La pirata del oriente, Por Eva Bodenstedt
Rosaura Revueltas
Hablan los recuerdos. 30 de abril de 2021 y de 1996. Escucho ese ayer: 5:00 AM. El timbre del teléfono me despierta, sé que es mi padre y que me llama para darme la noticia de la muerte de mi abuela; todos sabíamos que iba a morir muy pronto, que llevaba meses muriéndose, que ya se soñaba en otra parte.
Lo sabía yo, sabía que no volvería a recibirme en su Quinta Rosaura a mi ni a nadie con los brazos abiertos vestida de blanco, con su falda y su blusa mexicana de encajes, con su sonrisa franca en el rostro límpido. Ahí mismo falleció en la madrugada de hace un cuarto de siglo, el mero día del niño la velamos, y al siguiente, la llevamos al cementerio sin que nadie faltara a sus labores correspondientes porque el primero de mayo es libre por ser día del Trabajo. Parecía como si se hubiese puesto de acuerdo con la Catrina para que hasta el día de su despedida no fuese una molestia para los demás. Así era ella…
No acababan de llegar ese martes de 1996 los arreglos florales con su nombre: Rosaura Revueltas, y debajo en el listón el de la Institución correspondiente, y ya en mi ardía la rabia por la hipocresía: México Estado y sus entrañas del arte invisibilizaron desde 1952 a la prometedora actriz mexicana porque así lo dictaron los vecinos del país del norte con su afán de perseguir y destruir la vida de quienes ellos consideraban comunistas y por ende, enemigos de su proyecto económico y social para consolidarse como lo que son desde el tiempo de la Guerra Fría. Pero, ¿Rosaura comunista? No.
Rosaura había ganado para esas fechas premios nacionales como el Ariel en El cuadrante de la soledad (1950), (escrita por su hermano José, dirigida por Ignacio Retes y con escenografía de Diego Rivera) y el Cuauhtémoc por su participación en Un día de vida…, y ante las puertas cerradas para ella en su país desde que realizara la primera película censurada en Estados Unidos, y por el contrario las puertas abiertas en Europa no sólo para ganar premios allá sino para ser invitada a trabajar como la primera actriz extranjera y principal en en el mejor teatro alemán en ese momento bajo la dirección de Bertolt Brecht. (Rosaura sabía hablar alemán, además de haberla inscrito sus padres en el mejor colegio que había entonces, el alemán, se casaría con mi abuelo que llegó de Alemania a México después de la primera Guerra Mundial).
La vida, la familia y la obra de Rosaura y sus hermanos fueron determinantes en muchos sentidos, no sólo el artístico, sino en el social y político también.
Quizá conozcan la obra del músico Silvestre Revueltas, como Redes y Sensemayá, la obra plástica del pintor Fermín Revueltas, y o las obras diversas de José Revueltas, el escritor, como El Apando, Los muros de agua, Los errores entre otras obras magistrales que inclusive en este gobierno le pusieron a las Islas Marías Los Muros de Agua por haber sido ahí a donde encerraron a mi tío abuelo por luchar contra la injusticia de este país desde que tenía 14 años. Fue el primer niño que pisó esa cárcel.
En una especie de sin tiempo la veo al final de los años setenta saliendo y entrando de su cuartito con los apuntes de la estirpe de los Revueltas bajo el brazo para transformar la cotidianidad en su casa de Cuernavaca, Morelos, en un inusual confesionario con el que reconstruiría una biografía que guarda para siempre esos ayeres.
No importó que ellos estuvieran ya sepultados, existían en algún lugar, y cuando mi abuela le comparte a la familia su decisión, mi tía Chelito ― la hermana mayor— abrió baúles, cajones y episodios olvidados para recuperar las fichas imperecederas y los valiosos secretos de la familia para hacer posible una edición que publicó Grijalbo en 1980 y saldrá reeditada en poco tiempo por el Fondo de Cultura Económica, con lo que brindará a los lectores la historia íntima de esta ejemplar y peculiar dinastía mexicana que conforma un abanico en todas las artes: música, pintura, literatura, danza, cine, teatro, y que logra su éxito a partir de la perseverancia, de esa inquebrantable columna vertebral formada por Romana Sánchez y José Revueltas a finales del siglo antepasado e inicios del pasado.
Cien años después vuelven a presentarse los recuerdos.
Dentro de la ira de aquel martes 30 de abril de 1996, se me ocurrió mejor arrancar los pétalos de las flores de esas coronas hipócritas para hacerle a mi abuela un camino blanco y amarillo desde la puerta de la casa hasta la de la salida, a donde la llegaría a recoger el carro de la funeraria. No quiero que se vaya sin sendero —me dije—. Nadie había visto su cuerpo tendido en la caja de madera clara. Encima estaba su rebozo de seda y soledad y encima de éste le puse su falda blanca y un retrato suyo. No puedo gritar —escribí entonces—, sólo susurro su nombre y le digo Oma, Omita linda hundiendo mi cara en el regazo de su blusa.
Cuando la vida me dolía demasiado la llamaba llorando para escuchar sus consejos y luego empezar a creer, a reír, a nunca olvidar que soy niña. Entonces lloré por ella sin entender lo que era la muerte mientras todos aplaudían mientras los hombres la llevaban por la blanca vereda de flores hacia el final. Un aplauso por su vida, un aplauso largo de verdad habitó la Quinta Rosaura, hoy ya inexistente.
Algo cambió sin remedio. Los recuerdos volvieron a hablar dialogando con el mañana. De pronto se apareció un empezar de nuevo, pero desde entonces fue diferente, no era desde la nada, era empezar a caminar sobre la ruina de los muertos —escribí en ese ayer que regresa hoy, pero hoy escribo que es caminar es de la mano a la obra de los inmortales, no sobre sus ruinas.
Hace unos días una plataforma digital en facebook presentó un documental sobre ella que miramos los invitados en el zoom presentes así como la gente que se conectó.
Me vi entonces hace 19 años aún sin saber lo que me habían dejado dentro del archivo de Rosaura Revueltas que hoy está en mi poder con el fin de revivir quién fue ella y por qué lucho, lo que significó su lucha, y la fuerza que hoy tiene su voz dentro de un presente en donde las mujeres se unen como lo hizo ella en nombre de Esperanza Quintero mientras continuamos siendo brutalmente atacadas en tantos frentes.
Y sí, así tan valiosa como la obra de Silvestre, Fermín y José disponibles en tantos lados, así la de Rosaura Revueltas, mucha de su obra disponible en Youtube, por ejemplo la Sal de la Tierra y pronto en el Fondo de Cultura Económica, Una Biografía Familiar, Los Revueltas, por Rosaura Revueltas.
Aquí el link del homenaje hace unos días: https://www.facebook.com/revistapantalla/videos/204751827890875
Ella está sola —escribí en 1996—, como siempre sola, sola va por las calles de esa ciudad de casas encerradas tras los muros.
Sola con la sal de la tierra.
Más videos en el Canal de Youtube de El Oriente: