eloriente.net

3/noviembre/2014

Por Adrián Ortiz Romero

¿Qué justifica el deslizamiento de precios?

Hoy sábado el precio del litro de gasolina Premium en México alcanzará los 14 pesos, una vez que el gobierno federal aplique el décimo incremento mensual del año, como parte de su política de eliminación gradual del subsidio a los combustibles. Detrás de los llamados “gasolinazos” existe todo un entramado de argumentos que, en su gran mayoría, no alcanzan a pasar de la inconformidad o de la crítica superficial, frente a un problema que tiene innumerables matices.

La inconformidad de los ciudadanos tiene un origen muy fácil de identificar: El precio de la gasolina Magna, entre enero de 2007 y octubre de 2014, aumentó 94.23 por ciento y el de la Premium 67.14 por ciento; sólo en lo que va del año el incremento fue de 7.5 y 8.6 por ciento, respectivamente.

Nunca ha disminuido sus cotizaciones por decisión de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que desde hace más de 20 años aplica una política de ajustes mensuales al alza, y que si hacemos memoria encontraremos que esa política de deslizamiento de precios en realidad comenzó en enero de 1995, cuando luego del llamado error de diciembre, el gobierno del presidente Ernesto Zedillo decidió enfrentar la crisis económica más profunda que ha vivido nuestro país aplicando diversas medidas de emergencia, entre ellas el incremento de un centavo mensual al precio de los combustibles, que 12 años después se combinó con la política del presidente Felipe Calderón para eliminar el subsidio, con lo que llegamos a los niveles estratosféricos actuales del precio de las gasolinas y diésel en nuestro país.

Es que según dicen los expertos, en la determinación de estos precios también influye el tipo de cambio por las importaciones que se realizan, los tres impuestos establecidos en el mercado interno, el precio del petróleo y un elemento cuya información se desconoce porque está reservado: las operaciones de Pemex con su filial Deer Park de Texas, donde es socia al 50 por ciento con Shell.

Todo esto genera un gran inconformidad que intenta ser atajada por el gobierno y diversos especialistas, cuando señalan que en realidad el deslizamiento al alza de los precios de las gasolinas y diésel en México tiene dos motivos principales: eliminar el subsidio (que en años anteriores llegó a ser de 260 mil millones de pesos) que aplica a las gasolinas para mantener la estabilidad en su precio, ya que más de la mitad de los combustibles son comprados en el extranjero a precios variables, que habían estado por encima del precio de venta al público en México.

Y segundo, desalentar el uso del automóvil como una medida “verde” que ubique a los automovilistas en el costo real de las gasolinas, para que a partir de eso disminuyan el uso, los riesgos y la contaminación que genera el uso de vehículos de motor. Incluso, se lamentan del uso del término “gasolinazo”, que le da una connotación negativa al término aún cuando la medida trae más beneficios que costos al país.

JUSTIFICACIONES

Concretamente, en un texto muy interesante publicado en 2011 en la revista Letras Libres, el economista Salvador Medina señala que entre 2001 y 2005 el precio de la gasolina en México solía ser más caro que en Estados Unidos. Sin embargo, a partir de 2005 el precio internacional de la gasolina aumenta, reflejando mayores costos de producción (el petróleo proviene de pozos de extracción más difícil) y mayor demanda mundial (como el crecimiento en China). Sin embargo, según su visión, en México el precio a la venta de gasolina se ha mantenido estable debido a la política de fijación de precios.

Ahora bien, al ser los conductores de vehículos privados los grandes consumidores de gasolina del país, han sido también los principales beneficiarios de este subsidio, al que Media califica como “regresivo”. ¿Por qué? Esta política de precios de la gasolina, dice, resulta en dos efectos nocivos para el país. Por un lado, incrementa la desigualdad de la nación, al crearse un subsidio regresivo. Esto se debe a que la propiedad de los automóviles se concentra en los deciles más altos de la población. Scott señala muy bien el enorme costo regresivo de este subsidio, pues de redistribuirse a los hogares de menores ingresos, superaría por mucho los subsidios que el gobierno otorga a través de programas oficiales.

Por otro lado, un precio bajo de la gasolina incentiva el uso del automóvil y acelera las consecuencias ambientales: mayor contaminación local, gases de efecto invernadero, accidentes viales, ruido, congestionamiento y un largo etcétera que incluye costos sociales que no son pagados por los automovilistas de ninguna forma.

Quizá la única buena noticia es que los aumentos mensuales de la gasolina concluirán en 2015 porque el precio del combustible irá a la par de la inflación. Quizá esta sea la primera vez en mucho tiempo, y en un tema, en el que el cálculo de la inflación —que ha sido una de las grandes negaciones del gobierno, que siempre se resiste a reconocer el incremento del costo de vida— esté a favor de la población. Sin embargo, sólo en el último año el precio de la gasolina Magna habrá aumentado más de un peso por litro, y la Premium, casi $1.50, precios que todavía volverán a ajustarse en enero del año siguiente, y que no disminuirán en el corto o en el mediano plazo, incluso frente a los cambios que traerá consigo la reforma energética.

Finalmente, hay un punto más que vale la pena analizar. ¿Es correcto llamarlo “gasolinazos”? Pues de hecho, la gran mayoría de los ciudadanos nos hemos enganchado con ese término, ya que nos afecta directamente en nuestro bolsillo. Por ejemplo, si nuestro vehículo tiene un tanque de 60 litros, cada recarga de combustible nos cuesta alrededor de 60 pesos sólo respecto al año pasado si lo llenamos con gasolina Magna, y alrededor de 90 más, si lo llenamos con Premium. Así, ¿cómo no estar informes, y cómo no denominar los incrementos de una forma no amigable?

LOS MEDIOS ¿CULPABLES?

Sin embargo, hay una visión distinta entre quienes son expertos en el tema. El antes aludido Medina dice, al final de su texto (que puede ser consultado en http://www.letraslibres.com/blogs/polifonia/la-invencion-del-gasolinazo) que los medios tienen un papel muy importante para modificar la errónea concepción del “gasolinazo”. El que muchos medios de comunicación continúen utilizando esa palabra no es más que una falta de seriedad y profesionalismo para informar con veracidad. Información que impide un manejo responsable de la economía y sustentabilidad de la nación.

Pemex Algunos derechos reservados por rutlo flickr

Foto: Archivo ELORIENTE.NET

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