leer y de comentar (…) Pero todo derecho tiene sus reglas. Y nadie debiera sentirse fuera de lugar al ejercerlo, nadie debiera verse obligado a hacer un slalom entre insultos y difamaciones. Y, sin embargo, eso es lo que sucede cada vez con mayor frecuencia…”

“En Twitter hay un esfuerzo por dar con la ocurrencia brillante, que a menudo es feroz. O el tuit es cínico o se da por descartado. Lo que no es cruel, desencantado, se convierte en blanco del desprecio colectivo. Lo políticamente incorrecto dicta su ley, la aberración se considera de culto, cada provocación es cool porque rompe los esquemas. Una lógica neocínica parece llevar las de ganar.

“Pero se trata de una degeneración del medio, ya que Twitter nace para comunicar: es una plataforma que pone en conexión a cualquiera con cualquiera. Todo está abierto. Puedes seguir a quien quieras, puedes leer lo que escribe Obama, Lady Gaga o tu colega, el de la mesa de al lado en la oficina. Es la capacidad de poder asistir en tiempo real a lo que sucede diariamente y de comprender los puntos de vista de los otros, de compartir sus conocimientos. Retuiteas si encuentras interesante una noticia y crees que vale la pena proporcionársela a tu comunidad. Creas tus topics, y puedes hacerlo quienquiera que seas. Luego puede pasarte que te retuitee alguien que tiene centenares de miles de seguidores y tu pensamiento comienza a viajar.

“Pero también puede suceder que en una plaza atestada, si estás falto de contenidos o se carece de capacidad de síntesis, se grite para hacerse oír. Cuando el pensamiento se simplifica, a veces solo hay lugar para la expresión radical o la ocurrencia extrema. La seriedad es banal, razonar está descartado. Por tanto, a insultar. El que te insulta en Facebook no es capaz de hacer lo mismo, sin embargo, cuando te tiene delante en persona, porque no tiene el valor de ponerle cara a un desahogo personal que se alimenta de lugares comunes y de leyendas urbanas. He leído que si un post presenta cierto número de comentarios negativos, el que lo lea se verá influenciado por esos comentarios. Las críticas son siempre bienvenidas, los insultos no.”

“LOS INSULTOS NO…”

Saviano concluye su texto (que puede ser consultado en  HYPERLINK «http://bit.ly/13R2SOp» http://bit.ly/13R2SOp) con un razonamiento cargado de lucidez: “La democracia es responsabilidad y estoy convencido de que las reglas y la marginalización —no la represión— de la violencia y de la trivialidad salvarán la comunicación en las redes sociales. El que quiera usar la red social solo para hacer matonismo mediático podrá abrir su fight club personal, sin nutrirse —como un parásito— de la fama de los demás.” Eso es lo que debíamos entender, para tener menos “ladies” y “gentleman” y más capacidad de analizar y entender hechos tan reveladores como esos.