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12 de septiembre de 2012

  • Las personas mayores son más vulnerables a los corajes
  • En personas diabéticas, el mal humor provoca descontrol de la glucosa y más daño renal

Enojarse frecuentemente o estar de mal humor en forma constante es resultado de emociones encontradas que repercuten en la salud, lo cual condiciona manifestaciones leves como dolor de cabeza pasajero o situaciones graves como infarto o complicaciones de alguna enfermedad, advierte especialista del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

La doctora Irma Corlay Noriega, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital de Especialidades, del Centro Médico Nacional (CMN) Siglo XXI, explicó que las personas con mal humor crónico (que viven enojadas) tienden a desarrollar más la diabetes, presentan más alteraciones de la presión arterial y sufren dolores de cabeza o migraña frecuentes.

Añadió que el enojo o mal humor no sólo repercute en la familia, en la vida social, con los amigos o en la vida laboral, sino también en el estado de salud, pues al enojarse hay una serie de cambios a nivel del cerebro, que involucra los neurotransmisores –sustancias que equilibran el organismo–, mismos que al sufrir alteraciones, pueden ocasionar daños.

Los enojos constantes tienen consecuencias a nivel del corazón, con aumento del ritmo cardiaco, presión arterial, flujo sanguíneo, además de que se produce vaso dilatación, agitación, sudoración, taquicardia, y en personas susceptibles puede ocasionar un infarto, precisó la especialista del IMSS.

Expuso que cuando algunas personas se enojan, manifiestan problemas a nivel de la piel, tienen enrojecimiento, aparecen manchas y presentan prurito (comezón); mientras que quienes padecen diabetes y hacen corajes, lo primero que sufren es mayor descontrol de la glucosa a nivel sanguíneo, lo que a su vez produce más daño renal, gástrico, así como en todos los tejidos y órganos.

La doctora Corlay Noriega puntualizó que las personas con mayor edad, por ejemplo, los diabéticos, hipertensos, con daño renal, que cursan con padecimientos crónico degenerativos, tienen más vulnerabilidad ante los corajes.

Se refirió al “dicho” de las abuelitas, relacionado con que después de un susto o de haber hecho coraje, se volvieron diabéticas, el cual dijo, no es tan coloquial o superficial, pues efectivamente después de un episodio de éstos, puede haber cambios metabólicos. Por ello, señaló, desahogarse o hacer catarsis, siempre ayuda a disminuir el coraje.

Recomendó estar atentos a los signos de alerta o alarma, entre ellos, el constante coraje, mal humor, irritabilidad, agresividad, enojarse por cualquier cosa, síntomas de trastorno ansioso depresivo, ya que quienes los padecen, deben buscar atención médica oportuna y evaluación del psiquiatra.

Foto: IMSS