eloriente.net

28 de enero de 2014

Por: Jorge Oropeza

Los medios como primer eslabón para visibilizar un problema no menor

(Derecho a saber)

Organismos internacionales coinciden en sus mediciones y análisis. La explotación laboral infantil va en aumento y urge la acción de los medios de comunicación para empezar el eslabón de conciencias que disminuya la alta tolerancia social existente al tema.

Hace unos días, el Gobierno Federal, a través de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, entregó reconocimientos a 76 empresas agrícolas por adoptar acciones de cuidado y protección a niños. Esta actividad, acompañada por una iniciativa presidencial para aumentar la edad mínima para contratar, reinsertó la urgente reflexión de visibilizar el tema del trabajo y explotación infantil en México.

Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el mundo hay 215 millones de niños que son explotados laboralmente, en México suman 3 millones y en Oaxaca 159 mil infantes. La mayoría de ellos empezó a los 5 años de edad. Sólo 6 de cada 10 pueden combinar su trabajo con la escuela. Los demás desertaron en algún momento. Además, al 71.5 por ciento les dan su pago en especie o no reciben nada.

El problema es complejo y genera un círculo vicioso de pobreza que cada vez crece más, ya que un menor que trabaja no se desarrolla ni es tan productivo como el que se prepara; asimismo, es muy probable que repita el patrón con sus hijos.

A pesar de que en nuestro país la Carta Magna, la Ley Federal del Trabajo y la Ley para la Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes velan porque ningún menor de 14 años trabaje, no es así. El principal factor que ayuda a evadir la reglamentación es la enorme tolerancia social que existe. Aquí los medios masivos de comunicación tienen un papel fundamental para hacer visible, insertar en la agenda, concienciar y generar acciones al interior de los núcleos sociales que paulatinamente reduzcan los índices.

Una encuesta realizada por la misma OIT muestra como más del 70 por ciento de las personas ven como positivo el trabajo infantil. Para ellos éste se trata de actividades formativas que además solucionan el problema de la delincuencia. Es decir, en el modelo mexicano se piensa que un niño que trabaja hoy será un hombre de bien mañana. Pocos contemplan los riesgos de accidentes existentes o las limitaciones de tiempo y capacidades que una actividad laboral provoca en el proceso educativo, llegando a alterarlo.

En México, la mitad de niños que trabaja lo hacen en el campo, la minería y la construcción. En otras palabras, sus actividades son de alto riesgo para su salud.

Estoy convencido que para grantizar el derecho a la información se requieren medios incluyentes que abonen a la reflexión de problemas sociales. Y el trabajo infantil es uno de ellos. Pero el tema sale de la agenda cuando se contrapone con otros criterios editoriales. No es prioridad en la escala valorativa de las redacciones.

Hoy por hoy, los medios y los estudiosos de los medios tienen la obligación ética de visibilizar el tema, porque ésa es la base para reducir el problema que tiene su raíz en las conciencias y la cultura de la tolerancia y aceptación.

Instancias internacionales han emitido manuales con recomendaciones para los medios sobre cómo utilizar un lenguaje incluyente sin desvirtuar ni estereotipar a los pequeños. Además, se conmina a diversificar fuentes, tomar un enfoque de derechos humanos y respetar la confidencialidad del menor sin exponer sus emociones.

El reto planteado es complicado, porque choca con la estrategia de sensibilización comprobada en la cotidianeidad mediática. Y es que sin algunos elementos como las emociones sería imposible que el mensaje llegue a la audiencia.  Ése es el principal problema de la institucionalidad de las oficinas de prensa de las dependencias encargadas de la materia. No le ponen rostro a las cifras duras y frías.

Es evidente que, ante estas posiciones, sobresale lo más importante y que no requiere debate: insertar el tema como hecho prioritario.

En síntesis, en el modelo democrático los medios deben cumplir una función social enfocando su quehacer hacia temas que sensibilicen, pero a su vez que sean útiles al colectivo, llegando a éste con un lenguaje atractivo y contundente. Lo anterior, debido a que su alcance los coloca como el primer eslabón para hacer tangibles este tipo de problemas que no son menores.

*Coordinador de vinculación de Amedi Oaxaca

 

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