eloriente.net

13 de diciembre de 2016

M.C. Juan Carlos Chávez Martínez

juancarlos.itesm@gmail.com

La primera vez que tomamos un servicio de transporte privado fue cuando viajábamos del Aeropuerto Internacional Mariano Escobedo al centro de Monterrey, a principios de año. El transporte “oficial” del aeropuerto y que se maneja como “taxi seguro” cobraba entre 350 pesos y 400 pesos. Decidí utilizar una aplicación móvil. El traslado nos salía a 250 pesos, y por ser cliente de primera vez, tenía un descuento de 200 pesos, así que nuestro viaje costó solo 50 pesos. El transporte del aeropuerto costaba 1.6 veces más que el de la competencia privada.

Cuando nuestro servicio de transporte privado llegó, salieron a su encuentro los taxistas del aeropuerto, no nos dejaron subir hasta que otros socios del servicio privado llegaron a nuestro auxilio y comenzaron a grabar lo que ocurría. No pensamos que contratar un servicio privado nos traería tantos problemas. Los socios del servicio privado subieron nuestro equipaje al auto y no se amedrentaron ante los insistentes taxistas del aeropuerto, que constantemente nos tomaban del brazo para que bajáramos del taxi. Por fin, nos subimos y llegamos a nuestro destino, asustados, pero llegamos.

Historias como ésta eran una constante cuando los servicios de taxi privado comenzaron a llegar a nuestro país.

Hoy, hay una decena de servicios privados de transporte con los que podemos contar. En la ciudad de México, taxistas sindicalizados y taxistas locales eran siempre los inconformes, con palos, tubos y piedras destrozaban las unidades privadas, en ocasiones (yo diría muchas) agredían física y verbalmente a los socios de los servicios privados. El problema del transporte es un tema muy complicado e implica la interacción de muchos actores, todos con intereses diversos y muy particulares. Es por eso, que trataré de hacer hincapié en sola una parte del amplio espectro de este particular tema.

Vivimos un punto sin retorno donde la tecnología aplicada a los medios de transporte y el surgimiento de nuevos modelos de negocios han cambiado nuestra forma de movilizarnos. Los taxistas tradicionales no se han dado cuenta que deben sobrevivir a los vertiginosos cambios tecnológicos. Muchos grupos de taxistas exigieron al gobierno de la ciudad de México, por poner un ejemplo, que desarrollara una aplicación similar a la aplicación de los negocios privados para que ellos pudieran enfrentar a la competencia. Los taxistas tradicionales no han entendido que el problema no está en la aplicación ni en el uso intensivo de la tecnología. El problema está en ellos mismos y la solución también.

Competir a base de agresiones o presión política contra la mano invisible del mercado (del cual soy parcialmente partidario) y la dinámica de competencia en este sector es querer tapar al sol con un dedo. Los cambios tecnológicos en el sector transporte seguirán en aumento, indicios de retroceso o su lenta difusión no se pueden considerar en el corto o mediano plazo.

En esta semana, una famosa armadora de autos anunció que incursionará en los modelos de negocios de movilidad individual y colectiva en Europa y Asia. Está por demás recalcar que estos cambios seguirán. Nuestros taxistas tradicionales tendrán que adaptarse, de lo contrario, la destrucción creativa de la que hablaba Joseph Alois Schumpeter los alcanzará.

Cuando platicamos con los usuarios de taxis, nos damos cuenta de que hay una serie de recomendaciones que pueden seguir los taxistas si quieren sobrevivir a la era tecnológica.

Los servicios privados se han destacado por ofrecer nuevas formas de aquello que los taxistas tradicionales se han empeñado por conservar. La mejor manera de superar a los servicios privados es imitándolos e innovando la forma de hacer transporte.



Los taxistas tradicionales pueden comenzar imitando; la imitación no es mala, es mala cuando no funciona. Los taxistas tradicionales se han destacado por la falta de una vestimenta que los distinga. Usualmente, los choferes de los servicios privados van vestidos adecuadamente, incluso hay quienes suelen ir vestidos de saco y corbata. ¿La vestimenta importa? Claro y mucho. A nadie le gusta ser recibido por una persona desaliñada.

