Por: Adrián Ortiz Romero

+Saña, por obradorista, no por desobligado

Diversos medios del país han tundido con singular denuedo al ex ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Genaro Góngora Pimentel, a partir de la acusación hecha por la madre de dos de sus hijos que se encuentra en prisión acusada de fraude por el mismo juzgador en retiro. En este caso, como en muchos otros, un conjunto de datos verosímiles ven magnificados no por la importancia que pudieran tener en sí mismos, sino por las ligas políticas que tiene el protagonista de esta historia.

En efecto, desde finales del mes de mayo pasado, desde la cárcel de Santa Marta Acatitla, Ana María Orozco Castillo, acusó a su ex pareja sentimental, el ex presidente de la Corte, Genaro Góngora Pimentel, de pretender acusarla de “maltrato infantil” con el único propósito de reclamar la Patria potestad de sus dos hijos a quienes buscaría entregar luego en adopción, dijo, bajo el pretexto de su imposibilidad de hacerse cargos de ellos por avanzada edad. Antes, Góngora Pimentel la había demandado por fraude por haber puesto a su nombre, y no al de sus hijos David y Ulises, el inmueble que compró con dos millones de pesos que le dio a condición de que quedara a nombre de los menores.

Este caso tiene en sí mismo cierto grado de polémica, porque es altamente posible que Góngora Pimentel haya traficado influencias para lograr que a su ex pareja le giraran una orden de aprehensión con una celeridad inusitada, y la mantuvieran en prisión argumentando diversas razones que posiblemente en otro caso no habrían sido suficientes para mantener a alguien privada de su libertad. Sin embargo, lo verdaderamente curioso de este caso sale a la luz cuando se comprueba que mucho del “interés periodístico” que suscitó el caso Góngora en diversos sectores de la prensa de la capital del país en realidad se centraba en su cercanía con López Obrador.

Y es que, como lo expresaba el periodista Marco Levario Turcott, eso es lo que ocurre con Góngora “uno de los personajes más connotados del país, que llegó a ser considerado por Andrés Manuel López Obrador como miembro de su gabinete en caso de que ocupara la Presidencia de México (…) Varios medios críticos del político tabasqueño, dan realce, y en su manejo editorial, confieren verosimilitud, a las acusaciones que, por medio de su abogado, hace la ex esposa de Góngora Pimentel contra el ministro. Así, como si fueran jueces. Eso es lo que hace La Razón el día de hoy (23 de mayo, 2013), desde su titular principal hasta la nota de interiores. (En contraste, el diario solo dedica tres pequeños párrafos al hecho de que al ex tesorero de Andrés Granier le confiscaron 100 millones de pesos).

En un artículo titulado “El tribunal mediático contra Góngora Pimentel”, Levario Turcott asegura que “el rotativo que dirige Pablo Hiriart coloca su titular principal en cuatro renglones: Gongora Pimentel mete a la cárcel a la mamá de sus dos hijos autistas. La nota, firmada por el reportero David Saúl Vela, le confiere total credibilidad al declarante y la visión editorial se pone de manifiesto también en que en la misma portada se asocia al ex ministro  con López Obrador. Esto más nítido cuando la nota publicada en la página cinco difunde la cabeza ‘Ministro apresa fast track a su ex esposa’, enmarcada en la frase: ‘Cercano a López Obrador’, y resalta los aspectos más llamativos de las acusaciones del abogado de la ex esposa de Góngora. En ese contexto, vale la pena registrar que La Razón no consideró el punto de vista del ex ministro. “

LA POLÍTICA Y LAS ACUSACIONES

Para Levario Turcott este es un ejemplo de cómo puede hacerse periodismo de facción. Y sostiene: “Ejemplos del periodismo de facción como el anterior, también se dan desde otros enfoques políticos. Pensamos por ejemplo en esa larga y sesgada entrevista radiofónica de Carmen Aristegui a la esposa de Sergio García Ramírez, al finalizar 2011, cuando el abogado estaba siendo considerado como Consejero Electoral del IFE por los partidos políticos (que días más tarde optaron por él). En ese entonces, la cónyuge recibió la credibilidad de la periodista.

“Uno de los aspectos centrales de este tipo de tratamientos editoriales es que, en el contexto  del escándalo que los medios generan al amplificar dichos, los procesamientos legales son lo de menos, la presunción de inocencia se pasa por el arco de las animosidades políticas y el tribunal de los medios emprende sus operaciones de propaganda”, remata el también director de la revista especializada en análisis de medios, etcétera.

Pasó bastante tiempo sin que los medios que vertieron esa acusación inicial, pudieran reenfocar su oferta informativa sobre lo realmente grave. Es decir, sobre el hecho de que una figura pública de ese nivel y prestigio, fuera capaz de utilizar argumentos tan banales para mantener en prisión a la madre de dos de sus hijos. Esto ocurrió, sorpresivamente, cuando Góngora envió una carta a los medios en la que se “disculpaba” y daba visos de que este conflicto podría tener un arreglo favorable para ambas partes. Sin embargo, Góngora no actuó como lo dijo. Y fue Luis de la Barreda Solórzano, quien en las mismas páginas de La Razón, consignó lo que él denominó como una “disculpa chafa”.

Esto lo afirmaba por lo siguiente: “Genaro Góngora se ha disculpado por su conducta hacia sus dos hijos, menores de edad y autistas, y la mujer con quien los procreó, sin mover un dedo ni para que ella salga de prisión, en la que se encuentra desde hace casi un año, ni para aumentar la cantidad que paga de pensión alimenticia. Así es muy cómodo disculparse.”

Eso, sin embargo, pasó prácticamente inadvertido, porque según lo que parece, lo que en realidad le interesó más a muchos medios fue el hecho de que Góngora fuera uno de los favoritos de López Obrador. Eso condenó el caso al tribunal mediático y no al periodismo de verdad, y en el fondo escondió los verdaderos puntos importantes de un caso tan complejo como éste que, reiterando, se encuentran en el hecho de que un hombre de poder procede en un plano de superioridad en contra de una persona, para privarla de la libertad en detrimento de dos menores, que además son sus hijos.

“DISTRAÍDOS”…
¿Quién se acordó de la legalidad? Casi nadie. ¿Quién tomó en cuenta, desde el primer momento, el interés superior de los menores? Eso no importaba. Lo que en realidad tenía dividendos era acusar a un lopezobradorista, sin importar que lo que estuviera en medio fuera una grave injusticia que fue muy poco tomada en cuenta. .