No es un secreto saber que en México existen personas con talento, inteligencia y creatividad que impulsadas de manera adecuada pueden traer cambios sustanciales en distintas áreas de la ciencia, las artes y la tecnología
Reflexiones I
Una mirada a la psicología del mexicano
(www.eloriente.net, México, 31 de mayo de 2019, por Psic. Fernando Arturo Alonso).- México es un país único en el mundo, no solo por la belleza de sus paisajes o la basta biodiversidad de recursos naturales, o la calidez de su gente; es un país único porque presenta paradojas muy interesantes, que se vuelven tan comunes en el quehacer cotidiano que se transforman en invisibles.
No es un secreto saber que en México existen personas con talento, inteligencia y creatividad que impulsadas de manera adecuada pueden traer cambios sustanciales en distintas áreas de la ciencia, las artes y la tecnología. Fue el caso de 1939, cuando Guillermo González Camarena desarrolló la tecnología para tener televisión a color, o en el caso de la poesía, destacar a Octavio Paz, o el caso de la fuga de cerebros con aportaciones que pueden mejorar procesos que se van a otros países pues no tienen eco en su lugar de origen.
La pregunta aquí es: ¿por qué pasa esto?
Para poder contestar de la manera más exacta posible (si es que se puede), hay que comprender que se trata de una cuestión multifactorial, que incluye varias aristas como la historia, la cultura, la percepción del sí mismo, el lenguaje, por decir algunas.
Para simplificar esta tarea, iniciemos por la historia. El año 1521, que es el año oficial de la conquista de México, marcó un punto de diferencia que se volvería irreversible, pues la organización de las culturas originarias estaba dividida de una manera específica bajo el poderío del imperio azteca, quienes serían desplazados por los conquistadores españoles que impusieron una cosmovisión distinta a la conocido hasta ese momento. Pero no sólo eso: se encargarían de sepultar (intentar sepultar) las bases de la cultura de los pueblos originarios en términos de religión, costumbres, lenguaje, conducta. Para resumir en una palabra: cultura.
Esta imposición vendría maquillada por lo que consideraron los conquistadores como un “proceso civilizatorio”, pues la forma de vida de los indígenas era algo visto como nativo o primitivo. En esta imposición, una de las herramientas fue el lenguaje para unificar a nueva España como una colonia, y por otro lado, las creencias religiosas para justificar los modelos de explotación.
A continuación tomaremos solamente estas dos variables, lenguaje y creencias, pues por sí mismas pueden explicar y ayudarnos a entender mucho de lo que existe en la psique del mexicano y que motiva su conducta.
El lenguaje ayuda a configurar la percepción de la realidad. Las palabras son herramientas lingüísticas que nos ayudan a expresarnos y darnos a entender. Siendo empáticos, surge la pregunta: ¿cuál sería el sentir de un sujeto que de un momento a otro es obligado a abandonar las raíces de su cultura, su lenguaje –su herramienta para interpretar el mundo- para ser obligado a aprender otro? Y por otro lado: ¿cómo se sentiría un sujeto que es forzado a abandonar sus creencias, su cosmovisión para adoptar algo que le es ajeno y extraño?
Dichas preguntas tienen la función de generar empatía, más no de parecer nacionalista, pues hemos de reconocer que el fruto histórico de la mezcla de ambas culturas nos cobija a todos bajo la bandera del mestizaje, el cual por sí mismo tiene desafíos de conducta, pensamiento e identidad.
Es muy importante retomar la parte de las emociones en el desarrollo de este discurso, pues si lo vemos desde una perspectiva de cultura en general no es difícil encontrar que los mexicanos tenemos un enojo que data desde los tiempos de la conquista (por increíble o ridículo que parezca). Así mismo hay confusión respecto a la identidad, lo cual no nos deja como cultura posibilidades u opciones para resolver y convertirnos en productivos o felices. Aquí se puede citar lo que el psicoanalista veracruzano Aniceto Amaroni refiere como “chiste acre catártico”. Él explica que es a través del humor que los mexicanos podemos defendernos –y nos hemos defendido- de las injusticias que hemos percibido del medio, denotando también impotencia.
Como punto final solo cabe abordar que el papel de las emociones dentro de la conducta humana es central, pues realmente lo que nos mueve y conduce nuestras conductas es una parte emocional, como lo demuestra el Premio Nobel de Economía 2015, Daniel Kanheman con la economía conductual. Por lo mismo es necesario hacer un análisis exhaustivo del estado emocional de los mexicanos y su relación con la conducta, motivación y productividad.
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