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Por RFI

En 2019, unos 15 desastres costaron al menos 1.000 millones de dólares cada uno. Para siete de ellos, la cuenta supera incluso los 10.000 millones de dólares, según la conclusión de un informe de la ONG británica Christian Aid, que se basó en datos en acceso libre.

Arriba de la lista se encuentran los incendios forestales en California en octubre-noviembre por 25.000 millones de dólares, las inundaciones en China, Estados Unidos e India, y los tifones Hagibis en Japón y Lekima en China. Cada vez, señala la ONG británica Christian Aid que publicó el informe, el desastre está vinculado al calentamiento global.

Christian Aid explica que si bien, en términos humanos, las poblaciones más pobres pagan el precio más alto, «en cambio, los costos financieros son más altos en los países ricos».




A pesar de las sumas astronómicas involucradas, algunas estimaciones son sólo parciales. En algunos casos, sólo se calculan los daños a los bienes asegurados y según la ONG, no se tomaron en cuenta todas las pérdidas de productividad.

Sin embargo, más allá de estas consecuencias a corto plazo, es de esperar un impacto económico duradero. El CDP (ex Carbon Disclosure Project, organización que apoya a empresas y ciudades para revelar el impacto ambiental de las grandes corporaciones), que analizó las mayores empresas cotizadas en la Bolsa, estima los riesgos vinculados al cambio climático en casi un billón de dólares, incluyendo el precio de las emisiones de carbono. Esto también estaría vinculado a una caída de la capacidad de producción.

Menos del 35% de beneficios

La agricultura es un sector en riesgo. Gran parte de Australia, por ejemplo, lleva varios años enfrentándose a la sequía. Los márgenes de los agricultores se han reducido considerablemente: menos del 35% de beneficio para los grandes cultivos. Según ABARES, la Oficina Australiana de Investigación Agrícola, Economía y Ciencia (Australian Bureau of Agricultural Research Economics and Science), en promedio, a nivel nacional, la producción cayó un 8% entre la segunda mitad del siglo XX y el período 2000-2019.

La Comisión Mundial de Adaptación, copresidida por el ex secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon, Bill Gates y la presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI) Cristalina Georgieva, estima que para 2050 las cosechas podrían disminuir en un 30%. Los 500 millones de pequeños agricultores en el mundo serían los más afectados.

También hay que tener en cuenta los costos de las consecuencias humanitarias. El número de personas que necesitan ayuda humanitaria debido a los desastres naturales y al impacto socioeconómico del cambio climático podría casi duplicarse para 2050, según el cálculo realizado por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Si no se hace nada, de aquí a 2030 se necesitarán al menos 20.000 millones de dólares anuales para financiar esta asistencia.

 

Prueba de resistencia al cambio climático

Las entidades financieras empiezan a tomar en cuenta los riesgos climáticos. En 2020, Francia someterá sus bancos y compañías de seguros a pruebas de resistencia. El Banco de Inglaterra también tiene la intención de poner a prueba la capacidad de resiliencia de sus instituciones. La nueva presidenta del FMI, Cristalina Georgieva, anima a todos los bancos centrales a hacer lo mismo.

No obstante, los costos asociados al cambio climático son difíciles de evaluar debido a los diferentes escenarios posibles de la curva de temperatura y del grado de adaptación que se podrá tener.

 

Invertir para adaptarse

Si bien las empresas encuestadas por el CDP anticipan riesgos, la mitad de ellas también ve oportunidades relacionadas con el desarrollo de nuevos productos y servicios.

Las investigaciones de la Comisión Mundial de Adaptación han puesto de relieve los beneficios de ciertas acciones para adaptarse al clima. La aplicación de cinco medidas –como sistemas de alerta, la protección de los manglares, la construcción de infraestructuras más resistentes, o la mejora de la agricultura en zonas secas– sería fructífera. Una inversión de 1,8 billones de dólares entre 2020 y 2030 podría generar un beneficio neto de más de 7 billones de dólares.