Las estatuas en el futbol, representación de la inmortalidad

eloriente.net

6/septiembre/2014

Han sido construidas en honor a todo tipo de personajes. Desde las esculturas clásicas que rememoraban a grandes emperadores y filósofos de la antigüedad, hasta aquellas hechas de sólido metal que enaltecen a los más grandes estrategas militares de épocas modernas y contemporáneas. Ya sean colosos o bustos, yacentes o ecuestres, las estatuas han sido una manera de recordar y preservar en la memoria colectiva, a aquellos personajes que se han hecho representativos de una región o periodo histórico.

La costumbre ha llegado al fútbol. “Normalmente la gente se muere antes de que le hagan una estatua, ¡así que estoy venciendo a la muerte!”, fueron las palabras de Sir Alex Ferguson al ser develada su estatua a las afueras del Old Trafford. No es para menos el detalle brindado por el Manchester United para el hombre que definitivamente cambió la historia del conjunto inglés.

El entrenador escocés no fue el primero en recibir este homenaje por parte de los Red Devils. George Best, Denis Law y Bobby Charlton, conocidos como The United Trinity, ostentan una efigie a un costado del sagrado campo en el que brillaron durante la década de 1960.

Así como Ferguson y la Sagrada Trinidad del United son una atracción turística para los amantes del fútbol en Manchester, la estatua de Eusebio ubicada en el Estadio da Luz, ha reunido a los aficionados del portugués que llevó al Benfica a lo más alto de Europa en 1961 y 62.

Lev Yashin máxima figura del balompié soviético posee una escultura de bronce en el estadio del Dinamo de Moscú, equipo al que defendió por 20 años, a la par que Inglaterra honra al único capitán que ha levantado una Copa del Mundo, Sir Bobby Moore en el nuevo Estadio de Wembley.

Madrid y Rotterdam no son ajenas a ensalzar a sus héroes de esta forma. Alfredo di Stéfano, uno de los máximos artífices del madridismo posee su estatua en el campo de entrenamiento merengue, a diferencia de Coen Moulijn quien se yergue en los alrededores del estadio De Kuip del Feyenoord, equipo con el que alcanzó la gloria de la Copa de Europa y la Intercontinental en 1970.

Las formas creativas de glorificar a las leyendas del deporte también existen. El ídolo absoluto de la ciudad y el equipo de Hamburgo, así como de la Selección de Alemania,Uwe Seeler es recordado con una gigantesca escultura de bronce de más de 5 metros de alto. Pero no, no es de su persona, sino de su pie derecho con el que rompió redes al por mayor durante los 18 años de carrera profesional.

Si la máxima figura no es un futbolista, ¿por qué no reconocer a un juez de línea? Tofik Bakhramov es un nombre que resuena en los oídos alemanes. Fue el encargado de dar por bueno el remate de Geoff Hurst en la final del Mundial de 1996 que encaminó a la victoria a los ingleses. Las autoridades de Azerbaiyán le dedicaron una escultura de tamaño natural en Bakú, capital del país, para desmentir aquello del “asistente ruso” que tanto se pregonó por la época.

Si bien los futbolistas y el extraño caso del juez de línea son edificados a las afueras de un estadio para conmemorarlos, los que son más asiduos a esta clase de honores son los directores técnicos. Aquellos que guiaron las riendas del club para conquistar uno o varios títulos significativos que los dotaron de historia e identidad.

El legendario Bobby Robson posee dos estatuas, precisamente en los clubes donde pasó más tiempo en los banquillos, en el estadio Portman Road del Ipswich Town y en el St. James Park del Newcastle United. Sir Bobby Robson es superado en número de estatuas por Brian Clough, mítico entrenador del Nottingham Forest y del Derby County, quien posee sus figuras en el centro de Nottingham, en el estadio Pride Park de Derby y en Middlesbroug, su ciudad natal.

A la lista de entrenadores británicos se suma Bill Shankly y su monumento guardando al Anfield en el que hizo imbatible al Liverpool. La plana mayor del Celtic resguarda el estadio albiverde: el técnico Jock Stein campeón de Europa en 1967, el Hermano Walfrid, fundador del club y Jimmy Johnstone, el jugador más querido en la historia del equipo.

En el continente americano, Reinaldo Merlo, técnico del Racing de Avellaneda fue reconocido con una obra del artista plástico Daniel Zimmermann. En 2001 después de 35 años, fue capaz de llevar al club nuevamente a un campeonato.

Lee Wai Tong ha sido reconocido por las autoridades de China tras haber sido capitán y seleccionador del equipo nacional. Comparte honores con Bora Milutinovic, a quien en 2012, le develaron una estatua conmemorando el décimo aniversario de la participación del país asiático en la Copa del Mundo.

Muchas de estas formas de reconocimiento no están exentas de polémica, sino pregúntenle a Zinedine Zidane su opinión acerca de la obra que inmortaliza su cabezazo a Materazzi o el amarillo cabello de Carlos Valderrama pintado por el colombiano Amílkar Ariza en la representación de siete metros en Santa Marta, pueblo natal del Pibe.

Hugo Sánchez en su tradicional estampa del Señor Gol, fue inmortalizado en Veracruz. Actualmente el Pentapichichi se encuentra realizando una de sus características chilenas pateando al aire, pues el balón soldado a su pierna izquierda fue robado. Mismo destino compartido con Pelé, a quien le serraron los dos brazos en Salvador de Bahía en 2007. Los ladrones querían su propia Copa FIFA en casa.

Aunque muchos de estos monumentos han sido hechos en vida, muchos otros han sido construidos antes de que los futbolistas se retiren. Martín Palermo y Juan Roman Riquelme, fueron esculpidos junto a Diego Armando Maradona en el museo de Boca Juniors; al igual que los míticos gunners Thierry Henry y Tony Adams a las afueras del Emirates Stadium.

Las estatuas también sirven como forma de recordar sucesos trágicos. El desastre de 1971 en Ibrox, donde 66 personas perdieron la vida, fue conmemorado por Glasgow Rangers con una figura de John Greig, capitán del equipo en el fatídico día. Mismo motivo con el que el Sevilla, retrató en bronce a Antonio Puerta en sus campos de entrenamiento. El futbolista falleció hace 7 años defendiendo los colores hispalenses.

Al igual que en épocas pasadas cuando se concibió esta idea, las estatuas sirven para unir a una colectividad en torno a un suceso común. Ya sea para recordar a las grandes glorias del club, las épocas doradas en el campo de juego o hacer perpetuo un momento, aunque este no sea necesariamente alegre. Esta forma de homenaje, marca y se queda en la memoria y en la vida de todo aquel aficionado que le confiera a la estatua un profundo significado, lleno de sentimientos relativos a su camiseta y a sus colores.

Foto: cchana – Algunos derechos reservados

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