Este es un breve recuento de los terremotos sucedidos en Oaxaca, según notas de Guillermo Rangel Rojas.
Notas de Guillermo Rangel Rojas
1603
“1603, y el último día del mes de diciembre a las nueve del día fue tan grande el terremoto que sobrevino a esta ciudad* (de Oaxaca, con magnitud de 7° en escala de Richter, con intensidad VIII de Mercalli) y otras comarcas que pareció un día del juicio final… nuestro convento… con el peso se cernieron fuertemente dejando… tan lastimadas… poco más de dos meses hasta marzo, (1604)…
en que envió Nuestro Señor segundo terremoto a las mismas horas de la mañana… el movimiento fue tan grande que arrojó los Libros Corales del atril, el estruendo de los montes correspondía al de los edificios todos se sacudían de sus cimientos, cayéndose tantos que la polvadera que levantaba la tierra confundía la región del aire, los alaridos de los perros sobresalían entre las voces y gemidos de los hombres y mujeres con sus niños, que desamparando sus casas hacían triste y lamentable armonía que turbaba a los de mayor aliento, y con un cuarto de hora que duró, se vieron y oyeron tantas causas de dolor, que cayeron desmayadas como muertas muchas personas, y algunos religiosos nuestros, que oyendo chocar unas con otras las tejas, y crujir las vigas de la cubierta de la iglesia, salieron huyendo al claustro, oyeron el golpe de toda la Casa de Novicios y parte de un dormitorio, y sacristía que se vino al suelo y el nublado lóbrego que levantaba, ellos sin alientos se tragaban entre el polvo las cenizas de la muerte, y casi embargados de ella cayeron en el claustro temblando del horror y espanto, los que quedaron vueltos a mejor… postrados unos de pechos, otros de rodillas en el coro pidiendo misericordia solicitaban aplacar su ira, pero el estrago fue tal, y tan notorio en toda la ciudad, que entre graves ruinas de las casas de los vecinos las de la nuestra fue crecida… (Burgoa, pp. 308-309).
“El 18 de marzo, al verificarse la primera ceremonia… sobrevino un nuevo terremoto más violento que los otros (magnitud 7.5° Richter y con una intensidad de X en la escala de Mercalli) …corrieron todos fuera de sí por espanto, sin pensar en el acto religioso. …y en la protección del Señor San José, cuya fiesta celebrada en la iglesia… A estas voces … volvió en sí la muchedumbre que ordenándose de nuevo llevó en procesión a Catedral a la venerada imagen.
Después del novenario, fue jurado solemnemente patrono de la ciudad contra tan terrible azote, el Santo Patriarca José, a cuya protección se debía que en tantas ruinas de edificios y en tan peligrosas hendeduras de otros, ninguno hubiese muerto. (Gay p. 390)
1887
“Los temblores fueron terribles en el año de 1887. El 28 de marzo de este año a las doce del día, se sintió un espantoso movimiento que duró cerca de cinco minutos, repitiendo en la tarde y en la noche con varios sacudimientos. En Acapulco también se sintió, el mar se vio correr en retirada, y luego crecer y rebosar sobre el muelle, repitiéndose esto varias veces por espacio de veinticuatro horas al mismo tiempo que la tierra se cernía con frecuentes terremotos. En la playa abierta salieron de caja las aguas del mar, derramándose con fuerza y arrastrando entre sus hondas gran cantidad de ganado. Que pareció, algunos costeños, con el mayordomo de la hacienda de Francisco Ríos, Regidor de Oaxaca, pudieron salvar sus vidas encaramándose en los árboles hasta que se retiraron las aguas.
Algunos pescadores, en la Barra de Alotengo, a las once horas de ese día, vieron con asombro que el mar se retiraba, dejando descubiertas, en mapas de una legua de extensión, tierras de diversos colores, peñascos y árboles submarinos, en que retrocedió y luego con la velocidad con que se había alejado cubría con sus hondas los bosques de la playa en la que se internó más de dos leguas, dejando entre las ramas de los árboles, al volver a su caja, muchos y variados peces muertos; algunos de los pescadores perecieron, y otros pudieron salvarse muy estropeados. Hasta el tres de abril se habían contado treinta y cinco terremotos en Ometepec.
En Tehuantepec arruinó el mismo temblor la iglesia del Barrio de San Sebastián, rompió los muros del templo principal y fue acompañado por espantoso ruido del mar, que arrojó a la playa peces y conchas de extraña figura. (Gay, p. 426-427.)
Bibliografía:
Gay José Francisco, Historia de Oaxaca. Editorial Porrúa. México. 2000.
Burgoa Francisco de. Palestra Historial. Editorial Porrúa. 1989
Imágenes: terremoto de 1931.
*La línea metodológica que siguen los sismólogos y protección civil para convertir la crónica en un informe de daños son la magnitud, intensidad y duración. Aunque algunas crónicas refieren un tiempo exagerado, (las herramientas científicas y tecnológicas nos indican hoy que un sismo dura entre 5 seg, y 1 minuto) esto no afecta para el cálculo, y la intensidad es una descripción cualitativa de los efectos de los sismos; en ella intervienen la percepción de las personas así como los daños materiales y económicos sufridos a causa del evento.