Para los oaxaqueños, las fiestas de la Guelaguetza, que se celebran formalmente desde hace 80 años en el mes de julio, representan una revaloración de sus raíces, pero, actualmente dicho evento no solo es una representación cultural o folclórica, es, al mismo tiempo, una de las principales fuentes de ingreso directas para el estado, principalmente en las regiones de Valles Centrales y la Costa.

En este sentido, se destaca que el sector dedicado al turismo en nuestro estado es de importancia, ya que una cantidad importante de habitantes se dedican a la prestación de este tipo de servicios; prueba de ello, es que el sector terciario representaba para 2010, el 47.60% de la población ocupada en la entidad, según el INEGI.

Por tal motivo, después de los acontecimientos de 2006 en la capital, las personas que se emplean en dichas actividades han procurado una mayor promoción del estado y, por ende, una mayor atracción de turistas locales, nacionales y extranjeros; sendero que vale decir a sido complicado, ya que la imagen pública de Oaxaca se encuentra en un proceso de constante deterioro, esto a causa de  las marchas, bloqueos y los diversos conflictos que son parte de la vida diaria local.

Con base en ello, el reto de 2012 no es menor, la realidad va más lejos de su presencia en ferias turísticas, actividades internacionales, apertura de nuevas rutas aéreas, aumento en el presupuesto destinado a tal fin; en Oaxaca el mes de julio representa un desafío, ya que los diferentes grupos y organizaciones sociales lanzan amenazas al Gobierno del Estado para que, presionado por la presencia tanto de visitantes como de diversos medios de comunicación, éste acceda a otorgarles sus peticiones.

Lamentablemente, en ocasiones no se quedan en la etapa de amenazas, algunos de ellos deciden accionar y generan complicaciones a la dinámica, tanto de la vida cotidiana como de los eventos que se llevan a cabo en torno a la Guelaguetza, provocando un clima de encono en los habitantes y turistas, lo cual genera un efecto negativo directo en el consumo interno, pero por otra parte se manda una señal negativa a los inversionistas, quienes al proyectar prevén escenarios de mayor riesgo y, pueden tomar la decisión de no invertir.

En la misma tónica y como datos inherentes, cabe destacar que en las festividades de Guelaguetza en 2011, se alcanzó una derrama económica de 191 millones de pesos, de acuerdo a reportes de prestadores de servicios (hoteleros, restauranteros, agencias de viaje), así como de otras empresas del sector público y privado; por lo que este año, el Secretario de Turismo y Desarrollo Económico, José Zorrilla, informó que tan sólo en la venta electrónica de boletos de las cuatro presentaciones a realizarse el 23 y 30 de julio, se preveía recabar entre nueve y diez millones de pesos, pero que en general durante dicho periodo se podría recabar poco más de 205 millones de pesos.

De forma paralela, dado el contexto local, es inevitable mencionar la Guelaguetza Popular” de la Sección 22 del SNTE la cual, según su dirigente Azael Santiago Chepi, genera una derrama económica importante al estado, ya que de acuerdo a sus datos, al evento acuden un promedio de 25 mil personas.

Es de esta forma como la economía oaxaqueña, lejos de encauzarse por la un sendero de mayor estabilidad y crecimiento, se encuentra sometida a diversos intereses políticos, los cuales en este artículo no se ponen a discusión sobre su legitimidad, pero que sin lugar a dudas son cadenas pesadas que se suman a los antiguos rezagos de las ocho regiones de la entidad.