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2 de octubre de 2013

Por: Saúl Fuentes Olivares

Y ahora que la educación es tema de mesas y sobremesas, de salas de espera, en un taxi rumbo al aeropuerto, con quién menos se lo espera, como que no queda tan claro para qué de la educación. Y es una pregunta que me hago y que tenemos la obligación de tratar de contestarnos. Sí, porque reconociendo la importancia de poner los acentos sobre las íes al respecto de la deficiente infraestructura escolar o la ausencia de inversiones necesarias en otros rubros, se corre el riesgo de invisibilizar la razón fundamental de la escuela o del sistema educativo.

Sumándome a lo legítimo que resulta abogar y luchar por los derechos sindicales y laborales de los profesores, considero que cuando la lucha por la educación se gremializa corre el riesgo de perder su esencia, si no existen estrategias que a la luz pública hagan evidentes las propuestas sustanciales que dan respuesta al para qué de la educación. En esto existen aportes valiosos de los profesores, pero se quedan en la sombra a la hora de esgrimir argumentos en contra de los temas de debate en los que pone acento la mentada reforma educativa. Debemos continuar con el análisis y discusión en torno a la educación, es un deber ciudadano, expertos o no del tema educativo es algo que concierne a todas y todos, porque en ella tiene su génesis una buena parte del ser social.

Y es en el ser que es importante detenernos un poco. Qué no es para ser alguien  la respuesta o razón inmediata a la pregunta del para qué estudiar que nos hacemos las familias mexicanas. Porque este para ser alguien es el reflejo de la pobre percepción que la mayoría de las familias mexicanas tienen de sí mismas, porque nos hemos comprado la aspiración a ser “desarrollados”, a pertenecer al primer mundo, donde los arquitectos y dueños de la infraestructura económica y productiva son los realmente beneficiarios de éste, una minoría oligárquica, que tienen nombre y apellido en nuestro país, los Slim, Azcarraga, Servitje, Legorreta, Salinas Pliego, Arango, Larrea, Zambrano, por mencionar sólo algunos.

Varios de estos que han sido protagonistas en el linchamiento mediático de los profesores y de otras acciones en su contra y que ha polarizado a la sociedad,  han impulsado desde hace años claros ejemplos de intervención en la educación con estrategias disfrazadas de civiles como UNETE, Bécalos y Mexicanos Primero, siendo vías que el sector empresarial ha utilizado para influir en la educación, una educación ligada al mercado y no al bien común.

El medio del mercado nos encadena en una espiral esclavizante donde para sobrevivir necesito ser empleado o emprendedor que me permita adquirir los bienes y servicios que requiero. Para eso sirve la escuela para  aspirar “obtener un empleo” donde sobresale el que más competencias tiene, el que más posgrados posee y el que esta dispuesto a ser obediente en la escala de mando que sea. Para eso nos forma la escuela, no porque la escuela sea mala, sino porque los fines no están en construir una sociedad equitativa.

Continúa reproduciéndose la falsa idea sobre la superioridad del conocimiento de las civilizaciones occidentales para alcanzar el verdadero desarrollo, fortaleciendo nuestro ser individual y no el colectivo. Llevamos por lo menos dos siglos adaptando nuestra educación al proyecto de la modernidad liberal, y los conocimientos compartidos no han podido articular un puente con las circunstancias del país y sus culturas.

Hay que crear opciones educativas que formen sí profesionistas, pero sobre todo personas con una ética de servicio comunitario, en lugar de producir futuros desempleados en una ficción del mercado laboral que valora las aptitudes de superación individual.

Es importante resaltar hacia donde nos dirigimos con la educación y con un sistema educativo que privilegie la multiculturalidad y la interculturalidad que existe en todo México, no sólo enfocarnos en los medios. La educación y sus currículo debieran contener el conjunto de conocimientos, principios, valores y herramientas que se consideren necesarias en la aspiración de lo que queremos ser como nación, como estado, como regiones, y dejar de perdernos en la inercia de producir emprendedores y demos lugar a la formación de sujetos sociales con una conciencia sólida hacia el bien común.

*Es miembro de diversos organismos civiles de los estados de Oaxaca y México. Consultor especialista en desarrollo social y en sistemas de evaluación de impacto.