eloriente.ne/ Artes y tradiciones de México

POR: CELIA RUIZ

13 de noviembre de 2012

La figura de Frida Kahlo ha trascendido a su época y a los círculos de arte, y sigue siendo un icono de máxima vigencia reconocido en todo el mundo. Su personaje enigmático, plagado de simbolismos tiene un peso tan importante como su legado artístico y no se conciben el uno sin el otro.

Frida construyó su imagen bella y dramática a base de elementos de la cultura indígena mexicana, del uso de colores, tejidos bordados, peinados y joyas que se desmarcaban de los gustos de la época. Esta representación que hizo de sí misma reforzó su identidad y fue símbolo reivindicativo de las raíces indígenas de una nación cuyas tradiciones estaban perdiéndose por las nuevas corrientes llegadas de Europa.

“En otra época, dice Frida, me vestía como un muchacho, llevaba el pelo corto, pantalones, botas y una chamarra de cuero, pero cuando iba a ver a Diego me ponía mi traje de tehuana”. De la influencia de Diego Rivera en el vestuario de Frida se ha hablado mucho y lo cierto es que el pintor, muy comprometido con el movimiento nacionalista mexicano, vio en Frida un símbolo y dijo públicamente que ella y sus trajes reencarnaban el esplendor nacional. El traje de tehuana, que lleva la blusa llamada huipíl y una falda, es original del Istmo de Tehuantepec, donde la mujer es poderosa y juega un importante papel en la sociedad. Parece ser que este fue uno de los motivos que la llevaron a elegirlo.

A partir de su boda con Diego, usó este tipo de atuendos habitualmente, porque además le permitían disimular las secuelas que le habían producido la polio y un gravísimo accidente de autobús que sufrió en 1925 y que la incapacitó de por vida.

Junto al simbolismo estético del que quiso rodearse, también existió el gusto por la moda y por la búsqueda de una propuesta diferente, auténtica, que la llevó a convertirse en un icono de la moda de su tiempo. La revista Vogue norteamericana la sacó en portada en 1937 fotografiada por Nickolas Muray.

Estos magníficos trajes han permanecido ocultos durante 50 años. Diego Rivera pidió en su testamento que sus ropas y objetos personales se guardaran bajo llave durante 15 años, con el fin de preservar la intimidad de ambos. Dolores Olmedo, la albacea encargada de hacer cumplir las últimas voluntades del pintor, fue más allá y mantuvo cerrado el legado hasta la fecha de su muerte en 2002. Dos años después, se abrieron el cuarto de baño y los baúles y roperos donde habían estado guardados 6.000 fotografías, 200 prendas de vestir, corsés faldas, pantalones, blusas, trajes de baño, documentos, medicinas y joyas.

Ahora, después de tanto tiempo, verán la luz en una exposición titulada “Las apariencias engañan” que se inaugurará el 22 de noviembre en el Museo Frida Kahlo y que está organizada en cooperación con Vogue México. Me parece una oportunidad emocionante para acercarse con nuevas ilusiones al mundo de Diego y Frida.

Frida para la revista Vogue USA, 1937