El trato al cliente es indispensable. Los de siempre, no suelen abrirte la puerta y su vocabulario no es el más prolífico. Recuerdo que un día me subí a un taxi y el taxista al parecer, había tenido una noche muy entretenida, olía a alcohol, andaba todo desaliñado y en la parte anterior del asiento llevaba todavía una botella de cerveza. Lo tomé por las prisas y nunca más lo volví a hacer.

La tecnología es vital, no está demás contar con una aplicación. En la capital de nuestro estado los sitios de taxi han comenzado a ponerse al día. Ruletero o Tuxis, son aplicaciones que muchos capitalinos han comenzado a utilizar, a falta de Uber o Cabify.

Mejorar las formas de pago es necesario, si los taxistas comenzaran a contar con diversas formas de pago, desde disponer de efectivo o pagos con tarjeta de débito/crédito, podrían mejorar con creces sus ingresos. Es incomodo, cuando los taxistas te llevan a la gasolinera más cercana para obtener cambio para cobrarte o como cuando te hacen cambiar personalmente tu billete en la tienda de la esquina por el mismo motivo.

Ser gandalla, no traerá beneficios a nadie. Muchas personas olvidan cosas y buscan a alguien honesto que les devuelva sus pertenencias. Muchas mujeres son acosadas por taxistas y esto debe ser la enorme excepción en el servicio de taxi. Cobrar demás también es dañino para el negocio. Quién no ha escuchado la famosa frase ¡no traigo cambio! ¡Apenas estoy empezando! y en vez de cobrarte 36 pesos, te cobran los 40 pesos. En muchas ciudades del país, el uso de taxímetro ayuda a mejorar muchísimo los viajes en taxi, a no cobrar en exceso y evitar que los taxistas abusen con tarifas muy altas.

Usar modelos recientes es la nueva constante, somos muchos los que hemos viajado en un taxi sin aire acondicionado o sin calefacción, sin música, con los cristales rotos, sin cinturones de seguridad, sucios, con puertas dañadas o con la manija de la puerta inservible. Actualmente, existen muchos esquemas de financiamiento de autos enfocados en el segmento de mercado de los taxistas. En cambio, los servicios privados tienen una gama de autos nuevos que simplemente impresionan a los usuarios.

Todas las acciones anteriormente señaladas pueden ser imitadas. Lo que no puede ser imitado es la visión en los servicios de movilidad. Es la parte en la que los taxistas tradicionales deben innovar constantemente.

Generar nuevos modelos de negocios, acceder a otros segmentos de mercado, proporcionar servicios extras o reinventar la forma de movilizarse por la ciudad deben ser una constante preocupación en la ideología de los taxistas para sobrevivir a los vertiginosos cambios tecnológicos. Para esto no hay recetas o instrucciones.

Schumpeter decía que la innovación comienza con los emprendedores, personas que promueven la destrucción creativa, que destruyen la forma conservadora de movilizarnos y ofrecen nuevas y mejores formas de movilidad en la ciudad. Estos consejos no solo servirán a los taxistas tradicionales, sino a todos aquellos que quieran incursionar en los negocios de movilidad individual y colectiva. También, los órganos de gobierno y los transportistas de camiones urbanos pueden tomar nota.

La ciudad de Saltillo, por ejemplo, recientemente anuncio su propuesta de implementar una tarifa única por día, es decir, los usuarios podrán utilizar el transporte urbano las veces que quieran durante ese día. Aunque los montos y las negociaciones con los transportistas aún están en fase preliminar, es un buen comienzo para ofrecer mejores servicios a los ciudadanos.

A los cambios tecnológicos solo se sobrevive a través de la adaptación e innovación, no permaneciendo en las practicas ortodoxas y conservadoras que siempre nos han caracterizado.

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