El Comal: Diego Mier y Terán

eloriente.net/Hub Oaxaca

15 de octubre de 2013

Por: Diego Mier y Terán*

Recientemente participé, junto a Cecilia León de la Barra, en una entretenida charla sobre diseño y sustentabilidad, moderada por Areli Maciel, en el Palacio de Bellas Artes. Mi participación partió de una pieza clásica de la alfarería: el comal. Les comparto más o menos lo que dije.

Un simple comal va mucho más allá de su utilidad como herramienta para calentar tortillas o de su belleza como posible objeto decorativo: es la materialización de un cúmulo de relaciones bien equilibradas que lo vuelven un ejemplo de diseño prácticamente perfecto, llámese sustentable o como se quiera llamar.

Un comal consigue su forma a través de la maestría de los artesanos, quienes canalizan el conocimiento acumulado durante cientos o miles de años de experiencia. Este conocimiento es el que les indica, por ejemplo, las proporciones de barro y arena (arcilla) necesarios para darle forma, el grosor del comal, la técnica específica de quema apropiada a los combustibles disponibles y al tipo de barro, etc.

El comal sintetiza siglos de historia y está íntimanete vinculado a la tortilla. Esta no se puede entender sin la cultura del maíz que, a su vez, no se puede entender sin la milpa: un sistema bien equilibrado ambientalmente que provee una dieta equilibrada y nutritiva. Es decir, el comal articula todo un universo gastronómico, productivo y cultural.

Un artesano que produce comales generalmente conoce a la perfección la huella ecológica de su producción. No necesita hacer análisis complejos con programas sofisticados que analizan el ciclo de vida o el impacto de las diferentes fases del proceso, conoce el impacto porque carga el barro y la leña con sus propias manos. Muchas veces es el artesano quien va a la mina, barreta en mano, y carga en su espalda las piedras para hacer barro. Su contacto con la naturaleza es directo, de manera que no sólo conoce el peso de las cosas, también experimenta directamente los efectos cuando el impacto es negativo. En su caso no hay externalización de las consecuencias.

En la producción de un comal y en la alfarería en general, el impacto ambiental es reducido, sobre todo si lo comparamos con otros materiales como el plástico o el aluminio, que son resultados de industrias altamente dañinas para el medio ambiente y los humanos. Después de hacer un comal, quedan sólo cenizas, que pueden utilizarse para fertilizar, y un poco de humo. Cuando un comal se rompe, simplemente se tira al agua o a la tierra y se reintegra.

Un artesano comalero conoce y controla, de principio a fin, el proceso de producción, a diferencia de los sistemas industrializados, donde la persona conoce sólo una pequeña parte de los procesos, a veces sin conocer siquiera el resultado. Es decir, no se trata de un trabajo alienante para la persona. Aunque es cierto que la situación y el contexto económicos actuales orillan a los artesanos a trabajar intensivamente para vender sus piezas a precios ridículos.

En términos económicos también hay relaciones sumamente diferentes que no detallaré por falta de espacio, pero de las cuales podríamos aprender muchísimo. Resulta muy interesante que el uso del dinero y las ventas no lleva a una acumulación de capital que derive en grandes disparidades sociales. Desde mi experiencia personal veo con sorpresa y admiración cómo muchas veces, al comprarles piezas, los artesanos terminan regalándonos objetos y comida en tal cantidad que uno duda de las ganacias reales que hayan podido tener, sin contabilizar el afecto y las sonrisas que inevitablemente acompañan la transacción.

La producción de comales implica una forma diferente de relacionarse con el cuerpo, en su uso y al crearlo. En este caso de nuevo estamos hablando de una relación directa y armónica con la realidad material. Las proporciones de un comal tienen relación con el cuerpo, y es el cuerpo el que marca los límites y posibilidades. Al trabajar, el artesano utiliza y está consciente de su cuerpo, no se trata de una mente disociada de lo físico.

El trabajo alfarero está vinculado a los ciclos de la naturaleza, su producción depende de las lluvias, el sol, el frío y los vientos. También está asociado a los ciclos de la agricultura pues, a no ser que se trate de oficio de tiempo completo, se produce alfarería en los tiempos que no hay trabajo en el campo.

El comal se produce de la misma manera desde hace miles de años, con cambios y ajustes mínimos. Lejos de ser problemática, esta repetición es señal de un objeto en equilibrio. Esta repetición, este girar y girar el círculo durante siglos, provee estructura, armonía, e incluso una dimensión espiritual que se encuentra totalmente ausente en los artefactos de la cultura hiper-industrializada.

La alfarería es un arte vivo que se vincula con la realidad y la transforma. Es una forma de construir nuestro mundo material desde una visión sistémica e integral, en balance. Esa es una de las grandes lecciones que nos da cuando lo pensamos desde el diseño y la tan cacareada sustentabilidad.

Pero probablemente la mayor lección sea la generosidad con la que los alfareros se entregan a su oficio. Un oficio poco valorado en nuestra cultura, que demanda enormes esfuerzos, y que es mal remunerado económicamente. ¿Qué los hace seguir trabajando? En sus propias palabras: la necesidad, el gusto, el amor, el placer.

El Autor: *Diego Mier y Terán G.
Me apasiona la imagen, la comunicación, los códigos y los patrones. Amo la naturaleza. Me gusta llevar la contra y el esgrima verbal, así que porfavor comenten. En algún punto me convencí de que lo que hacemos es importante y que podemos cambiar el mundo, buscando el equilibrio en el punto medio. Yo lo intento a través del diseño, el barro y el pan hecho en casa.

Entradas relacionadas:

¿Para qué la educación?: Saúl Fuentes

eloriente.net/Hub Oaxaca 2 de octubre de 2013 Por: Saúl Fuentes Olivares Y ahora que la educación es tema de mesas y sobremesas, de salas de espera, en un taxi rumbo al aeropuerto, con quién menos se lo espera, como que no queda tan claro para qué de la educación. Y es una pregunta que me […]

October 2, 2013