Es la Cultura: Centro Histórico de Oaxaca y Monte Albán

“Hoy se cumplen 30 años de la declaratoria del Centro Histórico de Oaxaca y Monte Albán como Patrimonio Mundial.

Celebremos nuestra vida en un lugar excepcional”.

Oaxaca: Por una vez sobre la tierra

Juan Pablo Vasconcelos

@JPVmx

Es verdad que este instante es irrepetible. Como también lo es la mañana que comienza, el viento de ayer, este sentir entre las 7 y las 8 que todos los días viene y se aloja en la piel, pero cada vez con profundidades y matices diferentes. Nuestros hijos tampoco se repetirán nunca. El agua tibia sobre nuestros cuerpos. Tampoco nuestros cuerpos son lo que fueron y solo por hoy son tersos, o bien, solo por hoy el dolor en la zona lumbar acomete o mejor una extraña sensación de bienestar nos rodea el cráneo hasta el grado de no recapacitar que lo traemos encima.

No diré que eres irrepetible, porque ya el lugar común sería imperdonable. Pero aunque no lo escriba, debemos asumirlo. Es apasionante la idea de que en la historia del mundo millones se nos parezcan, pero ninguno sea idéntico. Podremos ser dos gotas de agua, pero de distinto río.

Somos, tomando prestado el verso de Neruda: “Por una vez sobre la tierra”. Así este momento en que te encuentro tiene algo de mítico. Nunca volveremos en estas circunstancias a leer y a dibujar estas palabras en tu mente de la misma forma. Aunque las palabras sean las mismas, tomarán un sentido diferente cuando las rencuentres algún diciembre de otro año.

Estamos rodeados entonces de singularidades.

Ahora se comprende porqué la producción en serie, la ausencia de originalidad, la copia, las segundas partes de las cintas cinematográficas, tienen tan mala prensa. Lo que intentan es ir contra la naturaleza de las cosas, cuyo carácter es la unicidad. Por eso, todas las comparaciones son odiosas, pues todas son equivocadas. Por eso, la creación es innumerable y vale la pena rendirse a sus pies, no resistirse a la espontánea e inagotable creación de las cosas.

Nosotros nos creamos y recreamos a cada instante. Nadie puede decir que de un golpe se nos dio la vida y allí todo ha terminado. Por el contrario, allí todo comienza a generarse: la infancia y sus espejismos, la ansiedad, los atisbos de felicidad cuando hallamos a alguien que nos escucha, el placer de un bocado, la enfermedad, la enfermedad que nos cura de otros padecimientos, el azar.

Nuestro devenir por lo tanto poco tiene de acabado y mucho de incertidumbre. Todo cambia en el momento menos pensado y ninguno tiene la llave de las certezas. Por eso aquella palabra, ‘perplejidades’, a la que le hiciera honor Jorge Luis Borges, resulta un término preciso para ponerse de pie frente a la vida.

Perplejidad ante el instante único, por la palabra, por la persona que somos y nunca más seremos, por la vida misma, este circo cuya función es permanente y no repite ni elenco ni escenografía.


Por una vez sobre la tierra, Oaxaca.

Si pasa con las personas, pasa con las ciudades.

Pasa con este lugar que alguna vez en la historia de la humanidad se asentó en un valle reconfortante. Si puedes, voltea y mira esos montes emblemáticos, el cielo, esa luz que a veces quema y otras solo delinea la sensualidad de los árboles, la caída de la tarde sobre las plazas.

Visto en panorámica, por una vez sobre la tierra hay una ciudad llamada Oaxaca. Nunca más otra igual. Como tampoco nunca otro Chicago, Buenos Aires o Valle de Bravo. Sin embargo, la nuestra tiene características excepcionales, desde el punto de vista cultural y monumental, por las cuales la humanidad la reconoce como un patrimonio para todos los hombres y mujeres de hoy y del porvenir.

Quizá no lo valoramos en su total dimensión y se piense que un reconocimiento o nombramiento no hace al monje. Pero ya en perspectiva —la perspectiva hasta aquí descrita— , es apabullante el honor: los seres humanos miran al Centro Histórico de Oaxaca y a la Zona Arqueológica de Monte Albán como parte de su herencia para la posteridad.

Y no solo por bella, sino porque aquí se ha expresado el genio, la técnica, el conocimiento, la pasión, algunos de los mejores atributos humanos a través de las obras, los monumentos, las casonas.

Es decir, entre todos los asentamientos y ciudades de mundo, de todos los tiempos, estos pedazos de territorio se les considera excepcionales, hitos del paso de la humanidad por el planeta.

Y si pasa con las ciudades, pasa con las personas: Juárez, Díaz, Vasconcelos, entre otros, han dejado tal impronta, que entre todos los oaxaqueños, de todos los tiempos, se les considera maestros imborrables.

Hay lugares y personas que rebasan el tiempo.

Vivimos en un lugar de esos. ¿Somos personas excepcionales? ¿Consideras que somos ciudadanos a la altura de lo sobresaliente o, más bien, un grupo condenado a la intrascendencia? ¿Nuestro paso por el mundo se perderá en el mar de lo común o al paso de los siglos se nos recordará como creadores continuos de nuevos derroteros humanos?

Este día puede servir para hacernos estas preguntas en lo individual y también en lo colectivo. Porque el significado de esta fecha no es celebrar el tesoro, sino recrearlo con nuevo sentido y recordar la grandeza de quienes nos precedieron. La tradición que somos.

No entraré a dar unas primeras respuestas. Ya imagino hacia dónde pueden ir, más aún ante el pesimismo crónico y el hartazgo tan popular en la época.

Prefiero decirte en este instante único en que nos hemos encontrado, que solo estamos por una vez sobre la tierra, que nuestro tiempo se crea continuamente, que deseo que te conviertas en un ser excepcional para la humanidad.

Como nuestra ciudad.