eloriente.net
26 de marzo de 2014
Por: Alfredo Woolrich
Por segunda ocasión consecutiva, los Alebrijes de Oaxaca se instalaban en la semifinal de la Copa MX. El equipo comandado por Ricardo Rayas, buscaba en casa y ante su gente el pase a la gran final que para muchos olía a revancha, ya que seis meses atrás en este mismo escenario pero frente al Atlas, los penales terminaron con el sueño del entonces novel equipo del circuito de ascenso.
Pocas noches ha lucido así el Estadio Benito Juárez. La velada presentaba tintes de ensueño y los asistentes sabían que cualquiera que fuera el resultado, sería un partido que quedaría grabado en sus memorias por mucho tiempo.
Destacados personajes de la historia reciente del futbol mexicano como Enrique Meza, Jesús Martínez y Óscar “Conejo” Pérez (que no vio minutos de juego), dotaban al ambiente con cierto dejo de heroicidad, poniendo en un mismo nivel al benjamín del Ascenso MX contra una gran y consolidada franquicia deportiva mexicana. La posibilidad de eliminar al Pachuca en el partido estaba al alcance de la mano.
El compromiso arrancó de forma impredecible y antes de que los aficionados estuvieran instalados, un buen presagio emanaba de los botines de Raymundo Torres, quien con un potente zurdazo cimbró el marco resguardado por Rodolfo Cota; el contrarremate también provocó que el público oaxaqueño contuviera el aliento ahogando el grito de gol.
Fue solo un aviso de la intensidad con la cual habría de jugarse el encuentro, y apenas en la siguiente jugada, el estadio enmudeció cuando Edgar Andrade mandó el balón al fondo de las redes. Sin haber todavía asimilado el doloroso gol de vestidor, la cuesta arriba se hizo más pronunciada, cuando otra gran definición de Andrade puso el 2 a 0 en el marcador antes de cumplirse los cinco minutos de juego. Para ese entonces, el objetivo de la remontada en la mente Alebrije ya había sido fijado.
En lugar de decaer en el ánimo, la escuadra local tomó los goles de desventaja como aliciente para buscar el resultado. Tras evitarse el tercer gol de Pachuca, que hubiera significado la tumba para Alebrijes, el equipo se abocó a la ofensiva, logrando importantes aproximaciones.
Producto de un saque de banda en una accidentada jugada, Jesús Moreno logró el descuento y el momento anímico pertenecía a los locales, quienes apoyados por su gente no cesaban de atacar. La recompensa llegó sobre el final de la primera parte. Una mano flagrante dentro del área dictaminó la pena máxima contra Pachuca. El estadio entero estalló en júbilo cuando Raymundo Torres engañó magistralmente al portero y colgó el empate en un partido muy sufrido para Oaxaca.
Enrique Meza quería una final más en su brillante trayectoria como técnico y mandó elementos de ofensiva para lograr la victoria. Valencia, Ayoví y Jürgen Damm provocaron que la defensa encabezada por Javier Ledesma y Braulio Godínez, se empleara a fondo para evitar la caída de su marco. En el mismo renglón, Sergio Arias demostró estar recuperando el nivel y ser el dueño absoluto de la portería oaxaqueña con una gran actuación.
En el ambiente se respiraba la tensión, pero los seguidores de Alebrijes sabían en el fondo que lo mejor estaba por llegar. En el último minuto de juego, un tiro de esquina a favor de Oaxaca, derivó en un forzado remate por parte del colombiano Calderón; para que finalmente su compatriota, Danny Santoya finalizara la épica noche de Alebrijes y todo Oaxaca con una impresionante media vuelta que nadie pudo desviar de su destino final.
La noche más gloriosa en la historia de los Alebrijes, y posiblemente del Estadio Benito Juárez, se consumó apegada a un guión dramático; y se demostró una vez más, que este equipo refleja fidedignamente el espíritu guerrero del pueblo oaxaqueño, peleando hasta el final por conseguir el anhelado sueño.
Aunque la final de copa no será en casa, los Alebrijes tienen cautivada a una numerosa afición que cada vez más, va adoptando al equipo como propio y las 8500 almas que presenciamos en vivo la epopeya ante Pachuca, más los cientos de miles (y quizá ahora ya millones) enfundados bajo la casaca negra, blanca o naranja, no desistiremos hasta que nuestros gritos retumben en el Universitario de San Nicolás de los Garza y veamos de nueva cuenta a un equipo oaxaqueño en lo más alto.
Foto: @Pachuca
Foto: Alebrijes Oaxaca
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