Liliana Porter y Ana Tiscornia reflexionan de manera indirecta sobre el quehacer artístico en el aislamiento a través de una obra de teatro filmada con celulares
«El quehacer artístico, en estos tiempos desconcertantes, nos da una suerte de inmunidad, no contra el virus, sino contra del miedo, el aislamiento, la locura, el caos. Es un privilegio tener una herramienta que nos da la oportunidad de comunicarnos con otros. Obviamente, también es un desafío, pero quién sabe, el arte es siempre un experimento que implica un reto. Con esta idea en mente es que, ya en camino a la cuarentena, empezamos a pensar en hacer una obra teatral filmada en teléfonos, cuyas escenografías serían las casas de cada uno de los actores. La situación y la forma fue dictando los conceptos a enfatizar: tiempo, discontinuidad y aislamiento», describen Liliana Porter y Ana Tiscornia sobre este proyecto de teatro filmado con celulares, ahora en la Sala 10 del MUAC.
«Están, por supuesto, quienes de un modo u otro, han querido dar forma al vacío. Cuando la cuarentena se declaraba en Estados Unidos, durante la primera semana de marzo de 2020, las artistas Ana Tiscornia y Liliana Porter salieron de Manhattan para refugiarse en su casa localizada en la parte alta de Nueva York. En pocos días vieron, como muchos, que su agenda quedaba desierta: compromisos de viajes, exhibiciones y conferencias iban cancelándose, a la par que las cifras de contagiados, hospitalizados y muertos empezaban a dar cuerpo a una catástrofe sin precedente en nuestras vidas. En lugar de quedar ateridas a la televisión y las redes sociales, la pareja de artistas tomó el aire y definió su ruta, como dice un apunte que tomaron el 12 de marzo del 2020: “Nuestra suerte es el arte”», escribe Cuauhtémoc Medina en la página que presenta la obra de las artistas.
«Los actores debían encarnar situaciones que mostraban el esfuerzo absurdo por dar continuidad a la práctica del teatro, la música, la declamación y la danza en ausencia del espacio común. Los episodios constituyen, al mismo tiempo, una comedia y un drama: la puesta en acto de un arte escénico que explora con humor y oportunismo su asfixia y agonía. A la vez sugieren que cada uno de nosotros, atrapados en nuestra cárcel personal y asomados al mundo por medio de los dispositivos y las pantallas, nos hemos reinventado como parte de una inmensa compañía de teatro de carpa sedentaria. Gitanos y cirqueros sin orquesta ni caravana que hacen válido segundo a segundo un lema que también es de resistencia: “El show debe continuar”.»
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Toda la información, los textos y las imágenes fueron tomados de la página del MUAC.