El Barrio de la China

Por: Alex

Para el periodista, todo es motivo de observación y esto viene a cuento porque durante la reciente campaña electoral para diputados federales asistimos de “metiches” a un animado acto cívico precisamente en ese barrio, en un tiempo el más típico de la ciudad de Oaxaca

¿Por qué se llama Barrio de China? Tal vez no todos lo sepan y seria cuestión de apelar a nuestros escritores costumbristas que saben de esos achaques y nos darían pelos y señales; pero en tanto alguno de ellos echa su cuarto de espadas, nosotros, indoctos en tales menesteres, expondremos lo nuestro.

El barrio de China de Oaxaca no es oriental ni siquiera por su ubicación pues se halla al poniente; no es tampoco el “barrio Chino” de algunas ciudades porque aquí nadie sabe nada de Mao Tse Tung ni mucho menos de Chang Kai Shek ni de Fu Man Chú, tampoco abundan (aunque no escasean) los ojos oblicuos ni las muchachas del rumbo tienen el pelo rizado para llamarse “chinas”…

Sin embargo, de allí arranca el nombre y el atavío de la mujer más representativa de la capital de Estado: la China oaxaqueña.

Es rumbo de alfarerías y a lo mejor se llamó Barrio de China debido a que los vecinos se dedicaban o se dedican aún a la fabricación de loza y ya sabemos que lo más famoso entre nosotros del país de Confucio es precisamente la loza de China.



Existe todavía aunque abandonada lamentablemente, la famosa Pila de Juan Diego que en sus tiempos surtía de agua a la barriada: a ella acudían con sus cántaros a eso del atardecer, las muchachas con sus mejores galas, esto es, con sus enaguas de chillante color, adornadas con encajes y listones blancos, con sus arracadas de oro y con sus rebozos bien llevados, con ese donaire de la oaxaqueña, con ese garbo único que la caracteriza y que hizo exclamar al francés aquél de la canción:

“Llévame oaxaqueña,

llévame a tu país…

Llévame a aquella tierra

donde te conocí…”

La pareja masculina de la China Oaxaqueña era el “sacrificio”, un tipo de hombre bravucón y fandanguero que ya va desapareciendo.

Y en sus fiestas, el Barrio de China presenta sus calendas con canastas adornadas con figuras de flores y con marmotas y si de bailar se trata durante los Lunes del Cerro, se dan vuelo con el Jarabe del Valle o se deslizan cadenciosa y solemnemente con el clásico “Dios nunca muere”…

Barrio de placeras risueñas y parlanchinas, maestras para el “regateo”, devotas de San Juan de Dios y de la Soledad, barrio de leyendas, barrio de artesanos que con sus manos producen esa cerámica que rivaliza con la loza de China, el Barrio de China es el de más personalidad en Oaxaca.

Tal es mi interpretación que si no resulta feliz, si lleva el elogio sincero dedicado a la mujer oaxaqueña que aún conserva su garbo y señorío y que en sus fiestas luce el primor de sus atavíos, marco deslumbrante de su belleza, pincelada de color y de luz sobre el tapete eterno de nuestras tradiciones.

*Alex (Pseudónimo de Néstor Sánchez Hernández), Revista Oaxaca en Mexico, Julio 1961.

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