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29 de enero de 2017

Editorial

Acercar, buscar, vincular, comprometer, ha sido una de las principales características del actual gobierno de Oaxaca. Aún si se trata de actores opositores o beligerantes, la actitud de la administración en materia de política interior ha sido la misma: al costo que sea construir puentes y evitar conflictos o enfrentamientos directos.

Lo importante es la calma ante la «situación de desastre», pareciera que ha sido la instrucción directa del ejecutivo estatal a su equipo de trabajo.

Hay que reconocer que la actitud ha dado resultados.

En Oaxaca, los otrora movimientos sociales radicalmente opuestos al régimen han sido desactivados casi en su totalidad, de tal manera que si efectúan algunas acciones públicas para mantener su presencia pública, la realizan en materias que no son directamente de alcance estatal, como lo son las más recientes sobre la subida de precios en las gasolinas o la defensa de México ante las amenazas del recién ungido presidente americano.

Es un estilo y lo efectivo del mismo es que es radicalmente opuesto al de la administración anterior.

 




 

 

Lo ha dicho el propio gobernador Murat en diversas intervenciones públicas. Para remediar los graves problemas de Oaxaca hay que estar «a la ofensiva», sin dar espacio a que ningún síntoma pueda devenir en crisis.

Y en efecto, esto es exactamente lo contrario a lo que todavía en noviembre pasado sucedía, cuando los problemas surgían a borbotones en cualquier parte del estado, sin que hubiese una agenda de gobierno clara o cauces de diálogo posibles.

Ante esta circunstancia, que es claramente favorable al gobierno y que, de paso, también es favorable para la estabilización social y política del estado, se abre una oportunidad para diversos actores a que por fin puedan dirimirse los temas, propuestas y posturas que tengan en sus expedientes sin que deban efectuar demostraciones de fuerza para ser escuchados.

Si de verdad tienen propuestas, es momento de que se presenten.

Y si lo hacen rápido y bien, muy posiblemente puedan ganar lo que finalmente peleaban con beligerancia en otros tiempos: notoriedad.

Por eso, si algo debe agradecerse en la actual coyuntura es el cambio de cancha. De la agenda en las calles a la agenda en las instituciones.

Sin embargo, quedan todavía pendientes las definiciones de movimientos impredecibles, como la propia Sección 22 de la CNTE, que no por mantener relativa calma en sus manifestaciones públicas puede darse por incorporada a la nueva dinámica de diálogo.

Cabe recordar que en 2015 y aún a inicios de 2016, la sindical se veía agazapada ante las entonces renovadas políticas federales, pero luego volvió por sus fueros y desarticuló después la vida económica y social en diversas partes del estado durante varios meses.

Por eso, la pregunta que se impone es si esta tregua durará hasta mayo, el mes que tradicionalmente rompe el año político para Oaxaca.

La gran preocupación, sin embargo, no es si auténticamente estos movimientos verán satisfechos sus requerimientos y causas para entonces, sino hasta qué grado el gobierno de Oaxaca será resistente a las peticiones y requerimientos —inclusive económicos— que estos grupos suelen hacer y, desafortunadamente, obtener.

El verdadero riesgo de esta política emprendida entonces no es social sino económico.

Que no sea a costa del presupuesto público, de más deuda y despilfarro, como se intente dominar a las organizaciones y personajes opositores.

Si es así, nunca veremos el fondo del precipicio.

direccioneditorial@eloriente.net

toma protesta gabinete murat dic 2016 @goboax

Imagen: @GobOax

 

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