(www.eloriente.net, México, a 29 de febrero de 2016, por Argel Ríos).-
Vanidad, s. Tributo que rinde un tonto
al mérito del asno más cercano. (A. Bierce)
Hace unos días me encontré en el muro de una amiga una cita del empresario Warren Buffett, —alguien a quien sin dudarlo muchos de aquellos que adquieren sus playeras de “El Ché” en las franquicias de los “cerdos capitalistas” detestarían— sin embargo, la imagen posteada dice “contrata a los mejores y déjalos hacer lo que saben. Si no, contrata a los más baratos y que hagan lo que tú dices”.
Sin duda una frase de esas que vale la pena el RT y likes por doquier, que dejan en claro un elemento fundamental para la etapa en la que vivimos políticamente en el estado sureño de #Oaxaca.
Hasta hace unos días, los partidos políticos —algunos— definieron a quién será el que los guíe hacia el ansiado poder.
Revelados pues los candidatos de los partidos, estos seres que obtuvieron la venia de sus afiliados, deberían —de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral—“sentarse” y no salir a la calle a pedir el voto, lo que el órgano electoral conoce como el período intercampañas.
Y si bien el mismo INE no tiene muy bien definidas las reglas de cómo se debe atravesar ese período de intercampañas, si hay señalamientos sobre lo que no se puede hacer, una de ellas es acudir a eventos masivos y pedir el voto.
Entonces cómo es una etapa de “candidatos en observación” —si se le puede denominar así— debería servir para hacer un balance en los cuartos de guerra de la precampaña, de lo que salió bien de la estrategia, de cómo iniciar la campaña, las zonas a enfocarse, el discurso, la imagen, a prepararse para ganarse el voto.
Sin embargo, es tanta la avaricia de muchas y muchos políticos, que lo que buscan es explotar la imagen de ese personaje que ha sido ungido como candidato, con las fotos en las redes sociales, hoy más que nunca desean dejarse ver como parte de ese círculo del poder, aunque como dice quien también anda en campaña Frank Underwood, “la cercanía al poder los hacer creer que lo poseen” y me parece bastante clara esa línea.
Es aquí pues donde se rescata lo señalado por el millonario Buffett, es momento de revisar las estrategias, de escuchar a esas y esos a los que el candidato contrató, porque si la principal preocupación del que saldrá a buscar el voto es, primero lidiar con los egos de sus “amigas y amigos” que se sienten “alejados” y sueñan con ser la rémora en turno, entonces es mejor que su inversión en comunicación política lo deposite a la beneficencia o lo bote a la basura.
Y aquí no solo podemos mencionar a las y los egos de las y los políticos, pues también estarán aquellos que han encontrado en las campañas su modus vivendi, pero como lo dije anteriormente, para informar o ganar dinero de las élites se necesita saber y no llegar a pedir “el apoyo” por la cobertura, porque créanme que la prioridad del candidato no es salir en una foto con “el amigo de batalla” que conoce hace tres o cuatro semanas, aunque este “amigo/a” se desviva en sendas letanías sobre las bondades de tal o cual candidato.
Todas y todos pues necesitan encerrarse en su cuarto de guerra y aprender, conocer, unos su estrategia y otros los tiempos, las características, etapas y los momentos en que serán necesarios.
Nadie nace sabiendo todo, y el cuarto de guerra es una sacudida para quitar ese aire de seres intocables, de los que saben todo de todo.
El cuarto de guerra, debe servir a los candidatos para conocer, generar su estrategia y sus planes de acción, de cómo entender a los electores y ganarse su voto.
Y si la estrategia es meterse a una contienda, sabedores que perderían, para poder impulsar desde ahí una campaña en contra de “los dedazos”, se necesita contar con los elementos suficientes para hacer que ese movimiento cristalice en el momento preciso. Una jugada muy arriesgada.
Sobre todo porque si bien el número de jóvenes en las redes sociales es impresionante, lo es también que para lograr que éstos participen y actúen es necesario hacerlos sentir parte de las denuncias que los políticos hacen. En otras palabras deben analizar también su comunicación política.
Todo se reduce lo que el cuarto de guerra puede generar a partir de la comunicación, las formas de acercarse, los elementos para establecer el diálogo, brindar la información y sobre todo lograr la acción, que en el sentido del deber ser, no sería el colocar el voto en la urna, si no en transformarse en una democracia participativa.
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