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30 de abril de 2018

Es la Cultura

“Leer en solitario es un placer. Uno encuentra en esa intimidad rincones desconocidos de sí mismo.

Pero leer acompañado es un viaje. Uno se aventura a las raíces comunes de la humanidad”.

Beek: Leer en comunidad, viajar en compañía.

Por: Juan Pablo Vasconcelos @JPVmx

La diferencia la hace siempre la compañía.

Cuando se tiene a un lado una voz entrañable, alguien que sigue el hilo de la conversación, nutre nuestra emoción, descubre con nosotros el secreto, le pone gafas al personaje que inventamos, entonces el tiempo desaparece, sentimos por fin la experiencia de vivir más de lo habitual, sin limitaciones, comprendidos por alguien, acompasados.

Y si esto sucede en la vida cotidiana, también pasa en esa actividad cada vez más rara en nuestras ciudades: la lectura de libros.

Rara por al menos dos hechos. Uno ya sabido pero confirmado por las cifras más recientes del Módulo de Lectura 2018 del INEGI: desde hace tres años a la fecha, el número de personas de 18 o más que lee algún material considerado en la medición, decreció de 84.2% a 76.4%.

Además, “De cada 100 personas de 18 y más de edad… 45 declararon haber leído al menos un libro, mientras que en 2015 lo hicieron 50 de cada 100” —señala el reporte comentado por Christian Jiménez en El Universal.

Y el segundo hecho: raro, porque a no ser en círculos muy identificados y en lugares con olor a café y nicotina, la lectura de libros —principalmente de papel— se ha vuelto en efecto un hábito en proceso de desaparición.

Son ballenas en altamar durante el verano.

Sin embargo, siempre hay una esperanza.

En mi caso, estoy absolutamente convencido que los jóvenes, los millennials y aún los todavía más jóvenes que ellos, tienen una conformación más humana y comprensiva del mundo. Se preocupan por el medio ambiente, el cambio climático, el desarrollo total de sus capacidades individuales, la expresión de sus opiniones, enfrentan al poder sin los resquemores de las generaciones predecesoras.

Y muy importante: no esperan que el gobierno les venga a resolver nada, porque ya se dieron cuenta que el gobierno no les va resolver nada. Si quieren hacer, emprender, crear, innovar, debe ser a través de otros esquemas de colaboración, trabajo en equipo e innovación.

Por eso, la lectura tiene su salvavidas en esa juventud: la que sabe que el mundo va más allá de las cuatro paredes de una escuela, las fronteras de ciudades o países, incluso, más allá de su comunidad local.

Han descubierto que sus redes no tienen límites, ni nacionalidades, ni prejuicios.

Como los libros.



 

Pamela Valdés

Pamela tiene 24 años y ya es CEO de la plataforma más importante de reseñas de libros en español: Beek. Su socio, Max Holzheu es incluso un año menor: 23.

Entre ambos, han construido un proyecto dirigido precisamente a esos jóvenes cuya naturaleza está en las redes —literalmente—, es decir, en la comunidad, habituados a usar el móvil para interactuar, compartir y expresarse.

Al escucharla —cruzamos una llamada hace algunos días— me da la impresión de ser una mujer incansable, valiente, libre de los atavismos tradicionales. De hecho, por su proyecto, dejó sus estudios en el ITAM y se lanzó a realizar su misión: se necesitaba crear un sitio donde las personas encuentren el libro correcto en el momento correcto, el libro que les ayude a cambiar su vida para siempre.

Pero además, donde hallen reseñas y recomendaciones sin grandes formalismos y críticas complejas, sino comentarios sencillos, sinceros y verdaderos. Una comunidad que algunos han denominado “el Facebook de los libros”, por el uso de ‘emojis’ para comentar los textos o la posibilidad de ir compartiendo experiencias como lector al momento de avanzar en las páginas de la historia.

Como todo lo grande, su periodo de gestación es una combinación de entereza, perseverancia y pasión.

Su proyecto necesitaba crecer en audiencia para poder monetizar. La frase, muy escuchada en el ámbito digital, requiere en la realidad de financiamiento e ingenio. Pamela y Max debieron visitar a 100 inversionistas para convencerlos de su esfuerzo. Y los 100 les cerraron las puertas.

Pero no bajaron los brazos. Buscaron todos los medios tanto en México como en los Estados Unidos para financiar y hacer crecer su esfuerzo, hasta que hallaron dos referentes clave: Bob Metcalf, co-fundador de Ethernet —quien con su experiencia abrió nuevas posibilidades en su modelo— y la Fundación Thiel, dedicada a financiar a jóvenes para “crear cosas nuevas en vez de estar sentados en un salón de clases”.




Filosofía del Siglo XXI

Con The Thiel Fellowship, la plataforma Beek de Pamela y Max ha podido desarrollarse hasta ahora, con 20 veces más reseñas de libros que Amazon y medio millón de seguidores en Facebook.

Lo central, sin embargo, es el cambio de filosofía. En Thiel, por ejemplo, piensan que los salones de clases y los colegios son buenos para aprender lo que ha estado bien hecho antes, pero no te enseñan a crear cosas nuevas. En esta fundación tienen un solo curso donde se prueba la idea que los jóvenes son capaces de tener éxito pensando por sí mismos, en vez de competir con carreras viejas y anquilosadas.

Allí, se persiguen ideas en vez de tener que contestar exámenes. “Se enseña a tomar grandes riesgos en vez de grandes deudas”. Pero además se pone al servicio de los becarios todas las redes necesarias para hacer crecer esas ideas: con inversores, socios, colaboradores.

Cada año reciben 2,800 solicitudes y se entregan 104 becas de 100 mil dólares, que el becario decide en qué gastar, cómo y cuando. Sin las ataduras tradicionales.

Pamela Valdés es la única latinoamericana que ha logrado ser becaria de este grupo.

No me extraña. Ella, Max, Beek, forman parte de una nueva filosofía, cuyas bases están en formación, cuyo vertiginoso advenimiento no puede ser aún previsto, comprendido y explicado, ni siquiera por los más doctos —menos aún por ellos, se podría añadir.

Pero ellos confirman la esperanza: a sus 24, lo único que desea es leer y que otros lean. Por eso, nada está perdido,

Por el contrario, ellos sí que están más cerca de la otra orilla.