eloriente.net

15 de junio de 2018

M.C. Juan Carlos Chávez Martínez

juancarlos.itesm@gmail.com

Recientemente, debido a mi vocación académica y a mi propensión por las políticas públicas, he estado leyendo un libro llamado “Administración y Control de la Calidad” de James R. Evans y William M. Lindsay. También, he estado leyendo otro libro llamado “Gobernanza y Gestión Pública” de Don Luis Fernando Aguilar Villanueva. Ambos libros tienen algo en común, se complementan. A partir de unas décadas, el sector público adoptó el enfoque gerencial de los negocios, surgiendo así la nueva gestión pública. Don Luis, en su texto reconoce que había una cierta incredulidad por parte del sector público para adoptar las herramientas de administración y gestión del sector privado.

Sin embargo, la nueva gobernanza ha demostrado que la relación entre la sociedad y el gobierno ha cambiado y, por lo tanto, la administración y gestión pública debe incorporar algunas herramientas que provienen del sector privado. Es aquí, donde la calidad entra en escena. Esta palabra ha llegado a desestimarse e incluso se ha tornado lo suficientemente ambigua para no tomarse con la seriedad que se merece. Lo mismo ha pasado con las palabras de competitividad, gobernanza y políticas públicas, muy usadas, pero poco comprendidas.

Cuando hablamos del sector educativo, quiero pensar que podemos dejar de lado la discusión política y que podemos centrarnos en su discusión en términos de calidad educativa. La calidad entendida, no como un eufemismo utilizado en los textos sobre la reforma educativa, sino como un término analítico que puede ser retomado del sector privado, que puede ayudarnos a desentrañar las debilidades de la educación en Oaxaca y a potenciar sus fortalezas a través de su mejora continua.

De acuerdo con Evans y Lindsay pueden existir cuatro factores que hacen exitosa una política educativa de calidad. A continuación, usaré estas características para analizar y describir en términos de calidad, el problema de la educación en nuestro estado.



El primer rasgo de calidad es la participación activa. Cuando los directivos de las escuelas (del nivel que sea) están comprometidos para satisfacer y exceder las expectativas de los alumnos (clientes), estos tomarán decisiones para facilitar los cambios necesarios para que las escuelas piensen en convertirse en escuelas de calidad. Los padres también juegan un papel muy importante, ellos se deben cerciorar de que sus hijos realicen sus tareas con excelencia. Los profesores deben prepararse para ofrecer a sus alumnos la experiencia y el conocimiento que tanta falta les hace. Incluso, el personal administrativo y hasta el servicio de mantenimiento de la escuela deben ofrecer su mayor esfuerzo y hacer las cosas con calidad. Todos los involucrados deben preguntarse: ¿qué debo hacer para garantizar una educación de calidad desde mi posición?, debemos recordar que pensar en términos de calidad, es un modo de vida.

El segundo rasgo de calidad es el liderazgo comprometido. No puede haber una orientación hacia la calidad si los líderes no inspiran ni quieren tener nada que ver con la calidad. El encargado de la dirección de educación en el estado, las secretarías afines y todos aquellos que tenga que ver con la educación en los puestos directivos para los distintos niveles educativos deben gestionar los cambios para lograr una mayor calidad educativa, si ellos están en sintonía con lograr altos niveles de calidad, inspirarán y conseguirán colaboradores para alcanzar esos objetivos. Necesitamos a más oaxaqueños como José Vasconcelos que quieran entrarle al reto educativo y no encontrar el pretexto perfecto para no hacerlo.

El tercer rasgo de calidad es establecer un sistema de mejora continua. Fijar estándares de calidad educativa es un asunto del que nadie quiere saber. Aunque estoy de acuerdo con aquellos que dicen que los contextos son diferentes (el norte y el sur, el campo y la ciudad, etc.) es necesario entender que siempre debe haber un techo mínimo de habilidades y conocimientos que todo alumno a cierto nivel escolar debe dominar (en este punto, ya ni pensemos en las pruebas estandarizadas mundiales como PISA, al menos pensemos en que debemos ser alumnos, maestros, directivos y padres cuyas prácticas de calidad podamos gritar al mundo). Como bien dicen los embajadores de los métodos cuantitativos, lo que no se mide, no se puede mejorar (lamentablemente debo coincidir con ellos). En nuestro estado, las evaluaciones de la educación dejaron de realizarse y debemos retomarlos.

El último rasgo de calidad es promover un ambiente que celebra los éxitos, Alan Tarr en su famoso artículo titulado “Los estados como innovadores” confirma que los estados pueden hacer más que solo esperar recursos y transferencias de la federación, muchos estados han impulsado políticas públicas innovadoras y estas buenas prácticas han sido adoptadas por el gobierno federal; los estados deben comenzar a emprender iniciativas propias. En el ámbito educativo ésta debe ser la constante, los gobiernos estatales se han escudado en que la educación debe ser garantizada por el gobierno federal y que los gobiernos locales no pueden hacer nada. En Oaxaca, los recursos para pagarles a los profesores están centralizados, al igual que el servicio profesional docente; pero podemos hacer mucho más para garantizar la calidad educativa desde al ámbito local. Se me ocurre que estos ambientes que celebran los éxitos en un marco de promoción de calidad tienen que ver más con otorgar los incentivos a aquellos que se han esforzado en garantizar una educación de calidad. Los incentivos deben generar el entusiasmo necesario para compartir y trabajar sobre un bien común: la calidad. ¿Alguno de ustedes recuerda hace cuánto tiempo se instituyo, en Oaxaca, algún premio de calidad para el sector educativo?, debemos repensar nuestro sistema de incentivos para premiar las practicas exitosas en nuestro estado y comenzar a propiciar ambientes que premien el éxito.

Finalmente, quiero aclarar que este artículo de opinión no sugiere la calidad en el sentido de las escuelas de calidad que promueve la SEP, el enfoque que se sugiere utilizar es ver a la calidad como la ve el sector privado, una calidad que ponen en el centro de las políticas educativas a los alumnos, una calidad que supera sus expectativas y que debe ser gestionada desde el ámbito local y por todos los actores involucrados.