“40 segundos, fue el tiempo que dedicó el Presidente de México al sector cultura, durante su mensaje del sábado en Palacio Nacional.

Exactamente lo que dura un spot largo en televisión”.

De Informes y contra-informes

(www.eloriente.net, a 4 de septiembre de 2017, por: Juan Pablo Vasconcelos @JPVmx).- El texto leído fue el que sigue: “Para facilitar el acceso a bienes y servicios culturales, se creó la Secretaría de Cultura, que ha puesto al alcance de millones de mexicanos y extranjeros, una amplia oferta de actividades en toda la República y en el exterior. En forma paralela, se continúa con la preservación del patrimonio cultural, el impulso a los creadores, el fomento a la lectura y la creación de nuevos públicos, con especial énfasis en las niñas, niños y jóvenes, a fin de que puedan apreciar y disfrutar nuestro legado artístico, histórico y cultural”.

El tiempo es oro. 40 segundos en televisión pueden costar una fortuna para cualquier mortal. Por eso, si fue mucho o poco el espacio dedicado al sector cultural en el mensaje presidencial, puede llevarnos a interpretaciones y puntos de vista infinitos, sobre todo si no se tiene claridad sobre la relevancia de las culturas y las artes en la vida de las personas y aún de las sociedades.

Las políticas culturales están llamadas a ser prioritarias para la supervivencia del Estado.

Pero esto solo pueden verlo quienes profundizan en la sustancia de la vida, se interesan en los valores de sus pueblos e inclusive quienes desean ganarse auténticamente el corazón de su gente.

Esta vez, se dedicó tiempo a otros asuntos a los cuales no puede regatearse ninguna importancia.

Por ejemplo, en lo social, los índices en cuanto a carencias sociales (vivienda, servicios básicos, rezago educativo, alimentación, seguridad social y servicios de salud) se encuentran en niveles mínimos históricos. El Presidente enfatizó que al ritmo que va el país, en una década se podría erradicar la pobreza extrema.

En salud, una prolongada disertación sobre logros, incluidos los 53 millones de beneficiarios del Seguro Popular o la protección institucional con la que ahora cuentan los estudiantes de educación media superior y superior. En lo económico, el aumento del 60% en el número de contribuyentes o la tan ansiada independencia de los ingresos petroleros, que ya no significan 40% sino 16% de los ingresos fiscales.

Los usuarios de internet llegaron a 65 millones y el número de viajes registrados en el país, en materia turística, llegaron a los 226 millones de viajes.

El presidente Peña Nieto aseguró que por primera vez en 20 años, México exportó más agro alimentos de los que importó y, en materia de gobernabilidad y seguridad, que 107 de 122 de los delincuentes más peligrosos estaban ya pagando sus penas en prisión.

Sin embargo, el informe fue acompañado de manera simultanea de una especie de contra-informe que en muchos casos desmentía, desvirtuaba o contradecía lo aseverado por el mandatario.

La activista María Elena Morera fue directa: “En seguridad y justicia fue falso lo que se dijo”.

El periodista Jorge Ramos: “Lo que no se dijo en el informe: desde que @EPN llegó a la presidencia han asesinado a 87,758 mexicanos, según cifras oficiales. La organización Artículo 19 preparó una investigación completa sobre diversos asuntos como las 1,775 agresiones contra periodistas en este periodo; la impunidad que permanece en 99.6% de lo casos o los 34 mil millones pesos que suma el gasto federal en publicidad oficial.

Junto al informe, un contra-informe.

Junto al elogio, el agravio.

Esta dualidad, palpable en países de todo el orbe, se enfatiza en países como el nuestro, donde las instituciones y aún los liderazgos no han podido fortalecer ni su autoridad ni su legitimidad.

En un país donde nadie tiene la última palabra, las discusiones se tornan infinitas.

Nadie puede zanjar ningún debate si se carece en algunos casos de la autoridad moral, en otros de la preparación profesional y en algunos más de falta de probidad en el ejercicio de cargos y encargos.

Autoridad y Legitimidad.

De alguna manera todo se reduce a estos asuntos, que tocan por cierto el núcleo de la cultura. Porque debe saberse que el término no se circunscribe a la organización de eventos ni a la difusión de las artes, como comúnmente se le considera y así se le arrincona, sino sobre todo golpea el centro de lo que somos como seres humanos y ciudadanos, es decir, dignidad, expresión, libertad, identidad.

De allí que quien toca el botón de la cultura, toca el interior de las personas.

De allí que si alguien, inclusive un presidente, desea lograr construirse credibilidad, autoridad y legitimidad, necesita adentrarse y profundizar en el campo de la cultura, interesarse en construir lazos de confianza con la gente, a partir de sus motivaciones y necesidades más sensibles.

Porque la gente importa, he escrito antes.

Importa por lo que es. Por supuesto que es relevante lo que tiene, lo que hace y puede lograr, satisfacer, curar, aprender, trasladar, acceder. Pero sobre todo por lo que es.

Por eso, 40 segundos, no es la medida de la atención del gobierno a un sector específico, sino una evidencia que explica muchos padecimientos del país, donde las prioridades están en todas partes excepto en la persona, en lo que ama, piensa, siente, imagina, crea.

Tomémonos un minuto al menos para pensar en ello.

Palacio de Bellas Artes CC Lui_piquee 4sep17

Imagen: Creative Commons Lui_piquee

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