Por: Luis Colunga Dabussy

Vivimos en un mundo de abundancia donde presumimos las grandes maravillas provistas por la naturaleza a lo largo  de millones de años de evolución, por otro lado, nos encargamos de destruir y monopolizar los recursos naturales, contaminamos de manera desmedida, exterminamos especies animales para mercadear con sus pieles, su grasa, sus órganos. Vivimos en un mundo donde el desarrollo de las nuevas tecnologías es tan sorprendente como abrumador, podemos encontrarlo todo en internet, información, productos, personas, etc., viajamos por el mundo sin necesidad de despegarnos de una pantalla, conocemos y nos dejamos sorprender por las más increíbles invenciones que el hombre y la mujer han creado, sin embargo, las relaciones humanas se encuentran en total decadencia, la violencia se trivializa de una forma tan espantosa que nos es indiferente. Presumimos de salvaguardar la inocencia de los niños y niñas que componen un órgano vital en la sociedad, aunque, para nuestra desgracia, según cifras de ONG internacionales, existen 400 millones de niños y niñas en todo el mundo, sometidos al trabajo infantil, una forma de esclavitud.

Este 16 de abril se conmemora el Día mundial contra la esclavitud infantil, a forma de homenaje a Iqmal Masih, niño paquistaní que desde los 4 años fue esclavizado, a sus 10 años consiguió la libertad apoyado por una campaña de liberación al trabajo forzado y de inmediato comenzó a luchar de forma activa en contra de la esclavitud, a sus 12 años fue asesinado por la mafia. Este día también es de protesta ante las distintas formas de esclavitud infantil, entre los cuales podemos encontrar: la trata infantil, la explotación sexual con fines comerciales, el trabajo infantil por endeudamiento, trabajo forzoso en minas, trabajo forzoso en agricultura, niños soldados o combatientes, matrimonio infantil forzoso y esclavitud doméstica. Males que afectan y destrozan la infancia de niños y niñas en todo el mundo.

Recordemos que en la Convención de Derechos del Niño quedó estipulado que cada niño y niña de todo el mundo, sin distinción alguna, tiene derecho al descanso, al entretenimiento, al esparcimiento y las actividades recreativas propias de su edad. El trabajo infantil viola, no solo este derecho, sino también, todo lo estipulado en la convención, pues al ser sometidos a esclavitud, se les priva de educación, servicios de salud, un ambiente amoroso y de un bienestar físico, mental y emocional.

En México, según cifras del INEGI, existen alrededor de 3 millones de niños y niñas menores de 17 años que trabajan. Puebla, Jalisco y Guerrero ocupan los primeros lugares en población infantil trabajadora con edades de entre 5 y 13 años. Ante estas cifras se han creado leyes y normas que aseguren la no contratación de personas menores a 14 años y el respeto a la jornada de trabajo máxima de 6 horas. México ha ratificado su participación en convenios mundiales que prohíben la trata de niños y niñas así como la pornografía infantil y distintas formas de esclavitud. Al año se hacen cientos de denuncias que hablan sobre la violencia y esclavitud en la infancia mexicana.

Las acciones del Estado van encaminadas a la erradicación, del ahora famoso, buylling, se les orienta, tanto a adultos como infantes, hacia una mejor dieta que los aleje de la obesidad, los medios masivos de comunicación crean programas para entretenerles a diario, se les advierte sobre los peligros y posibles accidentes que pueden ocurrir dentro y fuera de casa, se les motiva para que exalten sus habilidades dentro del de arte y para que reflexionen, desde temprana edad, acerca del cuidado del planeta. ¿Qué pasa con todo lo demás?

¿Cuáles son las acciones que toma el Estado en referencia a los niños y niñas que trabajan en las calles, vendiendo dulces, pidiendo limosna, limpiando parabrisas, en maquiladoras, víctimas de la explotación sexual y una larga lista de macabras actividades?.

Sin embargo, no es un problema que le competa solamente al estado, es un problema global, complejo, de estrecha relación con ciertos elementos económicos, sociales e históricos, teniendo a la pobreza y la discriminación como principales características. Otro factor importante a destacar es el consumo, las personas que contratan a menores de edad, que pagan por pornografía infantil y que consumen manufactura producida por esclavos y esclavas, son también, un elemento primordial en el círculo vicioso de la violencia y la esclavitud.

Recuerda que la ropa que usas puede estar hecha por manos de esclavos y esclavas, los productos que consumes como frutas, café, joyas, juguetes y demás manufactura puede estar empapada con el dolor y el desconsuelo de un niño o niña, privados de sus derechos, esclavizados, torturados, víctimas de las más bajas vilezas. Infantes que deberían estar siendo provistos de las herramientas necesarias para un desarrollo integral óptimo. Debemos ir más allá de procurar el bienestar de los niños y niñas a nuestro alrededor, también es un trabajo personal, hondo y de reconocimiento, la esclavitud es una forma de violencia que ocurre, a diario, en tu país, en México y que se ve relejada no solo en las escuelas o en las calles, sino también, en los productos que puedes llegar a consumir. Este día hagamos una reflexión comenzando por reconocer que esta situación, tan lamentable,  es parte de nuestra cultura, que existe y que no debe ser invisibilizada.

 

Ex niños soldados del Ejército Popular de Liberación (EPLS), durante una visita del Representante Especial del Secretario General para Niños y Conflictos Armados, en noviembre de 2009. ONU/Tim McKulka

Foto: ONU